Portada » La estrella que tuvo romances con más de 150 actrices, espió a todos y fue amante de una de las mujeres más deseadas de Hollywood

La estrella que tuvo romances con más de 150 actrices, espió a todos y fue amante de una de las mujeres más deseadas de Hollywood

la-estrella-que-tuvo-romances-con-mas-de-150-actrices-espio-a-todos-y-fue-amante-de-una-de-las-mujeres-mas-deseadas-de-hollywood La estrella que tuvo romances con más de 150 actrices, espió a todos y fue amante de una de las mujeres más deseadas de Hollywood

Pocas películas del Hollywood de la década del cuarenta fueron tan exitosas en la taquilla o se convirtieron en fenómenos culturales globales como Gilda, el film de 1946 dirigido por King Vidor y protagonizado por Rita Hayworth cuya vida tanto artística como personal cambió para siempre después de interpretar a la seductora mujer del título. Los cinéfilos del mundo llevan casi ochenta años recordando la famosa escena en la que Gilda baila y canta para el público en el casino de Buenos Aires donde transcurre la trama. Pero no son muchos los que tienen presente a su coprotagonista: Glenn Ford.

Cuenta la leyenda que en el proceso de preproducción de la película le habían ofrecido el papel del desvergonzado jugador Johnny Farrell a Humphrey Bogart, quien luego de leer el guion rechazó la propuesta porque, según aseguró, con Hayworth en el papel de Gilda el público no miraría a nadie más en la pantalla. La historia le dio la razón más pronto que tarde. Aunque Ford encabezó la película junto a la actriz, los posters y la publicidad alrededor de Gilda solo se concentraban en la imagen de la despampanante Hayworth. Claro que para Ford, su participación en el film también resultó una experiencia transformadora. En principio se trataba de su primera película de regreso a Hollywood luego de haberse alistado en la marina en 1943 para contribuir con los esfuerzos bélicos durante la Segunda Guerra Mundial.

Glenn Ford y Rita Hayworth en una imagen publicitaria de GildaArchive Photos – Moviepix

La sensación que causó el film le abrió las puertas a numerosos proyectos pero además lo acercó aún más a Hayworth, con la que había comenzado un romance durante el rodaje. Aunque ambos estaban casados en aquel momento, su relación era un secreto a voces, al punto de que el jefe de los estudios Columbia, Harry Cohn, solía llamarlos sin cesar para pedirles que dejaran de verse y hasta instaló micrófonos en los camarines de ambos para espiarlos. Una táctica que Ford replicó años después en su vida personal cuando, según de su propio hijo, Peter, tuvo que lidiar con las cientos de amantes que pasaron por su cama entre las que estuvieron famosas como Marilyn Monroe, Joan Crawford, Judy Garland, Barbara Stanwyck, Brigitte Bardot y Debbie Reynolds, entre muchas más.

Lo cierto es que la vida del actor nacido el 1° de mayo de 1916 en Quebec, Canadá, con el nombre de Gwyllyn Samuel Newton Ford, no tuvo las complicaciones ni escaseces que motivaron a muchos de sus colegas. Por el contrario, su familia era rica y distinguida, su padre era un ejecutivo de la compañía ferroviaria canadiense y sobrino de un ex primer ministro y, de hecho, los Ford estaban emparentados con Martin Van Buren, el octavo presidente de los Estados Unidos.

Ford nació en Canadá aunque en la infancia se mudó a California y empezó a interesarse por la actuaciónArchive Photos – Moviepix

Aún así, a sus siete años, el futuro actor se mudó con sus padres a Santa Monica, California, y la cercanía con la industria del cine llamó su atención. Recién salido de la escuela secundaria empezó a participar de obras teatrales con las que se fue de gira por el país y gracias a las que se acercó al mundo del cine. Aunque en principio la cercanía fuera relativa: Ford trabajó en los establos de Roy Rogers, el legendario actor de westerns.

Su padre aceptó su interés por la actuación, pero lo hizo con una condición: el muchacho podía intentar suerte como actor siempre y cuando adquiriera otras habilidades más prácticas para ganarse la vida. Así lo hizo: aprendió mecánica, plomería y hasta se dedicó a instalar techos y ventanas. Años después, ya como uno de los intérpretes más taquilleros de Hollywood, Ford aplicó sus conocimientos para acondicionar su propia mansión en Beverly Hills en la que también, sin el conocimiento de sus esposas -tuvo cuatro-, ni de su único hijo, puso micrófonos por todos lados, incluyendo los teléfonos en los que grabó charlas íntimas con infinidad de mujeres pero también con personalidades famosas como los presidentes Ronald Reagan y Richard Nixon. Un material que su hijo descubrió tras la muerte del actor y que fue recopilado en un libro de memorias que le dedicó.

Rita Hayworth y Glenn Ford en GildaSilver Screen Collection – Moviepix

Su facilidad para la construcción también lo ayudó a mantener vivo su romance con Hayworth durante cuarenta años. Su relación que sobrevivió más que los varios matrimonios de ambos y un embarazo que terminó en un aborto, durante la década del sesenta los llevó a vivir en casas vecinas que contaban con una puerta oculta instalada por Ford en el fondo que comunicaba ambas propiedades y les permitía visitarse sin ser vistos por nadie. Cuando la actriz murió en 1987, Ford fue uno de los encargados de cargar su ataúd hacia el entierro.

Ford en 1958 junto a su primera esposa, la actriz Eleanor PowellArchive Photos – Moviepix

Según los diarios del actor, su vínculo amoroso con Hayworth fue su primera aventura extramatrimonial y no porque le hubiesen faltado ofertas. En sus cuadernos escribió que meses antes del comienzo del rodaje de Gilda, mientras estaba filmando Una vida robada junto a Bette Davis, la ganadora del Oscar se le insinuaba constantemente y de hecho había sido ella la que lo había elegido para formar parte del elenco. Claro que aunque sus proezas en la cama eran comentadas por todos en Hollywood, en más de una ocasión Ford sintió que su talento como actor no era igual de reconocido.

De hecho, a finales de los años treinta, luego de un tiempo trabajando en modestas producciones teatrales, el actor tuvo la oportunidad de hacer su primera prueba de cámara para los estudios Fox. El intento resultó en un rechazo que Ford nunca pudo olvidar, incluso cuando meses después consiguió su primer papel en cine en una película en la que figuró en los créditos con su nombre real, Gwyllyn Ford. Poco después, cuando por fin consiguió ser contratado por los estudios Columbia, sus nuevos jefes le exigieron que lo cambiara por el más accesible Glenn. Y así, el intérprete empezó a trabajar sin descanso en películas olvidables, aunque de todas sacó algún provecho. En La protegida de papá, conoció a Hayworth, y en los westerns Los bandoleros de ayerLa amazona enamorada y Los desalmados pudo probar su habilidad con los caballos y las armas que le ganaron el título del tirador más rápido de Hollywood, que hasta podía desenfundar su Colt antes que John Wayne.

Gloria Grahame y Glenn Ford en el set de Los sobornados, de Fritz LangSunset Boulevard – Corbis Historical

Tras la pausa que se tomó de su carrera durante la guerra -un tiempo en el que conoció y se casó con su primera esposa, la actriz y bailarina Eleanor Powell, de la que se divorció en 1959 y con la que tuvo a su único hijo, Peter-, y con el éxito de Gilda en su haber, a partir de los años cincuenta los proyectos de Ford se hicieron mucho más interesantes y dignos de su evidente carisma y presencia escénica. En ese periodo protagonizó Los sobornados (1953), un policial en el que interpretaba a un heroico agente y Semilla de maldad (1955), donde encarnaba a un idealista profesor de escuela que peleaba por ayudar a sus alumnos, entre los que estaba Sidney Poitier. Ambos papeles empezaron a moldear el tipo de personajes que le ofrecerían a partir de ese momento: hombres honestos y de moral intachable dispuestos a todo para hacer lo correcto. Así lo empezó a identificar también el público, que nada sabía de sus constantes infidelidades ni de su afición por la bebida, dos de los factores que precipitaron el final de su primer matrimonio. Y el de los tres que vendrían después.

Ford y su hijo PeterArchive Photos – Moviepix

Su hijo, nacido en 1945, escribió en el libro Glenn Ford: una vida, publicado tras la muerte del actor, que su padre había estado mayormente ausente de su vida, que solía hacerle promesas que nunca cumplía y que ser el hijo de una estrella de Hollywood era como atravesar un campo minado del que la mayoría no sobrevivía a causa de las drogas y la alta tasa de suicidios. Curiosamente, en ese mismo texto Peter habla del talento de Ford y se concentra en sus mejores cualidades, aunque no olvida mencionar que, según las evidencias que encontró en los diarios de su padre, en el pico de su fama el actor estuvo involucrado sexualmente con más de 150 actrices.

Maria Schell y Glenn Ford en una escena de CimarrónJohn Springer Collection – Corbis Historical

Claro que tan prolífico como era Ford en el terreno romántico también lo fue en su trabajo. Con más de 80 películas y casi tantos ciclos televisivos en su carrera que se extendió desde finales de los años 30 hasta principios de los 90, cuando su salud declinó al punto de que debió retirarse, en el punto más alto de su fama el intérprete llegó a filmar cuatro proyectos al mismo tiempo. Fue entre 1960 y 1961 cuando rodó CimarrónLa casa de las tres geishas, Los cuatro jinetes del apocalipsis y Milagro por un día. Las siguientes décadas estuvo igual de ocupado sumando proyectos televisivos a sus apariciones en cine, un afán que tal vez haya provocado Gilda, su película más famosa aunque no fuera él quien la volvió inolvidable.

Share this content:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *