Se dieron a conocer los resultados oficiales de las Pruebas Aprender, que evalúan el desempeño de los estudiantes de nivel primario y secundario a nivel nacional. En este caso, los datos corresponden a quinto y sexto año de secundaria de 2024, y no son muy alentadores: más de la mitad de los chicos no alcanzan el nivel básico en Matemática. En cambio, en Lengua se llega casi al 60% de resultados satisfactorios, un nivel más arriba del básico.
La evaluación se llevó a cabo en escuelas con gestión privada y pública, y tanto en ámbito urbano como rural. La preocupación en el rendimiento de los estudiantes argentinos que desata el informe deja a la matemática en la mira, con una situación crítica en la que:
- solo el 14,2% de los alumnos alcanza el nivel satisfactorio
- los estudiantes en el nivel básico representan al 31,2%
- y más de la mitad, el 54,6%, se encuentra ubicado por debajo del nivel básico
- además, desde Aprender 2022, no se identifican estudiantes en el nivel avanzado para esta área.

Cabe aclarar que se establecen cuatro niveles de desempeño: “Por debajo del nivel básico”, “Básico”, “Satisfactorio” y “Avanzado”, en ese orden.
Qué se evalúa en las pruebas correspondientes a Matemática
Según el informe, en la Prueba Aprender 2024, se tuvieron en cuenta tres capacidades cognitivas específicas, incluidas en la resolución de problemas: comunicación en Matemática, reconocimiento de conceptos y resolución de situaciones en contexto intra y extramatemático.
Así, los contenidos evaluados fueron: Geometría y Medida, Números, Estadística y Probabilidad, Funciones y Ecuaciones e Inecuaciones.
¿Por qué hay un rendimiento tan bajo en el área?
Las estadísticas se explican por una conjunción de supuestos en el que interactúan tanto la inversión educativa, como la articulación de programas que parecen no dar en la tecla con los problemas estructurales en educación, la permanencia escolar, y, desde luego, las diferencias socioeconómicas entre sectores de la población.

Así, el informe demuestra que existen asimetrías significativas en el desempeño entre los estudiantes más pobres y los más acomodados. Aquellos alumnos que provienen de hogares con niveles de ingresos socioeconómicos (NSE) más altos tienen, sistemáticamente, mejores desempeños que aquellos de hogares con NSE más bajos.
En el caso de Lengua, la distancia en el rendimiento entre un extremo y el otro es de 30 puntos, y la distancia entre sector de gestión estatal y privada es de 22 puntos. En Matemática las diferencias son menores: la brecha que considera los NSE es de 22,8 puntos, y entre gestiones es de 14,8. Esta diferencia confirma el peso estructural del origen social en las oportunidades de aprendizaje.
Pero, además del NSE, se identifican otras variables que inciden de manera clara sobre los resultados. Por ejemplo, los estudiantes que cumplen con las trayectorias escolares esperadas (que inician la escolarización a la edad recomendada, no repiten o abandonan temporalmente) presentan desempeños más altos; así como quienes tienen un vínculo más fuerte con la escolarización (mayor cantidad de horas dedicadas al estudio, no adeudar materias previas y el deseo de continuar estudios una vez finalizada la secundaria) o quienes asisten a escuelas con mayor carga horaria y directivos titularizados se vinculan sistemáticamente con mejores desempeños en los estudiantes.
Al respecto, Carlos Torrendel, titular de Educación, sugirió que el mayor problema hasta el momento han sido las «políticas educativas que no han estado orientadas a la mejora de los aprendizajes, sino a la multiplicación de programas y acciones que no siempre se vinculan con resultados concretos en el aula», declaró en diálogo con Infobae. Aunque lo cierto es que el jugoso recorte de becas educativas tampoco parece una buena estrategia.
Sin embargo, el secretario tiene un plan: propuso un cambio de enfoque hacia políticas centradas en el aprendizaje efectivo de los estudiantes, en lugar de priorizar únicamente la reducción de brechas o la inclusión dirigida especialmente a la permanencia escolar. En ese sentido, reconoció que, en lo que tiene que ver con Matemática, se trata de un desafío persistente, con una tendencia negativa que se profundiza hace tiempo.
«Un impacto en periodos cortos o de mediano plazo, como hay demostraciones en el caso de Brasil, en primaria tendría que ser en torno a los 10, 15 años, para tener un resultado consistente de mejora. En el secundario, me parece que la dificultad es mucho mayor porque, por su propia constitución, es mucho más disperso», aseguró Torrendell.
Fotos | Ministerio de Capital Humano
Fuente: Xataka.com.ar
Share this content: