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Avances y retrocesos camino a octubre: el poder de la “lapicera” y el estreno de la Boleta Unica de Papel

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El oficialismo y la oposición ajustan las piezas para la campaña y repasan el nivel de daños después de un cierre de listas que dejó heridas en casi todos los espacios, algo que ya asoma en el Congreso y en la relación de Olivos con gobernadores. Como sea, tapado por esos ruidos y los de la campaña, el camino a octubre expone un contrapunto más de fondo entre algún avance y un claro retroceso político: por un lado, la próxima elección nacional estrenará la Boleta Unica de Papel y, por el otro, la definición de candidaturas volvió a ser un tema lejano para el común de la gente. Se destacó el poder de la “lapicera”, especialmente en manos de Karina Milei y Cristina Fernández de Kirchner. Una en ascenso, otra declinante, y las dos con diferentes limitaciones.

Ese cuadro es obra de intereses variados y mezclas políticas. En octubre del año pasado, la coronación del nuevo sistema de papeleta electoral, la BUP, había mostrado un corte hasta entonces más repetido, que enfrentaba a una convergencia de oficialistas, aliados y dialoguistas con el PJ/K. Eso fue cambiando, y no solo por cuestiones temáticas. La suspensión de las PASO, en pleno verano, expuso internas y fisuras más extendidas, sobre todo en el peronismo/k, que mantuvo un puñado en contra, una porción abiertamente a favor y otra que acompañó discretamente con el recurso de las abstenciones. Los crujidos de estas horas en el Congreso hablan de otros reacomodamientos.

La suspensión de las elecciones primarias para este capítulo de octubre fue una fórmula intermedia frente al planteo de la eliminación, una manera de sintonizar con la fatiga social por la sucesión de elecciones pero sin abordar la cuestión central, es decir, el modo más abierto para la coronación de candidatos. A la tradición de Olivos, se añadió el plan mileista para extender el color violeta distrito por distrito. Y, más allá de la formulación pública, el juego kirchnerista, que nunca utilizó el mecanismo de las PASO para la integración de listas. Nunca hubo voluntad de mejorar el sistema -por ejemplo, haciéndolo optativo- y nada indica que vaya a sobrevivir con nuevo formato.

Las miradas se concentraron entonces en la afirmación del poder de Karina Milei, como instancia superior en el armado electoral del oficialismo, y el papel de CFK, a pesar del visible deterioro de su jefatura, expuesto en las dificultades para contener a su propio núcleo y en los desaires de gobernadores. En el oficialismo nacional, quedó saldada al menos en este terreno la interna del círculo de Olivos, que relegó al menos en este terreno a Santiago Caputo. Es una tensión que en parte disimula la campaña.

El mileismo tejió o forzó acuerdos con el PRO en una decena de distritos. El caso porteño fue quizá el más significativo, porque reprodujo la suspensión de las primarias -y dejó así al macrismo sin el mecanismo utilizado para definir alianzas, en sus mejores momentos- y porque marcó el camino de subordinación amarilla impulsado desde Olivos, después del desgaste en las relaciones con Mauricio Macri y la derrota de mayo. Eso mismo alimentó la negociación en territorio bonaerense, con el terceto -Cristian Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro- que ya jugaba fuerte a pesar del ex presidente para septiembre y octubre.

Karina Milei impuso su criterio para definir lugares en las listas y nombre y color de la sociedad electoral. Finalmente, anotó acuerdos con el PRO en una decena de distritos, conjunto en el que se destaca, además de los casos porteños y bonaerense, el entendimiento en Entre Ríos, con Rogelio Frigerio. Entre las provincias donde no avanzó se cuenta Chubut, gobernada por Ignacio Torres, que apostó con otros cinco jefes provinciales a un armado con vistas al 2027.

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El tema de los gobernadores es un renglón pobre en la cosecha de Karina Milei y, además, aparece como un ingrediente principal de enojos provinciales, con efecto en el Congreso antes de llegar a las elecciones. En rigor, además de los casos referidos, suma la reedición del trato con el radical chaqueño Leandro Zdero y el acuerdo con el mendocino Alfredo Cornejo, también de la UCR. En cambio, habrá pelea en las otras tres provincias en manos de alianzas que encabeza esa marca: Santa Fe, Jujuy y Corrientes, que a fines de este mes elige gobernador.

Para CFK, todo resultó en escala descendente, detenida en su departamento de Constitución y con crisis incluso en el núcleo kirchnerista, una disputa ilustrada por Axel Kicillof y Máximo Kirchner, pero que tiene estribaciones entre jefes territoriales. La ex presidente debió jugar al límite para sellar un acuerdo de compromiso entre su círculo, el gobernador, el massismo y hasta Juan Grabois, para octubre. Y para septiembre, tuvo que atender el juego de los intendentes.

Las intervenciones de la ex presidente alcanzaron a otros distritos, pero con decreciente intensidad. El caso más notorio fue el de Santa Fe, para lograr una lista de unidad, que de todos modos no convoca a todo el peronismo provincial pero evitó la fractura. En cambio, la mayoría de los gobernadores del PJ hizo valer su peso: fueron “lapiceras” propias o acuerdos internos locales los que terminaron definiendo candidaturas, sin peso de CFK.

Fuera del repetido y agravado trasiego político, la elección de octubre presenta al menos una novedad: el externo de la BUP. Es un cambio al menos en tres puntos. El primero: el manejo de las boletas -distribución y disponibilidad en los centros de votaciones- es responsabilidad del Estado. Eso podría diluir o moderar el peso de los aparatos partidarios, que en algunas provincias se confunde además con la estructura de gobierno. El segundo: impediría viejas prácticas fraudulentas (voto en cadena, el más conocido) y maniobras como el robo de boletas de alguna fuerza política. Y el tercero: desarmaría negocios con la impresión de boletas, además de reducir presupuesto.

Viejos hábitos de poder que hicieron más fatigante la definición de alianzas y listas, estreno de la boleta única y un agregado que fue creciendo con la sucesión de capítulos provinciales: la incertidumbre sobre el nivel de participación ciudadana. La respuesta llegará el último domingo de octubre.

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