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Presentaron los legados de María Elena Walsh y Sara Facio que irán a España

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La Fundación Walsh-Facio presentó en la sede de la Embajada de España en Buenos Aires los legados de María Elena Walsh y Sara Facio, que serán depositados en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes de Madrid el jueves 2 de octubre. Del evento participaron la presidenta de la Fundación, Graciela García Romero; el embajador, Joaquín María de Arístegui Laborde; el consejero cultural, Roberto Varela; la directora del Centro Cultural de España, Paula Palicio, y la ministra de Cultura de la Ciudad, Gabriela Ricardes.

«Para nosotros supone algo muy especial y muy simbólico. Debo dar las gracias en nombre del gobierno y del Ministerio de Asuntos Exteriores, y muy especialmente al Instituto Cervantes por algo tan relevante para nosotros como es poner de manifiesto la fortaleza y el vigor de nuestras relaciones bilaterales en la cultura que compartimos», declaró Arístegui Laborde, y aludió al «legado monumental de dos grandes mujeres que fueron multifacéticas y muy valientes». Además, celebró que la Caja de las Letras reciba ese «tesoro» y subrayó: «Antes guardaba caudales y hoy guarda algo mucho más importante».

La ministra porteña celebró la cooperación entre ambos países y la posibilidad de que «la ciudad de Buenos Aires esté representada por sus artistas». También destacó la «generosidad de la Fundación» y explicó que el GCBA funcionó como nexo entre las naciones. «Hoy vamos a develar qué es el legado, pero en realidad en esta caja habrá mucho de nosotros. Más allá de qué objeto, qué foto, qué partitura, qué letra o qué manuscrito guardarán, estará el corazón de cada uno de nosotros y de lo que ellas significaron en nuestras vidas, cómo nos forjaron y cómo nos vemos representados en sus miradas, en sus fotos, en sus canciones, en sus poesías», expresó Ricardes.

García Romero agradeció en primer lugar a los amigos que poblaron el salón de la Embajada. La presidenta aseguró que la actividad de la Fundación es «muy vasta y muy diversa» y destacó que sus miembros la llevan adelante «por amor a Sara y a María Elena». «De todas esas actividades, ésta tiene unas aristas que la hacen muy sensible», declaró, e identificó el reconocimiento internacional como «una gesta» que continuará el año próximo con una gran muestra de la obra de Facio en el Instituto Cervantes. «Creo que los argentinos nos sentimos representados por ellas porque, tanto la obra de una como de la otra configuran hilos de un ADN y eso tiene que ver con que ellas aportaron a nuestra construcción cultural».

La presidenta definió el vínculo que las unió en vida como «un hecho cultural» en tanto expresión de ética y libertad. García Romero suele insistir en el valor intrínseco de cada obra por separado, pero también subrayó la potencia de esa unión artística, afectiva, cultural y política. Después de una breve presentación, se proyectaron dos videos con sus voces: un fragmento de una entrevista de la periodista Cristina Mucci –presente en el acto– a Facio emitida por Canal (á) y otro de una entrevista realizada por Gerardo Sofovich a Walsh. «¿Qué es la poesía?», lanzaba Sofovich en aquella nota. Y Walsh respondía: «Es una manera de vivir muy particular y, al mismo tiempo, compartida por la inmensa mayoría. La gente está buscando la poesía, no precisamente en los libros de poesía pero sí en lo que escucha, en las canciones, en los discursos, en imágenes y sentimientos. Se aspira a vivir de una manera poética». «¿Sos anti algo?», era otra de las preguntas del conductor. «Sí, soy anti racismo, anti intolerancia, anti prejuicios. Tengo muchos antis», concluía la poeta.

Ambas tienen obras extensas y García Romero confesó que «elegir los legados fue bastante arduo». En el caso de Walsh, la selección incluye Poemas y canciones, un libro que reúne casi toda su obra poética pero sobre todo Otoño imperdonable y Hecho a mano, que García Romero definió como «dos libros fundamentales»; un pendrive con una entrevista que hizo en 1984 a las Abuelas de Plaza de Mayo en el programa La Cigarra (esa fue la primera vez que alguien las recibía en la televisión); un libro titulado El feminismo, que condensa su lucha por la igualdad de género; una copia del original de «Como la cigarra», un verdadero himno para los argentinos; una pequeña escultura de Manuelita hecha de malaquita que pertenece a su colección privada; dos ediciones de El reino del revés que dan cuenta de la vigencia de su obra; un soporte sonoro con su voz interpretando los Cuentopos de Gulubú; y también va para España una bellísima bitácora artesanal hecha especialmente para la ocasión, con algunas de las intervenciones públicas más memorables de la escritora (entrevistas y columnas sobre la lucha por los derechos humanos o la educación, cuestiones de género y opiniones sobre la coyuntura política, entre otras).

En el caso de Facio, el legado incluye dos libros que muestran su gestión al frente de la Fotogalería del Teatro San Martín y el Museo Nacional de Bellas Artes, además de varios retratos de escritores, un mundo que a ella le interesaba particularmente. Allí están las icónicas fotografías tomadas a Borges, a Cortázar y a María Elena, pero también otras de las que se enorgullecía mucho: los retratos a quienes más tarde recibieron el Premio Nobel de Literatura. Autores latinoamericanos como Gabriel García Márquez (Buenos Aires, 1967), Miguel Ángel Asturias (París, 1967), Octavio Paz (Cambridge, 1970), Mario Vargas Llosa y Pablo Neruda (Isla Negra, 1969). «Yo los elegí antes», solía decir Facio.

La Fundación firmó «a perpetuidad» con el Instituto Cervantes, pero hacia el final del acto García Romero aclaró que a la Caja de las Letras no van originales (salvo la Manuelita) porque la Fundación «cuida, guarda y difunde los archivos con la conciencia de que es patrimonio nacional». En diálogo exclusivo con Página/12, la presidenta remarcó el deseo de crear el Centro Cultural Walsh-Facio y, en relación a esa red afectiva que pudo registrarse en el acto, sostuvo: «Las dos tenían una gran convicción no en los lazos necesariamente familiares sino en los amistosos. María Elena hacía un culto de la amistad, se preocupaba muchísimo si desatendía a sus amigos. No importaba el rol que tuviéramos en el grupo, ellas siempre cuidaban a quienes éramos sus amigos. Sara era una figura increíble de cuidado con su sola presencia. El modo de vincularse era para ellas sumamente importante».

Fuente: Página12

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