Volver a ser: el Platense de Walter Zunino

Con incertidumbre, mucha incertidumbre, pero con la ilusión de volver a ser. El 2025 fue una montaña rusa para los hinchas de Platense. Pocos, por no decir ninguno, imaginaban que cuatro años después de haber regresado a Primera el fútbol les tendría la más grata de las sorpresas. «Platense campeón, un grande», tituló Olé tras la final del Torneo Apertura. 125 años tardó esa tapa en escribirse, y llegó gracias al inolvidable remate de Guido Mainero, quien también pasará a la inmortalidad.

El futuro parecía ser auspicioso para el Calamar luego de la consagración, pero la suerte -la del campeón- se esfumó. La dupla campeona integrada por Sergio Gómez y Favio Orsi se bajó del barco, dando comienzo a un naufragio que lo llevó a perecer en las profundidades del Clausura. De primero a último, sin escala. El capitán de la debacle fue Cristian González. y si bien mucha tela se ha cortado sobre su efímero ciclo, sus jugadores dejaron en claro, en diálogo con este medio, que el Kily les ha dejado más de una enseñanza.

La tormenta pasó. Tras un breve interinato de Hernán Lamberti y Guillermo Báez, el sol volvió a brillar en Vicente López, y se percibe cierta nostalgia en el ambiente. Algunos pilares del equipo campeón se fueron derrumbando, pero los bastiones siguen presentes. A seis meses del título, Vicente Taborda y Juan Pablo Cozzani, además de los mencionados entrenadores, continuaron sus carreras en otros destinos, mientras que los inoxidables Nacho Vázquez y Mainero o el resiliente Juan Ignacio Saborido siguen diciendo presente.

Han aparecido otras figuras: Ronaldo Martínez rompió con todo tipo de apuesta y se consagró como goleador del último torneo con ocho goles, más allá del flojo rendimiento de su equipo. Pero la gran novedad de este Platense es su flamante entrenador: Walter Zunino. El ex ayudante técnico de Orsi-Gómez tomó las riendas cuando nadie lo esperaba y tendrá su primera experiencia como entrenador.

Más inesperado aún será su debut, nada menos que en una final. Por el Trofeo de Campeones, ante Estudiantes, el Calamar quiere bordar su segunda estrella. «Las finales son partidos aparte», supo afirmarle Bautista Barros Schelotto a Olé en los días previos al encuentro con el Pincha. Lo cierto es que, independientemente de su carácter definitorio, es inevitable pensar este partido como una prueba de fuego.

¿A qué va a jugar el Platense de Zunino? ¿Hará lo mismo que el equipo campeón o irá por un estilo de juego más vistoso? Mucho se habló sobre el debut del deté, pero en definitiva la verdad se verá una vez que la pelota empiece a rodar. «Estamos bien», concluyó Mainero palpitando la final, y no es para menos. En Vicente López se respira otro aire, son vientos de cambio. La base está, y es solida.

Las dudas sobre la continuidad de los referentes (en los últimos días se habló insistentemente sobre un ofrecimiento de San Lorenzo por Nacho Vázquez) pasarán a segundo plano. Los casi 7000 hinchas que se harán presentes en el Estadio Único de San Nicolás van con el mismo objetivo que los jugadores, seguir haciendo historia.

Hay cuestiones a rever, por supuesto. La principal está en el arco, Federico Losas atajó durante gran parte del Clausura -ante la salida de Cozzani- y la falta de resultados lo hizo perder el puesto. El rendimiento de Andrés Desábato, quien lo reemplazó en la recta final del campeonato, tampoco estuvo a la altura y es la duda más importante del equipo.

Los integrantes del plantel destacaron la faceta defensiva como una de las fortalezas de este renovado Tense, además de ser la faceta a la que más atención le está prestando Zunino en los entrenamientos. En esa dirección, trascendió que la formación en San Nicolás estaría orientada a un 4-2-3-1, con Ronaldo Martínez como referencia de ataque.

Restan horas para conocer esta nueva versión de Platense. La de un equipo que quiere volver a ser y quedar en la historia una vez más.