23/09/2025 15:51hs.
«Fuimos a jugar a Bolivia y no nos creían que éramos la Selección Argentina», recuerda Miguel Ignomiriello, en diálogo con Olé. Fue solo una de las adversidades que tuvo que enfrentar el histórico entrenador de la Selección Fantasma, o como él la llama, la Selección de Altura, hace 52 años en las Eliminatorias para el Mundial del ’74. A continuación, la historia.
¿Qué fue la Selección Fantasma y por qué se armó?
En el 1973, en los pasillos de Viamonte 1366, sede de la Asociación del Fútbol Argentino, se temía lo peor de cara a la venidera competencia mundialista. Argentina venía de ausentarse en la edición anterior de México 1970. «Yo le hice entender a Raúl D’Onofrio (padre de Rodolfo, ex presidente de River), que en aquel entonces era interventor de la AFA, que la Selección ya se había quedado afuera de México 70´, y que si no entrábamos al Mundial 1974 podíamos perder la sede del 78′», explica Miguel, que trabajaba en el Seleccionado. El DT principal de la Mayor era Enrique Sívori.
Y con ese temor, se activó un protocolo de urgencia sin precedentes. Argentina debía ir a jugar en Bolivia -donde nunca había conseguido ganar-, en un encuentro clave para conseguir la clasificación. En 1969, con un lapidario 3-1 en La Paz, la Selección había complicado sus chances para luego quedar eliminada de local ante Perú en la Bombonera. Entonces, Ignomiriello tuvo una idea que dejó atónitos a muchos: armar un seleccionado B que estuviera 35 días en La Quiaca, con el objetivo de adaptarse a la altura de la capital boliviana. Y de conseguir un buen resultado. Se aceptó la idea, pero…
-¿Con cuánto tiempo de anticipación se planeó el viaje a la altura?
-Yo ya tenía varios viajes a la altura, con San Lorenzo y con Estudiantes. Pero en 1959, un jugador de Central Córdoba de Rosario (Roberto Bassignani), falleció jugando en La Paz, y quedó el trauma. Por ejemplo, Néstor Rossi y Enrique Sívori ponían en sus contratos que ellos no iban a la altura. Entonces yo empecé a investigar sobre el tema, hablé con médicos especializados y llegué a la conclusión de que había que ir, por lo menos, treinta días antes de jugar, para aclimatarse.
-¿Fuiste vos el que planteó la idea entonces?
-Yo le expliqué a D’Onofrio la situación, y entre los dos decidimos armar una selección de altura. Lo único que me pidió fue que no le saque jugadores a los equipos grandes, que después lo volvían loco. Entonces armé un plantel con juveniles. Junto a Sívori, que era el técnico de la Selección Mayor, nos pusimos de acuerdo en que el seguiría dirigiendo los partidos mientras yo me ocupaba de la concentración, y que luego en Bolivia jugarían mis jugadores.
-¿Cómo se eligió el lugar en el que concentrarían?
-Nuestra idea inicial era hospedarnos en La Quiaca, que está a 3.442 metros sobre el nivel del mar (altura similar a la de La Paz), pero como estaba cerrado el aeropuerto de La Quiaca decidimos quedarnos en Tilcara (2465m), y viajar todos los días para entrenar.
«Yo ya tenía una lista armada, que fue la que compitió en el Torneo Sub19 de Cannes», explica Miguel. Y es que aquel seleccionado juvenil, que se mantuvo 25 partidos invictos y salió campeón en Francia, estaba formado por jugadores que luego harían historia en nuestro fútbol.
Ricardo Bochini, que llevaba pocos partidos en la primera de Independiente, Ubaldo Matildo Fillol, que por aquel entonces atajaba en la Reserva de Quilmes, y Daniel Bertoni, de la quinta del Cervecero, eran solo algunos de los nombres que asomaban en aquel equipo.
La convocatoria de Mario Kempes
-¿Cómo llega Mario Kempes a aquella Selección?
-Yo conocía a Hugo Promacio, que lo tenía de San Lorenzo, y luego fue enviado al club San Francisco de Córdoba, donde lo conoció a Kempes. Un día, salía de la sede de Avenida La Plata, y me lo cruzo a Hugo, que ya había dejado el fútbol, y me contó sobre este jugador. Me dijo que era grandote, que jugaba bien de espalda, y que tenía potencia. Me fui a Córdoba, donde jugaba él, y de entrada me pareció apto para la Selección de Cannes. Después formó parte del equipo de altura.
Aquel equipo juvenil partió hacia Tilcara el 19 de agosto, con Miguel Ignomiriello a la cabeza, a poco más de un mes del enfrentamiento con Bolivia. No tenían lujos, tampoco comodidades, pero los problemas se agudizaron con el pasar de los días. Y es que D’Onofrio, que ejercía en calidad de interventor, fue destituido y la AFA pasó a ser comandada por Horacio Bruzone. «Se olvidaron de nosotros, dejaron de enviarnos plata y comida. Comenzamos a jugar partidos para pagarnos el hotel», se lamenta Miguel.
-¿Ahí surgió el nombre de la Selección Fantasma?
