
El debate sobre los regímenes fiscales simples y los modelos tradicionales de tributación volvió a ocupar la agenda económica. A medida que crece la actividad independiente y aumentan los montos de facturación, cada vez más contribuyentes se preguntan qué implica permanecer en el monotributo o pasar a ser autónomo, especialmente en un contexto donde los costos, las cargas sociales y la competitividad son variables clave.
Cómo funciona hoy el monotributo y por qué tantos contribuyentes buscan permanecer en el régimen
El monotributo nació como un sistema simplificado destinado a pequeños emprendedores, profesionales y comerciantes, pensado para reducir obligaciones administrativas y unificar impuestos.
Actualmente, más de 3 millones de personas están inscriptas, cuando originalmente estaba previsto para unos 300.000 contribuyentes. El motivo principal para permanecer en el régimen es su simplicidad y su menor costo respecto al de un autónomo.
Entre las características del monotributo se destacan:
- Una cuota mensual integrada que reúne IVA, Ganancias, aporte jubilatorio y obra social.
- Costos previsionales más bajos, especialmente en las categorías iniciales.
- Carga administrativa mínima en comparación con el régimen general.
Sin embargo, la salida del monotributo sigue siendo un problema estructural. Pasar al régimen de autónomos implica entre dos y tres veces más costo fiscal, sumado a una mayor complejidad operativa.
El problema del “salto” y el enanismo fiscal
La falta de un mecanismo de transición genera lo que los especialistas denominan enanismo fiscal, una estrategia en la que los contribuyentes evitan crecer para no superar el tope de facturación.
El límite actual para permanecer en el monotributo es de $94.000.000 por año. Al superarlo, se debe pasar directamente al régimen de autónomos, una transición considerada demasiado brusca por los tributaristas.
Algunas prácticas comunes para evitar ese salto son:
- Reducir ventas con tarjeta para no dejar registro.
- Dividir actividades o limitar operaciones comerciales.
- Evitar incorporar empleados para no incrementar los ingresos declarados.
Según los especialistas, la economía necesita un puente transitorio que permita escalar de manera ordenada, sin desalentar el crecimiento.
Cuáles son las diferencias de costos entre monotributistas y autónomos
Las diferencias entre ambos regímenes son significativas. En el monotributo, la categoría A —la más baja— paga una cuota mensual cercana a $45.000, que incluye impuestos y aportes.
En cambio, un autónomo debe afrontar:
- IVA sobre cada factura, que puede encarecer los precios frente a un monotributista.
- Impuesto a las Ganancias, calculado en función de la utilidad real.
- Aportes previsionales, que superan los $100.000 por mes.
Mientras un monotributista aporta aproximadamente $13.000 de seguridad social en las categorías iniciales, un autónomo paga casi diez veces más. A pesar de esta diferencia, en el momento de jubilarse ambos suelen recibir haberes mínimos, lo que genera cuestionamientos sobre la proporcionalidad del sistema previsional.
Quiénes son considerados autónomos y cómo cambió el perfil en los últimos años
Ser autónomo hoy no está definido por la profesión sino por el nivel de facturación. Si un trabajador independiente supera los $94.000.000 anuales, pasa obligatoriamente a este régimen.
Esto abarca:
- Profesionales independientes.
- Comerciantes.
- Prestadores de servicios.
- Emprendedores con actividad ampliada.
Además, un autónomo puede tener empleados a cargo, para lo cual debe inscribirse como empleador y asumir las contribuciones patronales. En Argentina, por cada $100 que un trabajador cobra de sueldo, se deben ingresar alrededor de $40 adicionales en cargas sociales, lo que impacta en la competitividad frente a otros mercados.
El debate sobre la reforma tributaria y el futuro del monotributo
Los especialistas coinciden en que el monotributo debe continuar, pero con reformas que incentiven el crecimiento. Un sistema escalonado permitiría que los contribuyentes puedan desarrollarse, contratar personal y competir sin quedar atrapados en un régimen del que es costoso salir.
La discusión se centra en generar reglas que permitan:
- Reducir el salto entre regímenes.
- Evitar prácticas de subfacturación.
- Mejorar la proporcionalidad entre aportes y jubilación futura.
- Aumentar la competitividad sin elevar la presión fiscal de manera abrupta.
El análisis cobra relevancia en un escenario donde cada vez más profesionales, comercios y emprendimientos enfrentan decisiones clave sobre su formalización y su crecimiento económico.
Fuente: InfoZona
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