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Pilar Sordo: “Hay que entender que los vínculos se trabajan, no son espontáneos”

No se le nota el viaje largo: está radiante, entusiasmada con la charla. La psicóloga y escritora chilena, autora de unos 14 libros, vino a la Argentina para una gira con su conferencia Exponencialmente Consciente y a pesar de que su agenda le explota, está bien presente y no parece tener prisa. Para romper el hielo, le propongo un ping pong que acepta enseguida, divertida. ¿Su mayor desafío? “Vivir”. Dice que ha tenido muchos retos, pero le viene a la mente el acompañamiento de su pareja en su proceso de cáncer hasta su muerte. Y sorprende: “Fue hermoso. Tiene ese límite maravilloso entre lo doloroso y lo hermoso”. Y es que la vida está llena de contradicciones, donde conviven en simultáneo la tristeza y el goce. Pilar lo tiene claro y no lo disimula: es auténtica y se mete de lleno en este tipo de relaciones.

–¿A qué te referís cuando hablás de relaciones auténticas? ¿Cómo las definís?

–A ver… Primero, es un tipo de relación que no le teme a las conversaciones incómodas, que se basa en la lealtad y en una honestidad mezclada con compasión. Segundo, es tener la certeza de que el otro, por muy mal que se comporte, no haría nada a propósito para hacerte daño. Esa confianza básica tiene que estar, aun cuando se puede equivocar. Tiene que tener mucho sentido del humor; escucha activa y mucha empatía puesta al servicio del vínculo. Hay que entender que los vínculos se trabajan, no son espontáneos. Porque están contaminados con tantas cosas que, si no se toma la decisión de invertir en el vínculo, es muy fácil que se desdibujen con el tiempo, con el estrés, la sobreinformación y con todo lo que estamos viviendo.

–¿Esta sería una manera de detectar una relación auténtica?

–Me parece pretencioso establecerlo como si fuera una especie de manual, pero sí creo que si yo quisiera evaluar si una relación es auténtica o no, estos elementos podrían considerarse como pautas o criterios para detectarla. Es una relación que puede pasar por las luces y las sombras de cada uno de los involucrados y tener la flexibilidad, la aceptación, la generosidad compartida en el cuidado del vínculo.

–¿Una relación auténtica es sinónimo de una relación sana?

–No. Depende de cómo se entienda auténtica. Si lo entiendo como tener el derecho de decirte todo lo que se me cante, sin importarme lo que te pase, no me parecería sano. Por eso, debe haber honestidad con compasión. La honestidad tiene que ir asociada a la prudencia. Hoy se dice mucho: ‘Yo soy frontal’. Eso pareciera ser muy bueno. Pero esa frontalidad necesariamente tiene que ir de la mano de la compasión, de reconocer hasta qué punto puedo serlo porque las palabras no son inocuas. No puedo decir lo que tenga ganas de decir. Puedo decirlo, pero tengo que buscar una forma amorosa de hacerlo, donde me haga responsable, donde no culpe al otro, donde sea empático.

pilar-sordo-hay-que-entender-que-los-vinculos-se-trabajan-no-son-espontaneos Pilar Sordo: “Hay que entender que los vínculos se trabajan, no son espontáneos”

“La honestidad tiene que ir asociada a la prudencia”

–Si tuvieras que dar algunos consejos para tener una relación auténtica, ¿qué dirías?

–Que evalúen su empatía y su capacidad de escuchar al otro; que observen cuántas ganas tienen de comprometerse en esa relación, cuánto tiempo y espacio están dispuestos a dedicarle a ese vínculo para que pueda perdurar. Me parece que por ahí comienza el proceso de pensar en cómo podría construirse eso, porque además esa autenticidad va cambiando con el tiempo. Yo voy cambiando, el otro también, y a medida que eso ocurre, la relación también muta y se modifica. Es importante tener la flexibilidad de entender que, si quiero mantenerla, son muchas relaciones auténticas con una sola persona a lo largo del tiempo.

–Qué difícil…

–Por eso, hay vínculos que se distancian, no porque no funcionen, sino porque ya no somos los mismos, y las formas de comunicarnos ya no se dan como antes. Por lo tanto, en algunos casos hay alejamiento, y en el peor, conflicto.

–¿En un mundo donde hay tanta toxicidad, todas las personas están preparadas para tener una relación auténtica?

–No. Creo que hay que prepararse para tener relaciones auténticas. Tiene una relación directa con cuán preparada estoy para tener una relación auténtica conmigo misma.

–¿Y por qué nos cuesta tanto ser auténticos con nosotros mismos?

–Porque no nos queremos ver, porque nos encanta contarnos cuentos acerca de nosotros, porque no sabemos relacionarnos con nosotros mismos. En el caso de lo femenino, más que de lo masculino, falta amor propio; y en el caso de lo masculino, falta un montón de diálogo interno honesto. Entonces caemos en trampas que nos impiden mirarnos. Y si yo no tengo la capacidad para mirarme ni escucharme activamente, ni ser empática y honesta pero también compasiva conmigo misma, me va a costar mucho salir hacia afuera con esos códigos.

–¿Qué cosas nos impiden ser auténticos? ¿Cuáles son las principales amenazas?

–Hoy día, mucho más que antes, estamos inmersos en una concepción del mundo que nos lleva todo el tiempo a estar insatisfechos y a compararnos permanentemente. Y la comparación es un elemento que te quita autenticidad. Porque si quiero que me aprueben socialmente, me tengo que parecer a un estándar. Y eso ya te rompió la autenticidad per sé. Ser distinto, ser oveja negra, tiene costos altos. Entonces, pareciera que se intenta pasar desapercibido desde todos los puntos de vista, sin resaltar demasiado. Si resaltás, aparece el martillo que te aplasta. Hay una sensación social de no querer sobresalir demasiado, pero al mismo tiempo, querer notarse ya sea por la mayor cantidad de likes posibles o porque, si tengo una cuenta, me importa la cantidad de personas que me siguen. Entonces quiero marcar la diferencia, pero nunca tanta como para pagar el costo.

–Las redes sociales no ayudan, ¿no?

–Nada, lo dificultan todo. Dan una ilusión de perfección de la vida muy complicada porque nunca alcanzamos. Es tanto lo que hay que hacer en el día para poder cumplir con todo lo que las redes dicen, que no alcanzamos. Como dice un amigo, “yo me despierto a las seis de la mañana y ya tengo una idiota que corrió 12 kilómetros”. Siempre vamos detrás. O no vamos a alcanzar a comer todo lo saludable o a pensar todo lo positivo que deberíamos. Mi abuela vivió 103 años y nunca le preocupó nada de esto. Nunca se comparó ni con la vecina. Su eje de crecimiento era ella misma. Para bien o para mal, no importa. Pero no tenía esta persecución de cómo lo hacía. No estaba eso que existe hoy, que es tan agobiante y que nos tiene a todos con cuadros de ansiedad muy altos. Creo que la ansiedad es uno de los síntomas del momento presente y eso está generado cien por ciento por la dopamina que tienen los teléfonos y la constante sensación de no querer perderme nada. De tener la tele prendida, el celular en la mano y querer saber todo lo que está pasando. Quiero distintos puntos de vista para que el algoritmo no me tire siempre lo mismo. Porque esa es otra cosa que también influye en la autenticidad: el algoritmo me termina mostrando lo que yo quiero ver y no me muestra otras opciones, otras alternativas.

–¿Existen diferencias entre una relación de pareja, de amistad, con hijos o padres a la hora de hablar de relaciones auténticas?

–Como base, todas comparten lo mismo pero hay matices distintos. La complicidad que puedo tener en una relación de pareja, dada la intimidad del vínculo, requiere mayor desafío en cuanto a autenticidad o en esa conversación incómoda, tal vez. La libertad que tienen los amigos permite una autenticidad más libre que en un vínculo que está amenazado de pérdida permanentemente. La autenticidad en ese sentido, creo que hay que cuidarla un poquito más en vínculos más íntimos. Lo mismo puede pasar con los hijos y los padres.

–¿Y en una relación laboral con colegas?

–Creo que ahí la autenticidad tiene los sesgos o los límites propios de la distribución de los cargos. No creo que en una relación laboral haya que decirlo todo, ni comentarlo todo, ni conversarlo todo. Para no mezclar. Uno puede tener vínculos amistosos en el trabajo, pero son los menos.

–¿Hay que ser auténtico para tener una relación auténtica?

