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Isleños del delta e investigadores de la UNSAM unieron conocimientos para potabilizar el agua de un río argentino con un novedoso sistema

Los habitantes del delta del Río Paraná, los isleños, dicen que el problema de la contaminación del agua viene desde hace alrededor de 20 años, cuando dejó de ser apta para el consumo humano. Desde entonces, trasladan agua potable desde la ciudad más cercana. Situación que está cambiando con el sistema de potabilización desarrollada entre isleños e investigadores de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

Los isleños formaron cooperativas, como la de Isla Esperanza, para ponerse manos a la obra y defender su modo de vida, que se cierne en torno al río. En esa lucha también les tocó enfrentarse a la inmobiliaria Colony Park, que intentó desarrollar un barrio privado que afectó a las viviendas ubicadas en la zona donde coinciden los arroyos Anguilas y La Paloma. Para cuando el proyecto se logró frenar ante la Justicia, las topadoras ya habían arrasado con veinte casas de las islas.

Por otro lado, estaba el problema de la contaminación, que decantó en, por ejemplo, una peligrosa proliferación de cianobacterias y altas concentraciones de glifosato, un proceso acentuado por la intervención de la inmobiliaria, que había deforestado el delta.

Con ayuda de distintas universidades, como la UNSAM, la UBA y la Universidad Nacional de Luján, los vecinos desarrollaron, entre otras cosas, técnicas para medir la contaminación del agua. Más tarde, la solución vino de la mano de la Escuela de Hábitat y Sostenibilidad (EHyS) de la UNSAM, con quienes trabajaron en un sistema de potabilización del agua de río.

El sistema consiste en la combinación de dos tipos de tratamientos: electrocoagulación, para separar los sedimentos del agua que proviene del río; y ozono-UV, para eliminar la carga bacteriológica.

“Partiendo de las tecnologías que se usaban en la isla, construimos este sistema y aplicamos un protocolo con tiempos de tratamiento. La construcción de la planta, que iniciamos en 2021, también fue un laburo en equipo con la cooperativa”, contó Ignacio Borón, doctor en Ciencias Químicas e integrante de CoSensores y de la división de la UNSAM, en el informe publicado por la universidad.

El sistema de potabilización ideado en la isla

Los isleños ya tenían algunos ozonizadores construidos en sus casas, ventaja que se aprovechó para el proceso de potabilización, que comienza con la captación de agua desde el río. Esa agua se almacena en un primer tanque con capacidad de mil litros, donde se realiza el proceso de electrocoagulación.

450_1000 Isleños del delta e investigadores de la UNSAM unieron conocimientos para potabilizar el agua de un río argentino con un novedoso sistema Todo el trabajo se hizo entre los integrantes de la cooperativa, la mitad de ellos isleños, e investigadores de la UNSAM.

El tanque se deja llenar y se deja decantar el agua por una noche. Al día siguiente, «si hay buen sol, porque nos manejamos con energía solar, hacemos andar unas placas de aluminio que están colocadas dentro del tanque. Esto libera una pequeña descarga que hace que el aluminio de las placas vaya al agua, lo que inicia un proceso de decantación de las partículas de barro y de materia orgánica», cuenta una de las integrantes de la cooperativa Isla Esperanza, quienes trabajaron hombro con hombro con la UNSAM para hacer posible el mecanismo.

La electrocoagulación dura hasta cinco horas y, después, se deja decantar durante varias horas más. La mayor parte del agua clarificada pasa a bombearse al segundo tanque. Esa agua ya sirve para bañarse, lavar la ropa y los platos. A su vez, cincuenta litros pasan a una segunda fase del sistema, donde se realiza el proceso de potabilización.

Esa última parte se hace dentro del galpón de la cooperativa, donde hay un tanque conectado a un sistema de ozonización y una lámpara UV. La combinación de ambos elimina la carga bacteriológica. “El ozono es un gas que se produce a partir del oxígeno que hay en el aire. Le pusimos un temporizador que fija el tiempo de funcionamiento necesario para cincuenta litros: en una hora tenés agua lista para consumo”, explica Borón.

La idea es replicar el sistema ajustando detalles a las necesidades de los usuarios de otras islas, dado que son muchas a las que el agua potable no llega. Mientras tanto, se implementan mejoras continuamente.

Fuente: Xataka.com.ar

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