
Cada 14 de junio se conmemora el Día Nacional del Barrendero, tras la aprobación de una ley en el Senado de la Nación que rinde homenaje a Mauricio Silva, el sacerdote barrendero de Villa Devoto, detenido y desaparecido en 1977 durante la última dictadura militar.
Más allá del simbolismo histórico, la fecha invita a visibilizar y valorar el trabajo cotidiano de los barrenderos y barrenderas municipales, presentes en cada ciudad de la Provincia de Buenos Aires. A pesar de los avances tecnológicos y la incorporación de maquinaria especializada para la limpieza urbana, la labor manual de quienes barren las calles sigue siendo insustituible. Su presencia es sinónimo de compromiso, esfuerzo silencioso y dedicación diaria al cuidado del espacio público.
Cada jornada comienza temprano y muchas veces transcurre bajo condiciones climáticas adversas. Aun así, cumplen con una tarea fundamental para el bienestar colectivo: mantener limpias, transitables y seguras las calles de cada ciudad.
La maquinaria podrá optimizar tiempos y cubrir zonas más amplias, pero la mirada atenta, la paciencia y el sentido del detalle de cada trabajador de limpieza no pueden ser replicados por ningún sistema automatizado. Son ellos quienes identifican puntos críticos, esquinas olvidadas y residuos que escapan a cualquier escoba mecánica.
En un momento en que muchas tareas se mecanizan, el trabajo del barrendero sigue siendo profundamente humano. Este nuevo reconocimiento nacional no hace más que poner en valor lo que cada vecino ya sabe: sin ellos, nuestras ciudades no serían las mismas.
Fuente: InfoZona
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