-Eso surgió por un periodista, José María Otero, que iba todo el tiempo a preguntar por nosotros, y la realidad es que nadie sabía dónde estábamos, entonces tituló: ‘Es una Selección Fantasma’. Fue una situación extremadamente complicada para nosotros, fuimos al Cuzco, a Perú, y por la huelga de hoteles no teníamos donde hospedarnos. Incluso cruzamos a Bolivia a jugar partidos que estaban tasados en 5000 dólares, y cuando ganábamos no nos querían pagar, argumentando que nosotros no era la Selección, que la Argentina estaba jugando en Alemania.
Y es que razón no faltaba para creer eso, el combinado mayor, dirigido por Sívori, viajó al Viejo Continente e hizo historia ganándole al seleccionado teutón en el Olímpico de Múnich. «Histórico triunfo argentino en Alemania», titulaban los medios por aquel entonces. Mientras tanto, los chicos de Ignomiriello luchaban por sobrevivir en la altura de Tilcara.
Mostaza y Jota Jota no aguantaron
-¿Ahí comenzaron los problemas con Reinaldo Merlo y Juan José López?
-En realidad, Mostaza y Jota Jota no querían saber nada por estar ahí, y yo los entendía. Ellos eran jugadores de primer nivel, jugaban en la primera de River, y estaban compartiendo con Mario Kempes. A Mario en ese momento lo conocían la mamá y el papá, no mucho más, entonces era lógico. Se sentían extremadamente molestos de no ser parte de todo lo que estaba viviendo el seleccionado mayor. Y el problema era que estaban alterando la convivencia.
-¿Qué medida tomaste?
-Entonces, yo por primera y única vez, incorporo un psiquiatra a la concentración. En un principio era para saber si lo de la altura era un factor mental, o de donde venía, no quería que eso maneje el plantel. Pero la realidad es que ellos dos estaban volviendo locos a todos, a los compañeros y a los médicos. Estando en Mina Aguilar, que es más alto que Tilcara, les dije: ‘Yo los entiendo, son jugadores de primer nivel, los voy a liberar y se vuelven a Buenos Aires’. En un principio me insistieron para quedarse, pero ya había avisado en la AFA. Era entendible, la comida era pésima, estábamos en hoteles deplorables, no era para ellos.
El que los reemplazó fue Aldo Pedro Poy, que jugaba en Rosario Central y se convirtió en un referente de aquel seleccionado. «El error primario fue mío de haberlos incorporado», dice Miguel.
El conflicto con Sívori
La gran cita era el 23 de septiembre de aquel año, en el Hernando Siles de La Paz, pero surgió un nuevo inconveniente. Enrique Ómar Sívori rompió con lo pactado, y determinó que sus futbolistas serían los que irían en busca de la clasificación en suelo boliviano. «Sívori fue un jugador excepcional, de los mejores que vi, pero como técnico tenía bastantes falencias», explicó.
El Cabezón venía de dirigir un puñado de partidos en Estudiantes y en Rosario Central, y con esa experiencia asumió el cargo en la Selección Argentina: «El se ponía de acuerdo con los jugadores, porque había sido uno, entonces ese día no lo puso a Fillol, lo puso a Daniel Carnevali, y la diferencia era abismal entre ambos».
-¿Lograron un acuerdo?
-En realidad no discutimos, yo le hice ver mi punto de vista, el era el técnico de la Selección y eso tenía que respetarlo, es lógico. Nunca tuve mucho vínculo con él, le costaba dialogar. Por lo grande que fue, siempre tuvo un ego muy grande. Finalmente, el once inicial estuvo conformado por siete de la selección de altura y cuatro de Sívori.
Un gol de palomita de Oscar Fornari le dio el triunfo a la Selección Argentina, que selló su clasificación a Alemania 1974 y consiguió su primer triunfo en suelo boliviano. Además, aquel día, un joven Ricardo Bochini debutó en la Selección Mayor. De aquellos 16 futbolistas que vivieron una odisea en Tilcara, solo cuatro fueron recompensados por Sívori: Fillol, Glaria, Kempes y Poy fueron convocados a la Copa del Mundo.
Pero los problemas no terminaron ahí para Ignomiriello. Al volver a Buenos Aires, el regreso que fue tan discreto que hacía pensar que la sociedad no era consciente de lo que se había logrado, el entrenador se dirigió a la sede de Viamonte 1366 para reclamar lo que le correspondía.
«Cuando fui a cobrar el premio no me lo pagaron, la nueva CD argumentó que yo había inventado el nombre de la Selección Fantasma para hacerlos quedar mal», recordó. Además, contó que fue Roberto Fontanarrosa el que le recomendó que no iniciara acciones legales contra la AFA.
Pero si hay algo que tiene claro Miguel Ignomiriello es que aquel esfuerzo valió la pena. A sus 98 años, es consciente de que su influencia en esos 35 días marcó el camino de aquellos chicos que luego se convertirían en leyendas. «El fútbol me ha dado grandes satisfacciones, y verlos triunfar fue una de ellas», concluyó.
Los 16 de la Selección Fantasma
Ubaldo Fillol, Jorge Tripicchio, Rubén Glaria, Osvaldo Cortés, Néstor Chirdo, Daniel Tagliani, Jorge Troncoso, Reinaldo Merlo, Rubén Galván, Marcelo Trobbiani, Ricardo Bochini, Oscar Fornari, Mario Kempes, Aldo Poy, Reinaldo Merlo y Juan José López. DT Miguel Ignomiriello.
Fuente: Olé.com.ar
Share this content: