Hace seis décadas, el rock and roll se electrificó con un riff que resonaría a través de generaciones, marcando un antes y un después en la historia de la música. En mayo de 1965, The Rolling Stones, una banda con apenas un par de años de trayectoria, grababa en los estudios RCA de Hollywood «(I Can’t Get No) Satisfaction», una canción que no solo se convertiría en su mayor éxito, sino que también encapsularía el espíritu rebelde y la frustración de una juventud ávida de cambios.
La génesis de este himno es tan icónica como sus notas iniciales. Cuenta la leyenda que Keith Richards, el legendario guitarrista de la banda, se despertó en una habitación de hotel en Clearwater, Florida, con el famoso riff zumbando en su cabeza. Apenas tuvo tiempo de grabarlo en un rudimentario casete antes de volver a dormirse. Al día siguiente, al escuchar la cinta, se encontró con la memorable secuencia de notas seguida de unos 40 minutos de ronquidos. Afortunadamente, la esencia de lo que se convertiría en un clásico perduró.
La letra, coescrita por Mick Jagger y Richards, reflejaba un sentimiento de insatisfacción generalizada, abordando temas como el consumismo, la explotación comercial y la frustración sexual. En una época donde las canciones pop solían ser más edulcoradas, la crudeza y la honestidad de «Satisfaction» resonaron profundamente con una audiencia joven que se sentía incomprendida y necesitada de autenticidad.

Cómo fue la grabación de «(I Can’t Get No) Satisfaction»
La grabación en sí misma fue un punto de inflexión para la banda. Para crear el efecto final que se escucha en la canción, Richards añadió un fuzz a su guitarra usando el pedal Gibson Maestro Fuzzbox, uno de los primeros pedales de fuzz disponibles en el mercado, convirtiendo a esta canción en el primer número uno en usar este efecto. La voz lasciva y desafiante de Jagger, la sólida base rítmica de Charlie Watts y Bill Wyman, y los aportes de Brian Jones completaron la alquimia sonora que catapultó a «Satisfaction» a la cima de las listas de éxitos a ambos lados del Atlántico.
En el documental de 2022 «My Life as a Rolling Stone», Jagger recordó sobre la grabación: «Estábamos en aquel motel de Clearwater, y recuerdo estar sentado con Keith componiendo la canción ‘Satisfaction’. Andrew Oldham (manager y productor) dijo: ‘Esto es un número 1. ¡Es genial!’ Pero Keith estaba como: ‘En realidad no me gusta. No puede salir como single’. Pero se convirtió en número 1 al instante».
«Fue un gran momento», siguió recordando Jagger. «Se convirtió en la canción de bandera, el grito del corazón, la sexualidad, la controversia. Necesitas tener esa canción que todo el mundo recuerda. Eso marca un enorme cambio, y también te lleva a una etapa más confiada de composición, producción y demás».
El impacto de «Satisfaction» en The Rolling Stones fue inmenso. Los consolidó como una fuerza imparable en la escena musical global, elevándolos al estatus de superestrellas y cimentando su imagen de «chicos malos» en contraposición a la imagen más amigable de The Beatles. La canción les abrió las puertas a giras masivas, contratos discográficos lucrativos y un reconocimiento mundial que perdura hasta nuestros días. Se convirtió en su canción insignia, la que el público esperaba ansiosamente en cada concierto y la que inevitablemente cerraba sus presentaciones con una explosión de energía.
Con álbumes seminales como «Out of Our Heads» (donde se incluyó «Satisfaction»), «Aftermath» y «Beggars Banquet», The Rolling Stones se consolidaron como una fuerza creativa innovadora, explorando una amplia gama de estilos musicales, desde el blues y el rock hasta el folk y el rhythm and blues. Canciones como «Paint It Black», «Sympathy for the Devil» y «Gimme Shelter» se sumaron a su impresionante catálogo de clásicos, pero «Satisfaction» siempre ocupó un lugar especial en el corazón de sus seguidores y en la historia del rock.

Reversiones y el legado de «(I Can’t Get No) Satisfaction»
A lo largo de los años, «(I Can’t Get No) Satisfaction» ha sido objeto de innumerables versiones, cada una aportando su propio matiz al clásico. Desde la enérgica interpretación de Otis Redding (la favorita de Richards), que le dio un toque soul y visceral, hasta la psicodélica adaptación de Devo en los años 70, la canción ha demostrado su versatilidad y su capacidad para trascender géneros y estilos. Otras versiones notables incluyen las de Britney Spears, que generó controversia por su acercamiento pop, y la de Cat Power, que la despojó de su electricidad para revelar una melancolía subyacente.
Sesenta años después de su grabación, «(I Can’t Get No) Satisfaction» sigue siendo un himno atemporal que resuena con la misma fuerza y vitalidad que en 1965. Su riff inconfundible, su letra contestataria y su energía contagiosa la han convertido en un símbolo de la rebeldía juvenil, la frustración social y el poder perdurable del rock and roll. La canción no solo definió a The Rolling Stones, sino que también ayudó a moldear el panorama musical y cultural de una era.
Fuente: Ámbito
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