Se estrena “Opereta de los bandoleros” con adaptación y dirección general de Claudio Gallardou, que evoca las aventuras, amores y destino de tres bandoleros rurales famosos, idealizados por la gente del pueblo como justicieros que “robaban a los ricos para ayudar a los pobres”.
Con un texto de Hugo Chumbita compuesto en versos, la obra se basa en hechos verídicos, reflejando asimismo sus proyecciones legendarias en el cancionero del sur y el litoral del país. El maltrato de la autoridad empuja fuera de la ley a aquellos bravos rebeldes, y los obreros anarquistas los reúnen en una logia masónica porteña con el plan de atracar a La Forestal, la gran empresa explotadora del monte chaqueño.
La obra que podrá verse desde el domingo 9 en el Teatro del Pueblo, tiene como puntapie los asaltos que realizan en el Chaco y que desata la represión con consecuencias que llevan a los tres por distintos caminos: la prisión, la búsqueda del amor, la fuga incesante o la muerte.
El elenco está integrado por Omar Lopardo, Gonzalo Alvarez, Luciano Medina, Federico Justo, Brenda Chi, Carlos Ledragh, Beni Gentile y Florencia Capiello, con el músico en escena Jorge Móbili.
Gallardou contó la génesis del proyecto: “Llega a mis manos un hermoso y fidedigno relato de los acontecimientos que se sucedieron entre los finales del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX, en la época donde reinaba un empresa que explotaba campesinos, peones y familias entre el sur del Chaco y el norte de la Provincia de Santa Fe. Esa empresa Inglesa fue La Forestal. Su tiranía duró entre 50 y 60 años. No pagaban con dinero, no. Lo hacían con pagarés; papelitos que la peonada canjeaba en las pulperías y almacenes, que también eran propiedad de la empresa. Amedrentaban y ajusticiaban con su propia policía a quienes se revelaban ante tan salvaje trato, recordemos «La Masacre de los huelguistas de la Forestal». Mientras tanto y bajo la distraída mirada de los gobiernos de turno, talaban los extensos bosques de quebrachos llevándose el tanino y la madera para distintos usos industriales. Dejando de este modo, todo el territorio devastado. Este libro novelado casi cinematográfico es una precisa y poética narración de hechos históricos extraídos de entrevistas, archivos policiales y periodísticos”.
El elenco construye personajes reconocibles del cine en blanco y negro, del melodrama, del teatro campero y de las gestas de la actuación en los circos. Así se encadena una historia propia con una estética propia y se observa “que estos hechos vuelven a repetirse como en una espiral sin fin, de la que solo podremos escapar si aprendemos a no repetirnos”, concluye Gallardou.
Su autor, Hugo Chumbita, reflexionó: “Se trata de sucesos conflictivos de la realidad social, trillados por el periodismo tanto como por las verseadas y el canto popular, que hace años motivaron mis propios trabajos de investigación histórica y sociológica. La idea general y el lenguaje teatral verseado y musical apuntan a rescatar las tradiciones de la gente del interior del país y la historia de una época no muy lejana, que son parte de nuestro patrimonio cultural. El tema de los “buenos bandidos” resulta siempre polémico, en tanto replican a la injusticia empleando la violencia, y la obra sugiere los puntos de vista contrapuestos del poder y de la gente “de abajo”. En el argumento aparecen algunos elementos simbólicos vigentes en las creencias populares, que representan la maldad reinante en el mundo y la lucha frente a la fatalidad de la suerte: como en el juego de las apuestas en una partida de naipes, hay un margen de posibilidades de ganar o perder, y quizás es posible elegir un destino.”
El diseño lumínico es de Damián Monzón; las coreografías y preparación vocal de Soledad Argañaraz; escenografía de Pablo Graziano y vestuario de Ropería teatral.
Fuente: Ámbito
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