La marca invisible que tiene su peso en la crisis de Boca: ¿cuánto hace que no marca el primer gol de un partido?

Ahora mismo, el primer partido de la era Russo parece contradecir una marca que hoy tiene su impacto en este momento de Boca. Fue contra Benfica, en el debut del Mundial de Clubes, que el equipo de Miguel pegó primero. Y pegó dos veces, con Merentiel y con Battaglia. Sin embargo, ni eso le alcanzó. Ni eso fue suficiente para ganar. Sin embargo, lo que siguió fue peor. Desde entonces, el Xeneize nunca pudo convertir antes que su rival.

Por lo pronto, ya son siete los partidos que Boca lleva sin poder marcar el primer gol del partido. Ni siquiera pudo hacerlo contra el Auckland City, un equipo semi amateur, como marcó Miguel en la conferencia previa. No sólo no le ganó, sino que hasta el rival más débil de este último tiempo lo sorprendió primero.

Como fuera, la racha que empezó un encuentro antes, contra el Bayern Munich en Miami, se extendió también en el plano local. Porque ya de regreso al país, empató tres partidos (Argentinos, Unión y Racing), pero en los dos que hubo goles fue su rival el que marcó el primero del encuentro.

Luego, se dieron las derrotas contra Atlético Tucumán que derivó en el primer golpazo del ciclo, la eliminación de la Copa Argentina; y la caída con Huracán, que tuvo consecuencias institucionales, porque se llevó puesto nada menos que al Consejo de Román, el escudo protector del presidente.

Lo que podría parecer apenas un detalle, una estadística invisible, hoy es más visible que nunca. Porque en esta crisis profunda que vive el equipo, lo que también pesa (y cada vez más) es la falta de confianza. Y en eso impacta directamente el hecho de nunca poder estar en ventaja de arranque. Es decir, el envión anímico de ponerse primero arriba en el resultado, ese empuje para plantarse de otra manera en el partido, Boca también lo sufre. O le hace falta, mejor dicho.

Porque en definitiva, siempre tiene que correr desde atrás, y eso también tiene su costo. No sólo deportivo, porque lo obliga todavía más, sino mental, porque carga de presión a la presión que de por sí ya tiene para cortar la peor racha sin ganar de la historia. Si a los 12 partidos sin victorias se le suma que en ocho de esos 12 arrancó perdiendo, pues todo se hace más cuesta arriba.

Así, en Mendoza y con su gente (habrá público visitante), el equipo de Russo buscará cortar una racha negativa más. Una de las tantas que hoy ostenta el ciclo del entrenador, que no pudo festejar desde que asumió y que, en poco más de dos meses, ya tiene su continuidad en duda. Razones no faltan. Y son cada vez más visibles…