Eugenie Bouchard saltó a la fama en 2014 al ganar el título de Nuremberg, alcanzar las semifinales en el Abierto de Australia y Roland Garros, y ser la primera canadiense en disputar una final de Grand Slam: fue en Wimbledon, donde cayó ante la checa Petra Kvitova. Ese año logró su mejor ranking WTA: quinta. Tenía apenas 20 años.
No había dudas: era la nueva cara del tenis femenino. Por impacto mediático, estilo de juego ofensivo, irrupción precoz, simpatía. Pero el viernes 4 de septiembre de 2015, su carrera se apagó: después de vencer en octavos a la eslovaca Dominika Cibulkova en el US Open, Bouchard entró al vestuario del estadio Billie Jean King después de las 10 de la noche. Minutos más tarde, se resbaló y cayó en el piso de la sala de fisioterapia, golpeándose la cabeza. Sufrió una conmoción cerebral. Debió retirarse del torneo y tiempo después presentó una demanda contra la Asociación de Tenis de los Estados Unidos (USTA) por negligencia, argumentando que la limpieza del vestuario había creado una situación peligrosa. La demanda alegaba que la USTA había aplicado una sustancia química limpiadora al suelo, creando una superficie peligrosa para los jugadores. El juicio determinó que la USTA era responsable en un 75% por los daños sufridos por Bouchard, mientras que ella fue considerada responsable en un 25%.

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En la demanda, se expresó que, producto de las lesiones sufridas, su carrera se vio severamente dañada en el aspecto «médico, económico, anímico y deportivo», enfatizando que «desde entonces cayó 13 puestos en el ranking y todo indica que seguirá bajando».
Y así fue: a partir de entonces, las apariciones de Bouchard en los torneos de primer nivel se volvieron esporádicas. Un mes después del US Open, volvió al circuito, pero ni siquiera pudo terminar un partido. En primera ronda, cuando caía por 6-2 y 1-1 ante la alemana Andrea Petkovic, abandonó por mareos. Los últimos meses de 2015 ni siquiera jugó.
En marzo de 2016, tras caer en la final de Kuala Lumpur ante Elina Svitolina, contó: «He sentido síntomas similares a la conmoción y me fui quedando sin energías. Los médicos me dijeron en el segundo set que no continuara, pero era imposible que me retirara. Era una final».
A partir de ahí, todo fue cuesta abajo. Su carrera se fue a pique, pero esto no hizo que su popularidad bajara, sino todo lo contrario. Eugenie Bouchard se transformó en un fenómeno mediático: carisma, presencia en redes y contratos con marcas de renombre la convirtieron en una de las tenistas más populares de su generación. Tiene 2.3 millones de seguidores en Instagram y, de hecho, hasta el año pasado, estando 524° del ranking, tenía mas seguidores que todas las Top Ten actuales.
Fue portada de revistas como Sports Illustrated, participó en campañas de modelaje y protagonizó virales como el que grabó barriendo las hojas de su jardín con una bikini verde. «Los domingos son para trabajar en el jardín». Ese video generó más de 113.000 likes en apenas 24 horas.
“El tenis -dijo alguna vez- es un gran deporte para el atractivo sexual. Usamos faldas cortas, usamos camisetas sin mangas. Es divertido encender la televisión y ver eso. Por ejemplo, pude cerrar inmediatamente grandes acuerdos de patrocinio y me han pedido que saliera en la portada de Sports Illustrated con ropa de baño. Explorar ese sendero definitivamente estaba en mi lista. Es parte de lo que soy, porque lo amo”.
En 2018, con 24 años, viviendo en las Bahamas y 89 en el ranking de la WTA, se hizo viral al declarar que había llegado a más de un año sin relaciones sexuales: 458 días, dijo, para ser exactos. Luego, en 2020, volvió a revolucionar las redes con una propuesta inusual: en plena pandemia, uso su Twitter para buscar novio. Y las ofertas no tardaron en llegar. «No me quejo, pero siento que la cuarentena sería mucho más divertida con un novio», tuiteó la canadiense, en ese entonces 328º del ranking. Entre las miles y miles de respuestas que recibió, apareció la del australiano Nick Kyrgios, que había sido cuñado de Bouchard al salir con su hermana Beatrice. Kyrgios le respondió con unos emojis de risa junto a la palabra «Creasing» (carcajadas).
“El tenis es un gran deporte para el atractivo sexual. Usamos faldas cortas, usamos camisetas sin mangas. Es divertido encender la televisión y ver eso».
El que logró tener una cita con ella fue nada menos que un joven fanático llamado John Goehrke. Todo sucedió durante la final del Superbowl, entre los New England Patriots y los Atlanta Falcons. La tenista era una de las millones de personas alrededor del mundo que seguían la transmisión del partido. Cuando los Falcons avasallaban 28 a 9 a su rival, la tenista le prometió a este seguidor que, si el resultado se terminaba revirtiendo, ella lo invitaría a una cita. Finalmente, los Patriots ganaron 34-28 y, tiempo más tarde, ambos fueron a ver un partido de NBA en primera fila.
En 2019, ya definitivamente lejos de los primeros puestos del ranking, apareció en un entrenamiento previo a su debut en Wimbledon, luciendo un enterizo negro de Nike, al estilo Cat Woman, obviamente para aceptado por el tradicional protocolo torneo. Bouchard, en ese entonces 79° del ranking y que no ganaba un partido desde febrero (en Dubai ante la bielorrusa Vera Lavko), perdería en ese debut en Wimbledon ante Zidansek por 6-3, 7-5, 8-6.

