Franco Colapinto cumplió 22 años y se enfrenta a un desafío difícil: superar unos 21 inmejorables

Año nuevo, vida nueva. Frase que se repite casi sin pensarlo y que no siempre constituye una verdad. Sin embargo, hay ocasiones en las que sí. Pregúntenle a Franco Colapinto. ¿Qué estaba pidiendo el 27 de mayo del 2024, cuando sopló las velitas junto a sus seres queridos? Quizás, salud, amor y seguir teniendo el presupuesto para competir en la Fórmula 2, escalón previo a la Máxima. Después de todo, unos días antes de ese 21er cumpleaños, el pibe le agradecía a un sponsor argentino por acompañarlo y, en otras palabras, ayudarlo a mantener su sueño de F1 (cuando se tiene pasaporte argentino, cuesta el triple).

Definitivamente, la vida no lo preparó para lo que atravesaría en los siguientes 365 días. Hoy, con 22 años recién cumplidos, puede mirar hacia atrás, hacer cuentas y tratar de buscarle una explicación a todo lo que experimentó. Puede que no la encuentre. Hace 10 meses, ni siquiera se le pasaba por la cabeza…

En una entrevista con Olé, una de las últimas que dio antes de ser confirmado por Williams y de recibir uno de los avisos más lindos de su vida, las metas de Colapinto no estaban fijadas en la Fórmula 1. “Las chances de pelear por el campeonato de F2 son reales”, decía, y remarcaba que “tarde o temprano” tendría la posibilidad de estar entre los 20 afortunados que compiten en el pináculo del automovilismo. Por fortuna, fue más temprano que tarde.

Ese chiquilín que salió campeón de la Fórmula 4 Española -regresará al país este fin de semana por la novena fecha-, dio la talla en la Fórmula 3 y saltó al estrellato en la Fórmula 2 se enteró de que Logan Sargeant, de flojísimos rendimientos, perdería su butaca en Williams y de que el elegido para reemplazarlo era él.

Supongamos que ese 27/5, en su cumpleaños anterior, se enfrentó a la torta, gritó internamente “quiero llegar a la F1” y se le cumplió… ¿Pero qué fue ese octavo puesto en su segundo Gran Premio, en un callejero dificilísimo como el de Azerbaiyán? Para colmo, arriba de uno de los peores autos de la grilla, el FW46 que terminó anteúltimo en el campeonato de constructores. Hay algo más. Tiene que haber algo más. Los deseos no le siguen el ritmo a la realidad, que marca que Franco se abre puertas a una velocidad inmensamente mayor a la de cualquier monoplaza de la parrilla. Volvió a quedar demostrado esta temporada.

Cuando hay corredores que pasan toda su carrera en escuderías menores, el #43, con poco más de diez participaciones en la categoría, ya sabe lo que es representar a dos campeonas del mundo: primero, Williams, y ahora, Alpine, cuya base es Renault. “Supongo que es como en el fútbol, en el que un equipo compra a otros jugadores”, le había dicho con inocencia a este diario, sin saber que habría estructuras dispuestas a desembolsar más de 20 millones de euros para quedarse con sus servicios.

Todo esto, material para una serie de tres temporadas, lo logró con 21 pirulos. Asentarse en la Fórmula 2, ascender a la Máxima, sumar puntos con Williams y unirse a otro equipo de renombre. “Abajo del auto es un poco más rápido que arriba. Es rapidísimo el pendejo este”, le dijo su papá a Campeones y no mintió. Ahora, velas de por medio, a maquinar la próxima locura.

¿Con qué puede sorprender al mundo en este 2025? Los puntos, aunque el auto no acompañe -este finde quedaron expuestas todas sus falencias-, caerán en cualquier momento. Las batallas con los mejores, como la que tuvo con Lewis Hamilton en Interlagos, llegarán y enloquecerán a los argentinos. ¿Un podio? Hoy, a dos meses de iniciado el campeonato, se oye como una utopía gigantesca. No obstante, esta categoría sabe de días extraños, como el que disfrutó el propio Alpine en el GP de Brasil 2024 (Ocon y Gasly fueron 2° y 3°, respectivamente, después de una tarde alocada).

Igualmente, a esta altura, puede que los deseos hayan pasado a un segundo plano. Hay que empezar a aceptar que Colapinto está tocado por una varita y dejarlo que en la comodidad de su hogar, que actualmente se halla en Mónaco, se reúna alrededor de la torta junto a papá Aníbal, mamá Andrea y, por qué no, sus repres de siempre, María Catarineu y James Campbell-Walter, quienes lo sostuvieron desde el día uno.

Para él, este 27 de mayo son 22. Como Diego Milito, dirán los futboleros. O como Tini y Taylor Swift, quienes sean de palo de la música. A partir de hoy, 22 como Franco.