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Cuando el álbum importa: dónde escuchar discos completos en Buenos Aires

Lo viejo funciona”, la frase que Favalli le dice a Juan Salvo y se viralizó en estos días de fiebre eternauta, producto del éxito de Netflix, podría referirse a este otro fenómeno, que no es ciencia ficción: la vuelta a escuchar discos completos y de manera colectiva. En los últimos tiempos, comenzaron a promoverse ciclos en los que la propuesta principal es reunirse a escuchar discos de principio a fin. Una forma de volver a las bases. Y, sí, funciona.

Porque en plena era de la distracción y las playlists infinitas, esta tendencia se desarrolló en ciudades como Tokio, Nueva York y Ciudad de México, antes de llegar a Buenos Aires. Los formatos son variados. Hay cuidadas ceremonias hi-fi y también convocatoria a teatros y ciclos en bares donde la obra en cuestión se mezcla con las voces de los asistentes, más cerca de una fecha de una banda de rock.

Este tipo de eventos crece y se multiplica, aun con propuestas distintas. Pero ¿por qué ahora? ¿Quiénes los organizan? ¿A qué público están dirigidos? Audiófilos en Artlab, After Forever en Congo Club y en el bar Bocanada en La Plata, y Parlantes Holofónicos en el Auditorio Cendas, son tres ejemplos de estas particulares celebraciones donde el álbum importa.

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La fecha de Audiófilos dedicada a Dark Side of the Moon, en Artlab. (Foto: Gentileza Artlab)

Desde marzo, Artlab, el club del barrio de Chacarita, sumó a su programación Audiófilos, un ciclo de escucha profunda de discos completos en vinilo. Cada encuentro propone un corte total con el afuera: celulares apagados, luces bajas y un equipo de sonido de primer nivel listo para reproducir álbumes en la mejor calidad disponible. El norte está puesto en reivindicar la obra, ponerla en valor.

“Es un sonido que llevó mucho tiempo armar. Hice una arqueología del audio: esta tecnología —seis parlantes Altec A7, un tesoro vintage fabricado entre 1946 y 1970— fue diseñada en su momento para acompañar la transición del cine con música en vivo al cine con audio grabado. Y logramos adaptar los equipos para que convivan con la música actual, especialmente con la electrónica”, cuenta Gonzalo Solimano, impulsor de Audiófilos.

El sistema llegó a Artlab con una historia: según los rastros que Solimano viene siguiendo, provendría de una sala de cine emblemática, aunque prefiere esperar a confirmar el dato con papeles en mano.

Cada sesión arranca con una introducción al contexto del álbum seleccionado, explorando su historia, influencias y colaboraciones. Además, para completar la experiencia multisensorial, ofrecen una selección de gastronomía y coctelería de autor pensada especialmente para acompañar la atmósfera sonora de cada encuentro.

En el ciclo, cada escucha suma relatos, cruces generacionales y momentos que después se convierten en anécdotas. Cuando se presentó The Dark Side of the Moon, de Pink FloydMaitena Aboitiz, que ofició de anfitriona, preguntó: “¿Quién escuchó ya este disco entero?”. Muchos confesaron hacerlo por primera vez esa noche.

La edad del público es muy transversal: hay jóvenes de 25 años que van a ver de qué se trata el evento y a buscar ideas; otros que vivieron en presente el lanzamiento del disco que se escucha.

Acá se cruzan productores de música electrónica, periodistas, directores de cine, coleccionistas, fans. Hay algo que trasciende la edad, el rubro, incluso las ideas políticas. Se genera un respeto muy poderoso. Y yo creo mucho en eso”, dice Solimano.

En una de las últimas ediciones, el DJ Carlos Alfonsín presentó Blue Lines, el disco debut de Massive Attack (1991). No solo compartió información enciclopédica —como que el disco tiene 117 versiones, cinco remixes y un EP—, sino que sumó su experiencia personal: contó, por ejemplo, que lo puso por primera vez mientras trabajaba como DJ en el mítico boliche porteño El Dorado. Y cerró la escucha con “Sneakin’ in the Back”, de Tom Scott, un sample que los de Bristol usaron en ese álbum.

“La curaduría nace de un lugar muy personal. Massive Attack, Portishead, toda la escena trip-hop de los 90… esa música que me salvó en la adolescencia”, indica Solimano. Pero no solo es eso, la línea curatorial se nutre de un equipo que trabaja para enriquecer la propuesta, que pronto incluiría también algunos discos esenciales del rock argentino.

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Cobra Rod, un DJ de discos completos. (Gentileza After Forever)

After Forever es el ciclo de escuchas programado desde abril de 2023 por Cobra Rod (bajista de las bandas Poseidótica Sangre de Barro), que busca, además de reivindicar un álbum, destacar la comunión que se da entre las personas que comparten la música.

La dinámica es sencilla y efectiva: se escucha un álbum de principio a fin en formato LP y se lo rodea de canciones que expanden su universo; a veces hay también shows en vivo (hace poco tocó Nina Suárez), selectores o listening parties anticipadas.