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“El hecho de que la gente me encontrara atractiva mejoró mis contratos e hizo que más gente quisiera venir a verme en todo el mundo. Y creo que eso es bueno para el tenis, para el deporte femenino”, dijo alguna vez. Más allá de esto, en 2024, concedió una entrevista a The Times en la que denunció el odio que sufrió a lo largo de su carrera por su gran actividad en las redes y su participación en campañas publicitarias: «Me odiaban mucho por hacer otra cosa que no fuera tenis. Era una carga que llevaba sobre mis hombros y fue muy duro. Al menos ahora es más aceptado. No es que haya sido la única pionera en hacer estas cosas, pero siento que convertí en un poco más normal».
“El hecho de que la gente me encontrara atractiva mejoró mis contratos e hizo que más gente quisiera venir a verme en todo el mundo».
«No me habría tomado las cosas tan personalmente y no habría dejado que el odio me absorbiera el cerebro. El lavado de cerebro funciona y si empiezas a escuchar cosas negativas sobre ti una y otra vez, es difícil no creerlo. Sólo desearía haber podido controlar eso más y no dejar que afectara mi confianza, porque afectó totalmente la forma en que pensaba sobre mí misma. Incluso afectó mi forma de jugar»

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Bouchard ha jugado muy poco desde 2023, enfocándose en el pickleball (deporte que combina tenis, pádel y bádminton) y como comentarista de Tennis Channel. En lo que va de 2025, apenas ha disputado un partido, la semana pasada, en el torneo W125 de Newport, en Rhode Island, donde perdió en primera ronda con la norteamericana Anna Rogers (168°).
«Me odiaban mucho por hacer otra cosa que no fuera tenis. Era una carga que llevaba sobre mis hombros y fue muy duro».
Ahora, a los 31 años, 1078° del ranking, anunció que colgará la raqueta a fin de mes, luego del torneo de Montreal, su ciudad. «Ya sabrán cuándo es el momento. Para mí, es ahora. Termina donde todo empezó: Montreal».
Bouchard suma 299 victorias y 230 derrotas, en una trayectoria que incluye ganancias oficiales por 6,9 millones de dólares. La organización del torneo de Montreal le concedió una invitación especial para su despedida y espera que en su último torneo convoque una gran cantidad de público.
Fuente: Olé.com.ar
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