–Sí. Yo creo que se requiere autenticidad conmigo misma. Necesito mirarme auténticamente primero para poder ser auténtica hacia afuera. Me parece difícil, aunque creo que se puede hacer, que yo pueda ser auténtica contigo sin serlo conmigo, pero eso no lo voy a poder sostener demasiado tiempo; en algún momento se me va a notar la contradicción.

–¿Y cómo se logra?

–Con el autoconocimiento, que para mí es el gran desafío de la existencia humana, y con mucho amor propio. Pero amor propio del real, el que es humilde, generoso y compasivo. Un amor propio en serio, no del que se disfraza de soberbia o egoísmo, que son los grandes prejuicios que ese concepto todavía sigue teniendo a nivel social.

pilar-sordo-hay-que-entender-que-los-vinculos-se-trabajan-no-son-espontaneos-1 Pilar Sordo: “Hay que entender que los vínculos se trabajan, no son espontáneos”

“La comparación es un elemento que te quita autenticidad”

–¿Podés mencionar qué cosas pueden desestabilizar una relación auténtica?

–Los conflictos, los egos, los apegos y situaciones vitales muy brutales que ponen en riesgo la autenticidad, como una enfermedad grave, una separación o un duelo de uno de los impulsores. Situaciones muy disruptivas que, de alguna manera, pongan en jaque a esa persona para no querer mostrar lo que le pasa, como una depresión, por ejemplo. Hay momentos en la vida que ponen en peligro mi autenticidad conmigo misma y, por lo tanto, también la afectarán con el otro.

–¿Qué rol juegan las emociones? ¿Pueden arruinar una relación auténtica?

–No, a mí me parece que las emociones, si de verdad uno está viviendo una autenticidad real, las tiene que dejar salir. O sea, tienen que colocarse al servicio del vínculo. Si tengo tristeza, te voy a decir que estoy triste. Me parece que parte de la autenticidad es mi honestidad emocional. No consigo ser auténtico sin ser honesto emocionalmente.

–Pero a veces estás enojado y te manifestás con bronca y no podés controlarte. ¿Qué hacés?

–Nada, la cagas y después, en esa misma autenticidad reconoces que la cagaste. Ahí es donde me parece que está la autenticidad porque si no, la autenticidad quedaría exenta de errores, y me parece que eso es utópico.

–¿Cómo expresarnos de la mejor manera?

–Como lo sientas. ¿Por qué tendrías que disfrazarlo? Si te dio pena, pena. Si te dio alegría, alegría. Si se te apretó la panza, se te apretó la panza. Si no sabes qué te pasa, no sabes qué te pasa. Pero te pasa algo, y quieres contarme que te pasa algo, pero no sabes qué te pasa. Yo creo que tenemos súper poca libertad. Por eso, la expresión gestión de las emociones no me gusta, porque creo que alude en el inconsciente colectivo a la palabra control. Tenemos súper poca libertad para decir lo que sentimos. No hay espacio porque todo va muy rápido, entonces no logro ni siquiera darme cuenta. Y creo que eso altera todo el tema vincular, porque hacemos cargo a los otros y los culpamos en vez de asumir nosotros mismos lo que sentimos. Al mismo tiempo, vamos ocultando las emociones, como enmascarándolas. Me parece que, al final, eso siempre va a traer muy mal resultado.

–¿Se pueden identificar patrones de pensamiento y emociones que se han vuelto automáticos y que nos impiden alcanzar una paz interior?

–Sí. Para hacer eso que tú dices, hay que practicar el silencio cotidiano y la autoobservación varias veces. Aprender a mirarse y preguntarse: ‘¿Cómo estás?’ al menos tres veces al día. Tampoco se necesita estar en conducta meditativa, pero la autoobservación es fundamental para que vayas registrando por qué se te aprieta la panza en determinadas circunstancias. ¿Por qué cambiaste tu ritmo respiratorio en esa conversación? ¿Por qué cuando terminó esa conversación o saliste de la casa de tu tía te dolió la cabeza? Y te das cuenta de que cada vez que sales de esa casa, sales con dolor de cabeza. ¿Por qué cuando hablas con una persona sientes ganas de llorar? Pero para que te des cuenta de eso, tienes que colocarte como observador de ti mismo durante un rato, para poder preguntarte con honestidad qué es lo que pasa.

pilar-sordo-hay-que-entender-que-los-vinculos-se-trabajan-no-son-espontaneos-2 Pilar Sordo: “Hay que entender que los vínculos se trabajan, no son espontáneos”

“No hay espacio porque todo va muy rápido, entonces no logro ni siquiera darme cuenta”

–Una de las cosas más difíciles es borrar esos pensamientos negativos que nos abruman. ¿Cuál es tu consejo para acabar con ese runruneo constante?

–La salud mental depende de tu diálogo interno; de cómo te hablas. Mientras más positivo sea tu lenguaje o mejor te hables –no quiere decir que te elogies todo el tiempo–mientras más cariñoso y compasivo seas contigo mismo, tanto para elogiarte como para decirte que podrías haber hecho algo mejor, mejor va a ser tu salud mental. Y por lo tanto, mucho mejor será tu capacidad de desarrollar tu amor propio y vincularte con el otro. Lo primero que hay que hacer es identificar esos diálogos, y eso se logra autoobservándote. No es tan difícil, porque nuestro diálogo interno es bien poco original: en general lo que me digo el lunes es parecido a lo que me digo el viernes. Generalmente, las frases que uno se dice, se las viene diciendo hace mucho tiempo.

–¿Por ejemplo?

–Soy fea, gorda, tonta, torpe, inteligente, creativa, linda; eres capaz; no voy a poder. Son todas frases cortas; no son textos, uno no se cuenta cuentos. Como el sello de la vaca, es una frase muy cortita que me define. Y que tiene cuatro categorías: físico, cognitivo-intelectual, afectivo y el qué dirán. Por lo general, las personas tenemos de esas cuatro categorías una que mandata mi diálogo interno a lo largo del día. Cuando detecto el nivel, va a aparecer la frase y la puedo empezar a modificar, a relativizar; a decirle a mi cerebro que no soy gorda; sino que estoy gorda o que me siento más liviana aunque no me lo crea, porque como el cerebro funciona por repetición, da igual. Puedo cambiar ese diálogo interno para empezar a cambiar mi conducta en relación a mi imagen corporal.

–La paz no se encuentra en lo externo.

–La paz tiene que ver con microdecisiones. Me genera mucha angustia cómo se vende este concepto de que la paz, la felicidad y el éxito son lugares a los que hay que llegar. Ves a la humanidad corriendo para tratar de encontrar la paz, cuando en el fondo está en el detenerse, no en el avanzar. Y está en esa microdecisión que tiene que ver con tu autenticidad. Por ejemplo: me levanté en la mañana y me propuse no comer azúcar hoy. Luego en el desayuno del hotel, veo esas tentadoras medialunas pero la microdecisión de estar parada frente a esas facturas y no comérmelas es lo que me determina la paz durante el día. Pero si me traiciono frente a eso que dije, todo el runrún del día va a estar determinado por no haber honrado mi palabra. Está comprobado que no hay nada que aumente más la confianza en el ser humano, que cumplirme; en lo que sea. Que lo que dije que iba a hacer, lo hice; y lo que no, no importa si no lo hice.

–¿Algunos tips para alcanzar la paz?

–Ser muy consciente de las decisiones que uno toma; ser muy compasiva en relación a las expectativas que uno tiene del propio rendimiento.

–¿Qué significa vivir de forma exponencial?

–Significa vivir consciente. Necesitamos aprender a vivir porque hay demasiada invasión. Mi abuela no necesitó eso, tampoco mi charla. Necesitamos entender que no puedo tomar mi celular apenas despierto, que deben pasar al menos 30 minutos para que mi cerebro se conecte con el día desde otro lugar. Que tengo que dejar el celular una hora y media antes de dormir y que no puedo sentarme con mis hijos con el celular en la mano. Necesito aprender también que el azúcar hace mal; que tengo que evitar alimentos que me inflamen y que el ejercicio no es negociable. Creo que todo esto es exponencial. Me refiero a estos aprendizajes que permiten mejorar mi calidad de vida en medio del caos. En el ruido, si soy consciente, puedo hacerme cargo de entender que la vida que tengo, la decido yo. Hay un espacio de libertad humana que es ínfimo, pero superpoderoso: la actitud con la cual voy a vivir lo que me toca.

–Para cerrar, ¿qué es para vos la felicidad?

–Paz. Ausencia de ruido. Mental y corporal. Poder respirar profundo.

Fuente: La Nación

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