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Tres siglos de música sacra para celebrar al Papa Francisco

tres-siglos-de-musica-sacra-para-celebrar-al-papa-francisco Tres siglos de música sacra para celebrar al Papa Francisco

Obras del siglo XVIII y un estreno absoluto. Tres siglos de música sacra en Latinoamérica para rendir homenaje al Papa Francisco en el día de su nacimiento. Sobre esa idea se configura el concierto que el miércoles tendrá lugar en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced (Reconquista 209) con la participación del Coro Nacional de Música Argentina y el Ensamble Interamericano Contemporáneo, integrado por destacados músicos de las principales orquestas de Buenos Aires, bajo la dirección de Federico Ciancio. El evento cuenta con el apoyo de Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires, el Arzobispado de Buenos Aires, la UCA, la UNTREF y la Universidad Nacional Autónoma de México. El inicio del concierto, que tendrá entrada libre y gratuita, está previsto para las 20. El ingreso será por orden de llegada hasta completar el aforo del espacio.

En el sugestivo marco de “la Merced”, uno de los templos católicos más antiguos de la ciudad, se estrenará Nican Mopohua, una cantata sacra de Pedro Chemes para orquesta y coro, compuesta en idioma náhuatl –la lengua hablada por los Aztecas o Mexicas– y dedicada a Francisco. El programa se completará con Hoy que Francisco reluce, un villancico de Roque Ceruti, y Salmos de vísperas, de Doménico Zípoli, compositores italianos que en el siglo XVIII desarrollaron su actividad en las colonias de América. Ceruti trabajó en el Virreinato del Perú y Zipoli en las reducciones jesuitas de Paraguay.

“Hacía tiempo que con Francisco Varela, programador artístico del Coro Nacional de Música Argentina, conversábamos en torno a la idea de estrenar la cantata sacra Nican-Mopohua”, comenta Chemes a Página/12. “Al mismo tiempo, el Coro pensaba en un concierto homenaje al Papa Francisco para el aniversario de su nacimiento, en base a obras del barroco americano. Nos pareció natural entonces incluir la cantata, ya que si bien es una obra contemporánea está animada por el espíritu de la música que escribieron los jesuitas en el siglo XVIII”, continua el compositor. Además, al musicalizar un texto del 1500, escrito en idioma náhuatl, que relata las apariciones de la virgen de Guadalupe al indio Juan Diego, estábamos poniendo en vigencia ese legado de integración al que se aspiraba lograr en las misiones jesuíticas”, agrega Chemes.

Nacido en Buenos Aires en 1964, Chemes remite su recuerdo de Zípoli a la infancia, entre los discos que su madre a menudo escuchaba. “Desde entonces me atrae su música y también su historia, la de un músico que siendo reconocido en Europa decide por extrañas razones venir a América, a ese paraíso que debió ser Córdoba en el 1700, para escribir música y también estudiar teología, apartándose del prestigio y acaso buscando algo más profundo”, dice el compositor. “Otro recuerdo viene de mi habitación de adolescente, donde tenía el afiche de una exposición con una talla jesuítico-guaraní. Siempre me llamó la atención lo que trasmitía esa talla, que no era española ni guaraní sino que era algo nuevo, con lo que instintivamente me identificaba. Por todo esto, formar hoy parte de un programa que incluye a Zípoli, que conmemora los 300 años de música sacra en Latinoamérica y que rinde homenaje al papa Francisco me genera una profunda emoción. También por eso decidí dedicarle la obra. ¡Ah! te sumo otra: mi padre me puso de segundo nombre Ignacio”, dice el compositor.

Nican Mopohua cuenta las apariciones de la Virgen de Guadalupe al indio San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac. “Es un texto de 1556, de notable riqueza literaria y espiritual. Está escrito en idioma náhuatl con caracteres latinos y es atribuido a Antonio Valeriano de Azcapotzalco, un noble indígena y erudito formado en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, quien habría escuchado el relato directamente de Juan Diego”, explica Chemes. “En el relato aparece la imagen de la virgen María reflejada en la tilma de Juan Diego. Lo interesante es que en la imagen aparecen simbologías propias del pueblo náhuatl y otras que remiten a los españoles. Por eso la virgen de Guadalupe, que se venera desde el sur de Estados Unidos hasta Ushuaia, es considerada un símbolo de integración”, sostiene Chemes. “Yo musicalicé el texto y lo hice en náhuatl y castellano, con el asesoramiento del doctor Salvador Reyes Equiguas, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, especialista en lengua náhuatl y en la cultura mexicana del periodo colonial”, agrega el compositor.

