
En un mundo cada vez más urbanizado, donde más de la mitad de la población mundial reside en ciudades, surge una pregunta fundamental: ¿qué hace que una ciudad sea verdaderamente feliz? El Happy City Index busca responder a esta interrogante evaluando y clasificando ciudades de todo el mundo según su capacidad para proporcionar bienestar y felicidad a sus habitantes.
La edición 2025 del Happy City Index evaluó 200 ciudades utilizando 82 indicadores distribuidos en seis categorías clave: ciudadanos, gobernanza, medio ambiente, economía, salud y movilidad. Por primera vez, se introdujo la categoría de salud, reconociendo la importancia de aspectos como la salud mental y el equilibrio entre trabajo y vida personal en el bienestar general de los ciudadanos. Cada una de estas categorías se desglosa en subindicadores que permiten una evaluación más detallada y precisa de las condiciones de vida en cada ciudad.
Las ciudades evaluadas se clasifican en tres categorías según su puntuación total: Ciudades de Oro (las 31 ciudades con las puntuaciones más altas), Ciudades de Plata (posiciones 32 a 100) y Ciudades de Bronce (del puesto 101 al 200).
En 2025, el ranking es liderado por Copenhague, la Capital de Dinamarca, que se destaca por su enfoque en la sostenibilidad, la educación y equilibrio entre vida laboral y personal. Le siguieron Zurich y Singapur, reconocidas por su infraestructura eficiente, atención médica de calidad y políticas innovadoras.
El top ten:
Otras ciudades destacadas:
París, Francia, quedó 13 con 909 puntos
Nueva York, Estados Unidos, quedó 17 con 902 puntos.
Londres, Inglaterra, quedó 31 con 842 puntos
Madrid, España, quedó 132 con 671
Aunque Buenos Aires no se ubica entre las treinta ciudades de oro (esas que lideran el Happy City Index y que suelen ocupar capitales europeas altamente desarrolladas como Copenhague, Zurich o Amsterdam), su aparición en el ranking no es menor: en 2025, la capital argentina figura en el puesto 74 entre 200 ciudades evaluadas. Se posiciona, de este modo, en la categoría de plata, y se convierte en la ciudad latinoamericana mejor rankeada.
La sigue Quito, capital de Ecuador, que se ubica en el puesto 187 con 569 puntos. Luego Guadalajara, México, en el puesto 191, con 561 puntos. Y por último, Panamá, capital de Panamá, con 555 puntos.
No aparecen en la lista metrópolis regionales como Santiago de Chile, Lima, Bogotá o Río de Janeiro.
Buenos Aires obtuvo una puntuación total de 756 puntos, resultado de la sumatoria de los indicadores que conforman las seis dimensiones del índice. El desglose muestra que la ciudad se destaca especialmente en gobernanza y ciudadanía, rubros donde obtuvo 195 y 163 puntos, respectivamente. Esto se explica en parte por el alto grado de participación cívica, el acceso relativo a bienes culturales y educativos, y una infraestructura administrativa que, con limitaciones, aún funciona con cierta estabilidad institucional comparada con otras ciudades de América Latina.
En contraste, los puntos más bajos corresponden a la economía y la salud, donde Buenos Aires alcanzó 74 y 78 puntos respectivamente. Estos números revelan los déficits estructurales que enfrenta la ciudad, y que son parte de una realidad más amplia en la región: la inflación persistente, la precarización del empleo, las desigualdades en el acceso a la salud pública, y los altos niveles de estrés y fatiga urbana.
A pesar de estos desafíos, Buenos Aires sobresale en el aspecto ambiental y en movilidad urbana. Con 144 puntos en medio ambiente, la ciudad muestra signos de mejora respecto a la disponibilidad de espacios verdes, la gestión de residuos y ciertas políticas orientadas a la sostenibilidad. En movilidad, logró 102 puntos, una cifra que puede atribuirse al sistema de transporte público, que incluye subtes, trenes y una red de colectivos extensa y bastante integrada. El sistema de bicicletas públicas y las ciclovías implementadas en la última década también influyeron positivamente en este apartado, aunque el tránsito vehicular sigue siendo caótico y el estado de las calles irregular.
A nivel continental, los datos del Happy City Index son reveladores: ninguna ciudad latinoamericana entra en el top 30 global. Esto no es casualidad, sino el reflejo de un patrón estructural de desigualdad y rezago histórico frente a los estándares urbanos europeos y asiáticos.
En este marco, Buenos Aires tiene un lugar de privilegio como polo cultural, educativo y político del Cono Sur, pero también una enorme deuda pendiente con vastos sectores de su población que aún viven al margen de esa promesa de felicidad urbana. El índice, en definitiva, no propone una meta estática, sino un proceso continuo de mejora: una ciudad no es feliz porque sus plazas estén limpias o porque los trenes o colectivos lleguen a tiempo, sino porque logra que sus habitantes vivan con dignidad, sentido de pertenencia y posibilidades de proyectarse.
Con su inclusión en el Happy City Index 2025, Buenos Aires aparece como un territorio en disputa entre lo que es y lo que podría ser. Su presencia en la categoría de plata debe servir como estímulo: es una señal de que hay camino recorrido, pero también una invitación a mirar de frente lo que falta. Y sobre todo, a entender que la felicidad urbana, por más esquiva que parezca, puede ser un horizonte compartido si se la toma en serio.
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