El 20 de marzo de 2020 nadie podía prever las consecuencias que tendrían las estrategias de cuidado públicas de los Estados por la pandemia de coronavirus (COVID-19) en las poblaciones, ni en la economía y la política internacional. Cinco años más tarde, después de ese primer día de confinamiento que inauguró una cuarentena que duró oficialmente casi 9 meses para la región del AMBA, somos testigos de ese futuro.
Que si el aislamiento social obligatorio fue o no necesario, que podía manejarse de otra manera, que los tapabocas no servían, que la vacuna que se desarrolló en tiempo récord causaba autismo, que el 5G y los campos magnéticos activaban el COVID… fueron decenas los relatos y las consideraciones. Y aún las teorías conspirativas continúan vigentes, transformadas por el tiempo y las nuevas introducciones de elementos, tal como se alimentan las leyendas.
¿Salimos… mejores?
Sea como fuese, lo que existía antes de la pandemia hoy se exacerbó. Las diferencias, las desigualdades, los discursos, la fragilidad social, las tensiones políticas internacionales, todo se intensificó sin precedentes en un plano de incertidumbre total.
El distanciamiento social impuesto para salvar vidas, para frenar la circulación de un virus del que mucho no se sabía en su momento, hizo mella en la vida de todo el mundo y la polarización de las sociedades se vio acentuada. Otras de las secuelas fueron una mayor influencia de las redes sociales en el rumbo político y la aceleración de la virtualidad de la educación y de los trabajos, con la modalidad del home office como algo más extendido y una dependencia más fuerte para con la tecnología.
Por otra parte, por primera vez se puso en cuestionamiento al conocimiento científico de forma masiva, del que los individuos pasaron a desconfiar cada vez más. Una consecuencia directa de esto es las tasas decrecientes de inmunización porque hay gente que no confía en las vacunas.
Esta ruptura de la confianza en la ciencia tiene raíces en un movimiento mundial que, podemos decir, se ampara en la desinformación o sobreinformación, la evidente disconformidad con las instituciones y, también, en algunas ideologías políticas.
Imagen | Agencia Noticias Argentinas / DANIEL VIDES
Fuente: Xataka.com.ar
Share this content: