Marcos Sterkel, investigador del CONICET en el Centro Regional de Estudios Genómicos (CREG), participó del desarrollo de una nueva droga que funciona eficazmente como insecticida contra los ácaros o “chinches de la cama”, conocidos por generar trastornos en la piel y alergias.
En vinculación con el Centro de Endocrinología Experimental y Aplicada (CENEXA, CONICET-UNLP-asociado a CICPBA), Marcos, trabajó con dos universidades de Estados Unidos y una de Brasil. Sus esfuerzos lograron encontrar una combinación química que bloquea las enzimas desintoxicantes de estos parásitos.
“Los artrópodos hematófagos, es decir, los insectos que chupan sangre, incorporan varias veces su peso cada vez que se alimentan. Como el principal componente de la sangre son proteínas, durante la digestión se generan grandes cantidades de aminoácidos, en especial uno que se llama tirosina”, explicaba Sterkel.
Su tamaño va de los cuatro a siete milímetros y engordan el doble cada vez que se alimentan de la sangre. Con la utilización de la nitisinona, medicamento que se usa para la tirosinemia tipo 1 y la alcaptonuria, se administró en las “chinches de cama” lo que provocó que sigan generando tirosina, proteína que si no se descarta se vuelve letal para sus organismos. Al mismo tiempo, constataron que las muertes se producen entre cinco y diez días después de la aplicación, lo que es una ventaja, atrasando la generación a una resistencia a la droga en sus sistemas.
“La presión de selección natural es una fuerza evolutiva que favorece a los organismos que mejor se adaptan a su entorno, como por ejemplo aquellos que generan resistencia a los insecticidas neurotóxicos, ya que transmiten esas mutaciones genéticas ventajosas a las generaciones siguientes. En este caso, al permitir que los individuos susceptibles se reproduzcan, se reduce esa presión de selección, retardando la propagación de la resistencia”, agregaba el investigador del CONICET.
Marcos Sterkel llevando a cabo estudios. La aplicación de la nitisinona resultó efectiva bajo dos vías. La primera, a través de un spray que se esparce por todas las superficies donde puedan desarrollarse los parásitos (camas, sábanas, sillones, mantas, etc.) y, la segunda, por alimentación que compruebe si al momento de la picazón tiene los mismos efectos.
A pesar de que en Argentina no hay una epidemia de estas criaturas, siempre se recomienda mantener los espacios ventilados, con iluminación natural, limpiar los sectores que generan polvo y rociar desinfectantes de manera continua. En el peor de los casos pueden generar alergias o sarpullidos en la piel.
Fuente: Xataka.com.ar
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