Tres siglos de música sacra en Latinoamérica no reflejan sólo la historia de un sonido, un instrumentario y un repertorio con sus propias particularidades, sino la gesta del encuentro, cuando no el choque, que configuró esas particularidades. Compuesta con un lenguaje contemporáneo y algunos elementos del folklore latinoamericano, la obra de Chemes busca proyectar ese espíritu que determinó el encuentro. “Nican Mopohua dialoga sobre todo con el período histórico y las circunstancias en las que fueron compuestas muchas de las obras sacras del siglo XVIII, que también adoptaron textos lenguas originarias, incluso algunas escritos por los nativos. Me ligo así a cosas que tienen que ver con la búsqueda por resignificar el cristianismo, como lo hicieron los griegos y latinos en Europa. Eso que llevó a que los nativos de América, en su momento, les digan a los españoles que los verdaderos cristianos eran ellos”, continua Chemes. “Intento después de cuatro años de trabajo prolongar la resignificación del cristianismo que se hizo desde América, por supuesto sin renegar de mi formación en la tradición europea. En fin, traté de crear algo nuevo y representativo, lo que sentía al ver las tallas Jesuítico guaraníes. Es mucho, ya sé, pero por ahí va el intento”, concluye Chemes.

Para Federico Ciancio, director de la ejecución al frente del Coro Nacional de Música Argentina y el Ensamble Interamericano Contemporáneo, en toda obra cantada el trabajo con el texto es siempre la primera prioridad y en este sentido Nican Mopohua constituye un momento especial. “Trabajar sobre el texto guadalupano en su idioma original, el náhuatl, es un gran compromiso. El sonido de las palabras de alguna manera nos resulta ajeno y partiendo de ahí se configura el desafío de hacer una recitación expresiva desde el punto de vista retórico, una búsqueda de la ‘musica verbalis’ propia de la ejecución barroca”, asegura Ciancio. “Gracias a que Pedro incluyó en la composición el texto también en español, en una suerte de doblaje casi simultáneo, se facilita un poco el trabajo ya que al momento de cantar en náhuatl podemos hacer que los cantantes roben la expresión de las frases equivalentes en español. En su relación con el texto, la música no pretende expresar el afecto en sobre cada palabra sino que busca una expresividad general, como en una suerte de pintura sonora, muy colorida y efectiva, que ayuda al oyente a ‘ver con los oídos’”, sostiene el director.

“Hay un hilo que une a estas obras y que tiene que ver con que es música escrita y pensada para nuestro continente y de distintas maneras estas música nos hablan de la historia de dominación que sufrió y sufren nuestros territorios. La obra de Pedro está dedicada a la Virgen de Guadalupe, protectora de las víctimas de La Conquista, y las obras de Zipoli y Ceruti fueron utilizadas como elementos evangelizadores destinados a conquistar mediante la potencia seductora de música bellamente escrita”, asegura Ciancio, una de los intérpretes más importantes en la ejecución históricamente informada de la música antigua en nuestro país. “Pero el motivo principal de este concierto es el de homenajear al Papa Francisco, ferviente guadalupano, perteneciente a la orden jesuítica como Zipoli. No es casual que para este programa hayamos elegido la obra de Ceruti, cuyo texto destinado a San Francisco comienza diciendo ‘Hoy que Francisco reluce en ardiente llama’ y nos da un cierre musical festivo, en el que cantaremos este texto pensando no en San Francisco de Asís sino en nuestro propio Francisco, Jorge Mario Bergoglio, que aún quienes no somos religiosos lo consideramos una persona que ha hecho aportes muy valiosos a nuestro tiempo”, concluye el director.

Fuente: Página12

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