Costas, de subestimado a pelear por todo

Los cuatros semifinalistas hicieron méritos para están donde están. En especial, durante este minitorneo que se arma con los playoff. Pero hay uno en especial al que si le sacaran la camiseta, rápidamente se podrían identificar cuál es el entrenador correspondiente. Y eso no habla ni mal ni bien del resto de los equipos, sino que describe una situación que lo hace diferente.

Este Racing es el Racing de un técnico que fue ciertamente subestimado. La forma en la que Gustavo Costas vive, sufre, se enoja, celebra, habla y gesticula el fútbol llevó a que muchos lo caricaturizan. Se cayó en un par de festejos, chocó a su ayudante en otro, se lo vio desbordado. No importa que se trate de un córner, un gol o un lateral. Pero no alcanza ni tampoco es justo circunscribir a Costas al valor pasional.

Que tenga una actitud general que logra transmitirle a sus dirigidos es muy cierto pero eso no es suficiente para ganar los títulos que ganó ni para que su equipo sea el único club argentino en llegar este año a la semifinal de la Libertadores y meterse entre los cuatro mejores de la competencia local.

Costas debió surfear una ola complicada. La ida de Salas a River, independientemente del peso e influencia del jugador en el poderío ofensivo de la Academia, fue un golpazo que traspasó el hecho deportivo. No pudieron traerle refuerzos de ese nivel (¿había posibles?) para equilibrar la historia. Y así y todo, lo sacó adelante.

Hay modificaciones que sacuden a los grupos y son muy complicadas de digerir. Gestionar el ingreso como titular de Cambeses en lugar de un referente interno, capitán y líder como Arias no es sencillo y también lo resolvió. Debió descuidar un rato el torneo local pensando en la Libertadores, arriesgó prestigio porque en un momento no se llegaba a estar entre los ocho mejores para continuar, apostó a jugadas difíciles como las de Rojo y finalmente enderezó la nave a esta dulce realidad.