
La comisión de Asuntos Constitucionales del Senado avanzó esta tarde con un dictamen para ratificar la versión original de la ley opositora que acota el margen y tiempos de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), que la Cámara alta aprobó en septiembre pasado y luego fue modificada por Diputados. Radicales y peronistas disidentes enojados con el Gobierno libertario fueron quienes empujaron hoy con más ahínco, aunque la firma en disidencia del kirchnerismo sorprendió a todos y sembró dudas sobre el tratamiento de la iniciativa de cara al recinto.
Cuando una Cámara -Senado, en este caso- aprueba una norma y la envía a la otra -Diputados-, ésta puede sancionarla o realizarle modificaciones, que es lo que ocurrió con un artículo. Al regresar a la de origen, los cambios pueden ser aceptados o revalidar la versión inicial. Eso es lo que buscaron hoy los zigzagueantes exdialoguistas del peronismo disidente -la cordobesa y titular de Asuntos Constitucionales, Alejandra Vigo– y el jefe de bloque de la UCR, Eduardo Vischi (Corrientes).
Lo que nadie previó fue lo de la justicialista riojana Florencia López, del Frente de Todos, quien deslizó un acompañamiento en disidencia para no frenar el tema, pero con la aclaración de que el interbloque prefiere lo de Diputados. La legisladora y ex vicegobernadora dijo que “insistir sobre el mismo texto sin escuchar” a la Cámara baja podía llevar que la ley “dure poco”. Se refería, en realidad, a un inevitable veto del Ejecutivo y una eventual insistencia, ya con la nueva conformación del Congreso. Es decir, un adiós anticipado. El argumento fue insuficiente, ya que la numerología se conoce desde hace largas semanas.
El consejo de López fue oído con incredulidad por Vigo, Vischi y otros senadores presentes, que calificaron como “rarísima” a la jugada. En realidad, lo que muchos percibieron fue una probable pequeña ventana de ida y vuelta con el Gobierno. Lo más gracioso es que los ex dialoguistas quedaron como los más opositores a la Casa Rosada, justo cuando sus gobernadores vienen de reunirse con el primer mandatario. El mundo del revés.

Ahora, veamos el proyecto. A principios de septiembre último, una envalentonada oposición metió 56 voluntades -sobrados dos tercios- para imponer que los DNU tengan un plazo de 90 días de corrido para ser aprobados sin excepción y “con mayoría absoluta” por Diputados y el Senado. En la actualidad, si ambas Cámaras no lo voltean -sin registro de tiempo-, los mismos siguen en curso. Además, el texto incorpora que, ante la votación negativa de un solo Cuerpo, también caerían, salvo los derechos adquiridos durante el potencial y corto tiempo de vida.
La yapa es que cada decreto deberá referirse a un área en particular, con el fin de evitar una ensalada de temas. En resumen, una más que tardía restricción a la ley que impulsó Cristina Kirchner como senadora en 2006 y que fue usufructuada por todas las administraciones. Según la oposición, Javier Milei abusó de la metodología y ahora, a casi 20 años de uso y en un rapto de razón, hay una demanda para revisarla con premura. Hasta hoy, cuando el kirchnerismo dio la nota, con el porteño Mariano Recalde al lado de López. Un giro de 180 grados no será nada más para el Ejecutivo vigente, sino también para los del futuro.
¿Qué pasó en Diputados? No llegó a la mayoría absoluta el artículo de los 90 días. Como ahora es avalar ese cambio o insistir con la versión original, los exdialoguistas apostaron por la segunda opción. Los fundamentos de la riojana fueron que, como en la Cámara baja no se blindó todo el texto y, ante una reconfiguración compleja allí para la oposición desde diciembre, lo mejor era priorizar en la modificación de allí.
Lo más importante: en caso de llegar al recinto -no hay fecha-, el Senado tendrá que votar con la misma carga de septiembre último -dos tercios- para ratificar su versión inicial. Imposible sin el Frente de Todos subido a ese barco. Esto no quita que todo pegue otra vuelta en los próximos días y el Frente de Todos reconsidere su postura. No parece ser el caso, ya que decisiones de este tenor son más que estudiadas antes de ejecutarlas. Esta tarde, algo se asomó y en los próximos días se sabrá hasta dónde llegan los supuestos entendimientos. “Claramente, la conversación no es con nosotros. Es con los K. Se potencian en la grieta y, en el medio, morimos todos”, lanzó un experimentado dialoguista al término del convite de hoy.
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