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Frida Kahlo revive en la piel de Laura Azcurra en celebrado unipersonal

“Había mucha vitalidad en Frida Kahlo, era apasionada, curiosa, le gustaba la gente, el arte, los animales, la naturaleza, el amor. Intento jugar entre esas delgadas líneas de la alegría, el festejo, el dolor, la soledad, la angustia y la frustración de no llevar adelante el deseo de maternidad”, dice Laura Azcurra, quien encarna a la célebre artista en “Frida Viva la Vida”, unipersonal que recorrió 28 países y llega a El Picadero.

Bajo la dirección de Julia Morgado y escrita por el autor mexicano Humberto Robles, debuta el 20 de febrero y se presentará los jueves. La obra, ambientada durante una celebración del Día de los Muertos, transporta al público a la intimidad de Frida, quien reflexiona sobre su vida mientras prepara una mesa para sus invitados: Diego Rivera, Rockefeller y Trotsky. Conversamos con Azcurra.

Periodista: ¿Qué tiene de especial este unipersonal y cuál es su peculiaridad?

Laura Azcurra: Compone y comparte la vida de Frida como si fuese un rompecabezas que uno completa. Conocemos muchas cosas de la vida de Frida pero el unipersonal, tan bien escrito, termina de configurar la totalidad. Por ejemplo, cómo fue su situación física, su vida atravesada por el amor de Diego Rivera, su relación con la muerte, su pasión por la pintura. La obra traza una línea cronológica con conceptos basados en hechos verídicos. El público que viene a verla termina de comprender la profundidad de la vida de esta artista enorme.

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P.: ¿Cuál es la reflexión de Frida sobre la vida mientras prepara la mesa para sus invitados?

L.A.: Reflexiona sobre su vínculo con la enfermedad, con la muerte, su hambre de vida, su pasión, su relación con Diego. Estas reflexiones entre la comida y el homenaje a los muertos con la liturgia hermosa que tiene México para honorarlos.

P.: ¿Qué podés decir del vínculo que tuvo con sus invitados de esa noche: Diego Rivera, Rockefeller y Trotski?

L.A.: Me metí a investigar biografías y documentales. Frida conoció a Diego cuando era pintor, tenían 22 años de diferencia, después de la revolución maravillosa de México, cuando pondera a los artistas y les asignan lugares para pintar, a Diego Rivera y a otros muralistas los eligen para decorar todas las paredes de los palacios del DF. A Rivera le toca pintar la escuela secundaria de Frida. Ella lo conocía, sentía admiración por todo lo que él representaba y por ser uno de los muralistas más importantes del mundo. Era conocer esa voz calificada de Diego. Y luego se conocen, se ahonda en estos camaradas militantes del comunismo, que perseguían el amor libre sin posesiones, intentando llevar eso adelante en el desafío ser libres, aunque no lo lograban del todo. Había problemas en esa apertura, contradicciones que aparecían siguiendo su activismo. Su misma visión de la vida a través del comunismo y la no posesión quisieron trasladarla a su vida privada pero les costó. Con el tiempo fueron encontrando la manera pero siempre tuvieron un vínculo delicado por eso. Con Rockefeller y Trotski se cuentan pequeñas anécdotas que completan la vida de Frida.

P.: ¿Qué momentos recorre la obra, desde su infancia, a los amores y el accidente?

L.A.: La poleo, a los 6 años, le afectó su pierna derecha y la dejó con una renguera. A los 17 años tuvo el accidente mientras viajaba en colectivo volviendo a su casa en Coyoacán, cuando un tranvía enviste el colectivo y provoca el accidente tremendo para todos los pasajeros. A ella le atravesó el abdomen. Las primeras situaciones complicadas de reconstruir fueron esas ya que se rompe la columna con un tubo del colectivo que la atraviesa por completo. Eso generó una situación dañina en su útero, por eso tuvo muchos abortos y no pudo engendrar. Y esa pierna derecha, flaca y débil desde siempre, se rompió en 11 pedazos, dejando a Frida postrada por 3 meses. Ella relata con lujo de detalles ese momento y ahí comprendemos por qué aparecen en sus pinturas lo óseo, lo roto, lo muerto, lo vivo, ella decía “no pinto sueños, pinto mi realidad”. Era valiente al querer compartir su esencia, abriendo y mostrando heridas tras el accidente. Yo no tenía tanto detalle sobre eso y resultó muy esclarecedor y empático saberlo.

P.: ¿Cómo compusiste a Frida?

L.A.: Con mucha investigación y respeto, para componerla le pedí permiso a Frida. Nunca hice un personaje histórico, es un desafío grande porque tenemos una imagen de ella, sabemos que hay videos interactuando pero sin audio, no le conocemos la voz. Me documenté mucho, principalmente quise componer esa situación física tan importante en su vida. Ella decía “estoy acostumbrada a vivir con los dolores, forman parte de mi, si no los sintiera dejaría de existir”. Ella aprendió a vivir desde el primer momento así, intenté comprender lo que representa que un cuerpo no responda como uno espera, con permanente dolor, en su columna en su pierna y lo que eso representa en el cuerpo. Busqué una composición delicada que no se viera exagerada. Consideramos con la directora que Frida tenía que hablar en mexicano así que me puse a tomar clases para neutralizar la tonada porteña y con un enorme permiso a todo un país. Por eso actuamos con respeto y humildad. Esta es una versión de Frida, podíamos hacerla en porteño pero me hacía mucho ruido, iba a alejar más así que me tomé el trabajo de componer con acento mexicano, Frida es México, honra México. Salma Hayek hizo una película espectacular pero cuestioné que fuera en ingles teniendo actores hispanoparlantes. Aún así universalizó el arte de Frida pero la mexicanidad tenía que estar.

P.: ¿Qué adjetivos describen a Frida?

L.A.: Había mucha vitalidad en ella, era muy apasionada, curiosa, le gustaba la gente, el arte, los animales, la naturaleza. Le gustaba el amor, desde joven tenía un noviecito anarquista y se movía en vínculos de pasión, de ideas, eso en la coyuntura histórica de México se potenciaba. Tengo un punto en común con Frida, somos curiosas y manijas. Aparece también la tristeza intensa. Con las operaciones estaba mucho en la cama postrada, sola, cuando iba a visitarla alguien hacía lo imposible para retener esas visitas y se volvía más creativa, inventaba palabras, obras de teatro, para que quien estuviera con ella la pase bien. Esa era la Frida actriz, carismática, magnética. Intento jugar entre esas delgadas líneas de la alegría, el festejo, el dolor, la soledad, la angustia y la frustración de no llevar adelante el deseo de maternidad. Estaban los viajes, que la sacaban de su círculo íntimo, de las infidelidades de Diego y su indiferencia frente a muchas cosas.

Fuente: Ámbito

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