A darle alas: los antecedentes que tranquilizan a Gallardo para que su River despegue

Lo de Gallardo nunca fue magia, pero a veces se le pareció: a lo largo de su primer ciclo como entrenador de River, son identificables algunos partidos en los que su equipo hace un click y agarra una velocidad crucero alta para el resto de la temporada. Los mejores River del Muñeco siempre tardaron más o menos partidos hasta llegar a ese nirvana permanente por el que se tornaba imparable, indefendible para cualquier rival que estuviera enfrente.

Por supuesto que la versión que mostró el CARP en su debut contra Platense en Vicente López está muy lejos de la que busca el entrenador. Una versión que se mostró por espasmos en algunos tramos de los amistosos contra la Universidad de Chile y sobre todo la selección mexicana: los partidos de preparación en todo caso fueron la prueba de que hay otro River esperando para explotar, en estado de latencia. Ahora necesitará agarrar ese ritmo constante que nunca pudo verse en 2024, pero lo cierto es que hasta los equipos que mejor jugaron en el MG1 demoraron algunas presentaciones para apretar el acelerador y agarrar una recta por autopista.

Acaso por ese motivo Gallardo todavía no se muestre preocupado después de un empate ante el Calamar que pareció haberse jugado el 56 de diciembre del año pasado y no el 25/1 del corriente 2025: sabe el Muñeco que hoy tiene los elementos como para jugar a lo que quiere y a lo que siempre quiso jugar, con futbolistas que en su amplia mayoría ya conocen su idea -ya sea por los últimos meses o porque participaron de su primera etapa- y, sobre todo, con una preparación en SMA que, ahora sí, se terminó de ajustar al leit motiv que identifica al entrenador después de un último tramo de 2024 en el que notó cómo la base física estaba desfasada y pensada para interpretar otro libreto.

Aquellos River que volaban fueron también producto de trabajos de velocidad y resistencia muy duros, pretemporadas cargadas. Y tal vez por eso, identifican en el cuerpo técnico, aquel primer equipo de Gallardo en 2014 fue uno de los que más rápido llegaron a ese nivel arrasador: por entonces, y por el receso largo del Mundial de Brasil, el Muñeco había tenido la posibilidad de trabajar más de un mes entero y eso se notó en un conjunto que pasados los primeros dos partidos contra Ferro por Copa Argentina y GELP desplegó sus alas al tercer juego oficial en aquel 2-0 a Rosario Central que inició una de las seguidillas top de los últimos tiempos.

En 2015, aun con un equipo que no tenía las mismas alas y que debió hacerse más rocoso para ganar la Libertadores, el click también llegó temprano después de aquel cachetazo que fue un 0-5 en un clásico de verano con Boca: el incentivo también tuvo que ver con la inmediata Recopa contra San Lorenzo que River ganó con autoridad más allá de no brillar.

En 2016 la cosa costó un poco más: en un año con altibajos, recién a partir del segundo semestre el CARP agarró cierta constancia de nivel; para 2017, después de amistosos flojos y de perder la Supercopa ante Lanús 0-3, recién en marzo despegó; un año después, acaso en el más glorioso de la historia moderna del club, pasaría algo similar: también en marzo se dio el click, con la recordada final ante Boca por la Supercopa, tras siete partidos bajos que se recordarán por la ironía del Muñeco, que los englobó como “parte de la estrategia” para desorientar al clásico de toda la vida.

Tal vez aún mejor que el de 2018, pero con menos títulos, fue el nivel que mostró en un 2019 que arrancaba torcido con tres derrotas consecutivas en el Monumental ante Defensa, Unión y Patronato que eran parte de la resaca post Madrid: al cuarto juego, con una goleada a Godoy Cruz, el equipo que caería en la final con Flamengo empezó a desfilar. Algo que le pasó a nivel local también en febrero de 2021 (en 2020 casi no hubo actividad por la pandemia) luego de quedar eliminado de la Libertadores con Palmeiras: ese River, de la mano de Julián Álvarez, terminaría siendo multicampeón argentino. En 2022, el último año que arrancó MG, a partir del cuarto partido agarró una línea que se fue desdibujando con el correr de la temporada.

Sí, suele tardar un tiempo, pero en algún momento, también, suelen hacer un click los River de un Gallardo que esperará que la magia suceda el próximo miércoles contra Instituto, pero que sabe que la proyección a futuro tiene buenas expectativas. A darles alas.