
Nile Rodgers es un nombre fundamental en la historia de la música. Junto a su banda Chic, hizo bailar a varias generaciones, desde los años setenta y hasta… anoche, con hits como “Le Freak” y “Good Times”, además de clásicos como “We Are Family”, de Sister Sledge. Ya en los ochenta, su rol como productor fue clave detrás de “Let’s Dance” y “Modern Love”, de David Bowie; “Like a Virgin” y “Material Girl”, de Madonna, y “Notorious”, de Duran Duran.
La vigencia de su guitarra funky y su sensibilidad pop propiciaron que fuera parte del premiado Random Access Memories, de Daft Punk, y del reciente Cowboy Carter, de Beyoncé.
Desde Los Ángeles, el productor y guitarrista de 72 años habló con Rolling Stone, antes del concierto que ofrecerá el próximo 20 de mayo en el Movistar Arena. Y, de paso, adelantó su más reciente y sorprendente colaboración (aún sin fecha oficial de lanzamiento) con un insospechado colega argentino.
Ya has visitado otras veces a Buenos Aires (Rodgers se presentó en el 2009 en el marco del Personal Fest y en 2017 en el Teatro Gran Rex), ¿qué te parece la ciudad?
Sí, Buenos Aires tiene algo especial, la gente es divertida y sabe pasarla bien. Hace un par de días estaba trabajando en una colaboración con Biza y le dije que la ciudad tiene dos cosas que son muy importantes para los músicos: un público que quiere pasarla bien y buena comida, ¡muy buena comida! [risas].
¿Biza? ¿Hablás de Bizarrap? ¿Ya lo conocías?
La verdad que no, él simplemente me llamó. Así se dan las cosas en la vida de un músico como yo. A veces hay proyectos que son muy de un sello, o sea trabajos a pedido; y otras veces, que son los casos que más me gustan, se dan por azar. Uno conoce gente que le cae bien y entonces salen trabajos que uno no esperaba. Me pasó lo mismo con [el cantante norteamiricano] Adam Lambert, al que conocí por un tweet, y eso llevó a trabajar con él; y me pasó algo parecido con Avicci. En el caso de Biza, a él le gustan tanto los estribillos pegadizos como a mí, así que nos llevamos muy bien en la colaboración.
¿En qué consistió el trabajo?
Yo le dije: “Tirame unos beats, dejame escuchar qué tenés para mostrarme, poné lo que quieras”. Y ahí, en ese mismo momento, empecé a tocar algo sobre su ritmo. Es muy divertido sentir que estás haciendo algo nuevo; la experimentación, que me den una canción y me den la libertad de modificarla. Por ejemplo, en el caso de Duran Duran y “The Reflex” pasó eso: me dieron el tema con total libertad para remezclarla. Nada más cool que poder ser parte de algo así.
Son muy importantes los estribillos para vos, siempre fueron lo más destacado de tu repertorio. Arrancar, por ejemplo, con “Freak Out” al principio de la canción o convencer a David Bowie que también era buena idea hacerlo en “Let’s Dance”. ¿Cuándo entendiste la importancia de esa forma de producir?
En un momento de mi carrera, antes de Chic, trabajaba como banda estable en el Apollo (el teatro del Harlem, escenario icónico de música negra en los Estados Unidos, donde James Brown grabó su clásico Live at the Apollo) y ahí me di cuenta de lo importante de ir al punto. A veces venían bandas chicas, no como Parliament Funkadelic o James Brown, sino más pequeñas, que sólo tenían un par de hits. Viendo sus shows me di cuenta de lo importante del armado de la canción. En el caso de estas bandas tenían que, en un momento, hacer un breakdown en la canción, donde la instrumentación se reducía al mínimo para sentir el groove, darle espacio al ritmo, al movimiento y hablar con el público. Después de sentir el efecto de esos momentos, pensamos que todas nuestras canciones debían tener un breakdown e inclusive arrancar con algo así, como es el caso de “Le Freak”: “Ohhhhhh Freak Out!” [canta el arranque del tema]. Es increíble cómo le fue a esa canción, fue el single más vendido en la historia de Atlantic Records, y lo sigue siendo, ni Led Zeppelin, ni Bruno Mars, ni Aretha… ¡nosotros! [risas].
Otra cosa importante es tu forma de tocar la guitarra, lo que se llama “chucking”, ese golpeteo rítmico. ¿Cómo lo empezaste a hacer?
La verdad, el que me enseñó este truco fue mi viejo compañero de banda Bernard [Edwards, la contraparte de Chic y uno de los bajistas más importantes del género]. Se trata de tocar la guitarra y sentir ese “vibe”, esa sensación de que todo está bien. Es como una salsa especial que cambia el plato por completo.
Trabajaste en una de las canciones del último álbum de Beyoncé, “Levii’s Jeans”, junto a Post Malone. ¿Hay diferencias entre cómo se producía antes y cómo se hace ahora?
Aunque últimamente aparecen muchos productores mencionados en las canciones, la verdad es que no hay tanto cambio en la forma de trabajar en el estudio. Por ejemplo, en la canción que hicimos con Beyoncé, sampleamos y reutilizamos partes de otras canciones, y por eso aparecen tantos créditos de producción. Pero la canción, en realidad, la compusimos Austin [Post Malone] y yo en los Hamptons. Con la aparición del hip hop, las canciones empezaron a construirse de una manera muy distinta a la de la vieja escuela, con muchos sampleos y una estructura más fragmentada. Una de las cosas más refrescantes de mi carrera fue trabajar con Daft Punk en Random Access Memories. Ellos venían de una tradición electrónica, pero esa vez me pidieron trabajar a la antigua: tocar todo de principio a fin, como en los viejos tiempos. Y me parece que el resultado fue bastante bueno, ¿no?
Fuente: Rollingstone
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