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Un hallazgo que reescribe la historia: Encontraron el primer hijo de un neandertal y un humano moderno 

un-hallazgo-que-reescribe-la-historia-encontraron-el-primer-hijo-de-un-neandertal-y-un-humano-moderno Un hallazgo que reescribe la historia: Encontraron el primer hijo de un neandertal y un humano moderno 

El hallazgo, considerado un hito en el estudio de la evolución humana, fue dado a conocer por la Universidad de Tel Aviv en un comunicado oficial.

El trabajo, publicado en la revista científica L’Anthropologie, se centró en el análisis de un fósil de un niño de aproximadamente cinco años encontrado en la cueva de Skhul, ubicada en el Monte Carmelo, al norte de Israel. Según los investigadores, el fósil tiene una antigüedad de alrededor de 140.000 años y constituye una prueba directa de la hibridación temprana entre neandertales y Homo sapiens, dos linajes que durante décadas fueron considerados como especies totalmente separadas y sin contacto prolongado.

Un fósil con dos historias evolutivas

El cráneo del niño de Skhul mostró un patrón llamativo: por un lado, la forma externa y general del cráneo se asemeja a la de los humanos modernos, mientras que varios rasgos internos corresponden de manera inequívoca a los neandertales. Entre ellos, los científicos señalaron el sistema de vasos sanguíneos que irrigaban el cerebro, la estructura de la mandíbula inferior y la anatomía del oído interno, características que hasta ahora se habían considerado exclusivas de la especie extinta.

La utilización de tecnologías de escaneo avanzado y modelado 3D permitió a los especialistas analizar las estructuras internas del fósil con un nivel de detalle inédito. Este procedimiento confirmó la naturaleza híbrida del niño, que no puede atribuirse exclusivamente a ninguna de las dos poblaciones humanas.

Más atrás en el tiempo

Hasta este descubrimiento, la mayoría de las pruebas de mestizaje entre neandertales y humanos modernos se situaban entre 60.000 y 40.000 años atrás, período en el cual los Homo sapiens que habían salido de África ya se expandían por Eurasia. De hecho, los análisis de ADN realizados en las últimas dos décadas habían revelado que, tras la desaparición de los últimos neandertales hace unos 40.000 años, entre un 2% y un 6% del genoma de la humanidad actual es de origen neandertal.

Sin embargo, este nuevo hallazgo hace retroceder la cronología del mestizaje en casi 80.000 años. El niño de Skhul demuestra que estos encuentros comenzaron mucho antes de lo que se pensaba, en un período en el que el Cercano Oriente funcionaba como una verdadera encrucijada evolutiva.

El Monte Carmelo, un punto de encuentro

Los registros arqueológicos muestran que los primeros neandertales habitaron lo que hoy es Israel hace aproximadamente 400.000 años. Posteriormente, con la llegada del Homo sapiens desde África, hace unos 200.000 años, la región se convirtió en un escenario de convivencia y contacto. Los especialistas creen que allí, en cuevas como la de Skhul y Tabun, los grupos humanos no solo compartieron territorios de caza y recursos naturales, sino que también establecieron vínculos sociales más complejos de lo que se había supuesto.

El fósil de Skhul constituye hasta el momento la prueba más antigua conocida de conexiones biológicas y sociales entre neandertales y Homo sapiens. Para los investigadores, este tipo de hallazgos obliga a repensar los modelos tradicionales sobre la evolución humana, que durante mucho tiempo describieron a los neandertales como un grupo separado, competidor y finalmente reemplazado por los humanos modernos.

Una historia de absorción

De acuerdo con el estudio, los neandertales locales terminaron desapareciendo no como producto de una extinción abrupta, sino porque fueron absorbidos gradualmente por la población humana moderna. Esa absorción se dio a través de generaciones sucesivas de mestizaje, que dejaron huellas genéticas todavía presentes en millones de personas.

Los autores subrayan que este proceso fue seguramente complejo: implicó tanto cooperación como competencia, intercambio cultural, adaptación a entornos difíciles y transmisión de conocimientos prácticos. No se trató simplemente de un reemplazo, sino de una fusión parcial de linajes que hoy puede rastrearse en el ADN de poblaciones de todo el planeta, en especial en Europa y Asia.

Lo que revela la genética

Desde que en 2010 se publicó el primer borrador del genoma neandertal, la visión sobre estos homínidos cambió radicalmente. Hoy se sabe que no eran un “pariente lejano” sin relación con el Homo sapiens, sino que forman parte directa de la historia de a especie. El hallazgo en Skhul aporta una confirmación física a lo que la genética ya venía señalando: la separación entre Homo sapiens y neandertales nunca fue absoluta.

Además, los especialistas recuerdan que estos intercambios tuvieron consecuencias en la adaptación humana. Algunos genes heredados de los neandertales están asociados con el sistema inmunológico, con la tolerancia a ciertos climas fríos e incluso con predisposiciones a enfermedades actuales.

Un hallazgo con impacto global

La investigación fue realizada de manera conjunta por equipos de la Universidad de Tel Aviv y del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia, con la colaboración de expertos en antropología, paleontología y biología evolutiva. Para la comunidad científica internacional, el estudio ofrece nuevas pistas sobre el mosaico de poblaciones que coexistieron en el Pleistoceno medio y superior, y abre interrogantes sobre otros posibles contactos en regiones aún poco exploradas.

“Cada nuevo fósil nos obliga a revisar los esquemas establecidos. El niño de Skhul nos recuerda que la historia de la humanidad es una red de encuentros, cruces y transformaciones, más que una línea recta de reemplazos sucesivos”, señalaron los autores en el comunicado difundido por la universidad israelí.

Con este descubrimiento, Israel se consolida como uno de los lugares clave para comprender el origen y la evolución de nuestra especie. Las cuevas del Monte Carmelo, junto con yacimientos en África, Europa y Asia, permiten reconstruir un panorama más matizado de lo que significó ser humano en los albores de la historia.

Lejos de la visión simplificada que enfrentaba a Homo sapiens y neandertales como rivales irreconciliables, el fósil del niño de Skhul muestra que ambas poblaciones compartieron mucho más que territorio: compartieron vida, cultura y descendencia, dejando una huella imborrable en los humanos actuales.

Fuente: Página12

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