“No es un formato solemne, no es que estás obligado a quedarte sentado en silencio —aclara Cobra Rod—. Es más como ir a ver una banda: sabés que empieza a tal hora, vas con un par de amigos, te tomás una birra, pero, en vez de un show, suena un disco”.

En Buenos Aires, el ciclo encontró su base en Congo, con una edición mensual que suma cada vez más gente. En La Plata, tiene su versión íntima en Bocanada: los miércoles, cada 15 días, se arma un espacio distinto, más chico, más de escucha minimal y detallista, pero también con picos bailables. Este verano también pasó por Mar del Plata y la intención es seguir girando y sumando fechas. “Lo que me gusta es que en cada ciudad pasa algo distinto. Y eso te obliga a repensar el formato todo el tiempo”, agrega.

Ahí entra en juego la curaduría, que no responde a tendencias, sino a una intuición que camina más del lado del fanatismo por la música, de lo clásico a lo reciente, sin prejuicios. Sonaron desde Luis Alberto Spinetta hasta Buenos Vampiros, de Depeche Mode a Charly García, las Fin del Mundo.

“Esto tiene una cuota de capricho, sí, pero también una búsqueda: ¿qué disco tiene algo para decir hoy? ¿Por qué volver a escucharlo con otros? Me gusta que el disco sea un punto de encuentro, como una reunión de amigos”, dice Cobra Rod.

La idea de los parlantes holofónicos nació del deseo de Hugo Zuccarelli —desarrollador argentino que trabajó con Pink FloydPaul McCartney y Michael Jackson, entre otros— de llevar su tecnología de holofonía más allá de los auriculares. Su primer gran invento fue un micrófono capaz de registrar el sonido en tres dimensiones: adelante, atrás, arriba y abajo, generando una sensación envolvente que solo se experimentaba con auriculares. Pero Zuccarelli no se conformó. Después de años de investigación, desarrolló parlantes capaces de reproducir esa experiencia tridimensional sin perder calidad espacial.

“Se obsesionó con entender por qué el sonido se aplanaba en los parlantes comunes. Y descubrió que era por la distorsión. Entonces empezó a sacar todo lo que distorsionaba. Así nació el parlante holofónico”, cuenta Miranda, hija de Hugo, quien hoy lleva adelante este proyecto junto a sus hermanos, Leonardo y Fernando, y Pamela González.

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El equipo de Parlantes Holofónicos, con la tecnología desarrollada por Hugo Zuccarelli. (Gentileza Parlantes Holofónicos)

“Una vez estábamos escuchando música mientras él trabajaba y, de golpe, nos dimos cuenta de que todo sonaba más nítido. Escuchabas cosas que no estaban antes. Detalles. Capas. Graves con cuerpo, agudos finitos. Como si te metieras adentro del disco”, agrega.

Tan potente fue el hallazgo que escuchar discos enteros —como The Dark Side of the Moon— se volvió una experiencia reveladora. “No es que suena fuerte o raro. Suena limpio. Suena como fue grabado. Tal cual lo pensó el artista”, agrega.

El primer show con público fue en 2009 con The Dark Side of the Moon, y a partir de ahí, la escucha se expandió: The WallWish You Were Here, también de Pink FloydArtaud, de Pescado Rabioso11 episodios sinfónicos de Gustavo Cerati. De a poco, se volvió costumbre: dejar correr un disco entero y descubrir matices ocultos. Lo que empezó como una prueba técnica se convirtió en un ritual íntimo y colectivo.

El criterio de selección es amplio y participativo. Reciben sugerencias a través de las redes, y si varios piden el mismo disco, lo suman a la programación. De Taylor Swift a Tool y de Frank Ocean a Sumo. “No queremos que nadie se quede afuera”, dice Miranda. Por eso suenan desde obras clásicas hasta metal pesado, pasando por pop contemporáneo. La propuesta es clara: si amás la música, seguro hay algo que te va a gustar. Y lo vas a redescubrir de una forma completamente distinta: en total oscuridad, con parlantes holofónicos, donde el sonido cobra una profundidad inesperada. “Hay discos que conocés de memoria y, sin embargo, cuando los escuchás acá es como si se abriera un portal”, dice Miranda.

Este ciclo pasó anteriormente por el Teatro Ciego, por el Centro Cultural Konex, y hoy se lleva a cabo en el Auditorio Cendas, en Bulnes 1350. Los jueves, viernes y sábados hay tres funciones diarias.

“La brújula anda bien, lo que se rompió es el mundo”, es otra frase de Favalli a Salvo que resonó menos que la primera, pero dice mucho de esa realidad pospandémica, que estos espacios de encuentro buscan revertir. Tal vez algo tan simple como juntarse a escuchar discos enteros, poner en valor la función social de la música, sirva para empezar a arreglarlo.

Fuente: Rollingstone

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