Directo desde la cercana Lisboa, el diplomático Sebastián Laino llegó a Madrid el jueves pasado. Con el cargo de jefe de misión, y el aval del canciller Gerardo Werthein, Laino tendrá el difícil rol de ordenar actividades y personal en la embajada argentina en España, acéfala desde la salida de Roberto Bosch Estévez, número dos de la sede diplomática durante el gobierno de Alberto Fernández, y ratificado a partir de diciembre de 2023 por la excanciller Diana Mondino.
Con su llegada, Laino desplaza de la conducción al actual jefe de misión, el también diplomático Pablo Virasoro, y establece una convivencia temporal con el resto del personal de la embajada, entre ellos el influyente Alejandro Nimo, agregado de inversiones y fervoroso militante libertario, quien rechaza convertirse en embajador “si es con privilegios”, como él mismo explicó a LA NACION en enero pasado.
Como adelantó este diario, el presidente Javier Milei llegará a España el próximo jueves 20 para recibir el premio del think tank libertario “El club de los viernes”, un evento en el que colaboró Nimo y que se llevará a cabo en el Centro Riojano de la capital española, con invitados especiales como la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
La idea de Werthein y su mesa chica –el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Luis María Kreckler influyó en el traslado de Laino, ministro de segunda, desde Portugal– es que el próximo embajador en España sea el empresario Wenceslao Bunge, al que el gobierno del socialista Pedro Sánchez ya le otorgó el plácet de rigor días atrás, pero que aún no tiene el aval del Senado como embajador político. De hecho, desde la comisión de Acuerdos de la Cámara alta, que encabeza Guadalupe Tagliaferri (Pro-Buenos Aires), afirmaron que el pliego aún no fue enviado por el Poder Ejecutivo.
Lo harán en las próximas horas, prometieron desde la Cancillería, según pudo saber este diario, aunque Bunge –hijo del homónimo exvocero del empresario menemista Alfredo Yabrán– debería renunciar, al mismo tiempo, a su ciudadanía española, adquirida luego de muchos años como residente en el país europeo, en donde se desempeñó como CEO del banco Crédit Suisse. Un buen vínculo con el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que tuvo fuertes discusiones con Milei, es otro de los puntos a favor de su designación como embajador en una de las plazas más codiciadas para la diplomacia.
El Gobierno ya intentó resolver la sucesión de Bosch, y encarrilar el difícil vínculo con Sánchez, con la designación de Alejandro Alonso Sainz, que a principios de diciembre recibió el ofrecimiento de la primera plana de la Cancillería. La idea era que regresara a España, donde el diplomático había cumplido funciones durante ocho años como cónsul general y comercial en Barcelona, pero esta vez en el sillón principal. Pero los planes se complicaron con la aparición de un conflicto gremial de vieja data del postulado en tierras españolas, una supuesta denuncia por maltrato archivada y la aparición de un candidato alternativo con sello libertario. “No pasó los filtros correspondientes”, agregaron fuentes diplomáticas sin dar mayores detalles, aunque fue Alonso quien, veinte días después, retiró su postulación “por razones personales”.
Laino primero, y Bunge (cuando le toque), deberán cumplir con las órdenes de ajuste que llegan desde Buenos Aires e impulsar la “motosierra” dentro de la embajada. En principio, retomar la idea de una mudanza desde la sede diplomática, ubicada hoy en uno de los barrios más caros de Madrid, con un costo de expensas de unos 20.000 euros mensuales, a un barrio menos oneroso. También quedaron en los papeles planes para una eventual reducción en gastos de funcionamiento y cantidad de empleados.
El viernes 21, Milei recibirá en Madrid el premio “Escuela de Salamanca” por parte de “El club de los viernes”, el foro libertario que “defiende las libertades civiles, el derecho de propiedad y el estado limitado”, como reza en su página web. Habrá que ver si esta vez repite las acusaciones de “corrupta” contra la primera dama española, Begoña Gómez, aquella vez en un encuentro del grupo derechista Vox, que originaron un conflicto diplomático de proporciones, y el regreso a Madrid de la entonces embajadora española en el país, María de Jesús Alonso. En un momento de aparente tregua, Milei volverá a pisar tierra española, aunque al igual que en sus visitas anteriores no habrá encuentro alguno con Sánchez ni miembros de su gobierno.
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