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Cómo fue la etapa chilena de Gustavo Cerati, que hoy cumpliría 66 años

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Este lunes, se cumplen 66 años del nacimiento de Gustavo Cerati. Cuando se creía que los innumerables libros que fueron publicados en torno a su obra y figura habían dicho todo sobre él, el periodista temuquense Nelson Vallejos González pateó el tablero al sacar a la luz en 2024 una de las historias más desconocidas en la biografía del músico: sus años en Chile. Te conozco de otra vida (publicado por el sello Catalonia) es la consecuencia de un arduo trabajo de investigación que permitió reconstruir la vida del líder de Soda Stereo al otro lado de la Cordillera de Los Andes. “Si a Buenos Aires la llamó ‘la ciudad de la furia’, Cerati se refería a Santiago como ‘la ciudad de la calma’”, afirma su autor en un café del microcentro porteño.

-¿Y por qué la llamó así?

-Porque allá pudo ser una persona totalmente cotidiana, algo que nadie seguramente se imagina. Realmente, vivió una vida muy normal. Podía andar tranquilo por la calle o viajar en metro, y se reunía con gente que no necesariamente le recordaba a cada rato que era el líder de Soda Stereo. Y él buscaba gente que lo viera como uno más.

Cerati conoció en la capital chilena a Cecilia Amenábar, su segunda esposa y madre de sus hijos, en agosto de 1988, mientras el trío promocionaba el disco Doble vida. Sin embargo, tras la ruptura de su primer matrimonio y la muerte de su padre, el artista retomó el contacto. Pese a su informalidad, el vínculo fue escalando, al punto de que el aún líder de Soda la invitó a la gira del álbum Dynamo. Si en una escapada a la playa, tras actuar en Venezuela, el amarillo se tornó en el color de su amor, luego de que él rescatara un ámbar de entre la arena con un mosquito adentro; al finalizar el tour fueron a ver a una bruja para que les contara acerca del futuro de su relación. Y ella les reveló que su conexión no era nueva debido a que “se conocían de otra vida”.

Esos impulsos inspiraron las letras del disco Amor amarillo (1993), debut solista del cantante y compositor, lo que quedó en evidencia en canciones como “Te llevo para que me lleves”, para la que Amenábar prestó su voz y en cuyo video se la puede ver embarazada de Benito Cerati, primer hijo de ambos (previo a su nacimiento, la pareja se casó en Chile). De hecho, ésa fue una de las razones por las que el icono del rock hispanohablante fijó residencia en Santiago. 

“Como sus estadías fueron intermitentes, Gustavo se estableció en la ciudad en los embarazos de sus dos hijos”, confirma Vallejos González. “Así que estuvo dos años: entre el 94 y el 94, y luego entre el 96 y el 97. Tuvo los hijos allá para estar cerca de la familia de Cecilia”.

-¿Cuándo se entera Cerati de su paternidad?

-A principios del 93, ella queda embarazada de Benito y lo llama por teléfono para contarle. Gustavo no lo piensa dos veces, y como estaba cansado de la vorágine de Soda Stereo, la razón perfecta para despegarse de todo era la espera de un hijo. En ese momento, Soda estaba de gira, y en el show 30, aproximadamente, él le avisa a la banda que no sigue más. Y ahí se va a Chile.

-¿Cómo fue el armado de su vida allá?

-Él se adapta a la vida de ella, a su familia y amigos. Así se hizo un mundo. Todo giraba en torno a Cecilia.

-¿Llegó a conectar con la escena musical chilena?

-Particularmente, con la música electrónica, que en ese momento todavía era incipiente. Él se sumó al grupo Plan V (con ellos sacó dos discos: el homónimo Plan V, en 1996; y Plan V vs. Black Dog, en 1998), lo que ayudó a darle un respaldo a esa escena. No tenía un gusto particular por proyectos locales, salvo por nombres como Electrodomésticos o Anachena. También contó que le gustaba el primer disco de Los Tres. De todas formas, solía ir a bares a ver a bandas que estaban formándose en esa época.

El 19 de mayo de 1986, Soda Stereo aterrizó en Chile, consumando de esa manera su segunda incursión internacional. Desde ese instante, la influencia de Cerati en la escena musical vecina comenzó a pesar. “Lo que pasó con Soda en Chile, ese nivel de fanatismo, fue algo jamás visto allá. Eso marcó un antes y un después sobre todo en el profesionalismo de la música. Ellos viajaban con vestuaristas, iluminador y prensa, y eso no existía allá”, afirma el autor, que inaugura las 190 páginas destacando el nexo del célebre artista argentino con Los Jaivas y la música popular chilena, en general. “Si bien Los Prisioneros pusieron a Chile en el mapa del rock latinoamericano, Soda, de alguna manera, obligó a que la escena se pusiera al día”.

-¿Y qué creés que le aporta tu libro al relato de «Amor amarillo»?

-Pese a que el disco se grabó en Buenos Aires, los demos los hizo en el tercer piso de un departamento ubicado en el barrio de Las Condes. Lo que traté de reflejar fue el clima en el que Gustavo creó Amor amarillo, esa atmósfera y espiritualidad que ellos sentían.

Vallejos González es periodista deportivo, pero su fanatismo por Gustavo Cerati fue lo que lo animó a contar esta historia trasandina. “En todos los libros que se escribieron sobre Gustavo se habla muy bien de sus años en Chile”, reconoce quien empezó a trabajar en 2020 en Te conozco de otra vida, disponible desde este año en Argentina. “Por casualidad, estudié en la misma universidad donde también lo hizo Cecilia Amenábar (Universidad de Artes, Ciencias y Comunicaciones). Cuando murió, en 2014, yo estaba haciendo radio ahí, y comenzaron a recordar el tiempo en que él iba a buscarla. Eso me quedó dando vueltas en la cabeza, y me di cuenta que no se había hecho un libro sobre su etapa chilena”.

-Entre los 50 entrevistados que se prestaron para hacer el libro, no se encuentra Cecilia Amenábar. ¿Por qué no quiso estar?

-Insistí en entrevistarla durante los cuatro años que me llevó hacer el libro, incluso cuando ya lo había terminado. También acudí a su familia para que me dieran testimonios, pero ellos decidieron cuidarla. Sí hablé con su mejor amiga, Marcela Rodríguez, que es la madrina de Benito. Sin embargo, Cecilia me habló. Lo único que llegó a decirme fue: “Te deseo todo el éxito, pero yo no voy a participar”.

Fuente: Página12

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