A los 59 años, Pedro Troglio sigue buscando nuevos desafíos. Para este 2025 decidió dejar Honduras, donde fue multicampeón con Olimpia en dos ciclos como entrenador, para aceptar la propuesta de Instituto de Córdoba y desde La Docta se hizo un tiempito en medio de la pretemporada para charlar con Olé. Obviamente de La Gloria, pero también de los tiempos que corren, de su amigo Caniggia que mucho tuvo que ver en su regreso al país, de alguna anécdota con Diego y más…
-¿Por qué decidiste volver a Argentina?
-Porque tenía una necesidad familiar. Buscaba una propuesta conveniente e Instituto es un club que está haciendo las cosas bien en todo sentido y un club lindo para trabajar… Quería estar acá, en mi país y tener a los afectos un poco más cerca.
-Tu última experiencia en Argentina fue San Lorenzo, donde no te fue bien. ¿Tenías ganas de tener una revancha?
-Fue una lástima lo de San Lorenzo porque era un club como para quedarse un montón de tiempo… Pero revancha no porque no dirigí solo tres meses a San Lorenzo sino que estuve otros 12 o 13 años en el fútbol argentino. Sí lo que creo es que en San Lorenzo fue el único lugar donde no dejé nada; después siempre algo hice… Ahí no: dirigí nueve partidos, gané uno, empaté cuatro y perdí cuatro. ¡Nada! Una lástima porque es un club bárbaro, sabíamos que era jugado porque el club no estaba bien pero uno siempre sueña con que lo puede dar vuelta…
-Venís de ganar muchos títulos en Honduras, ahora te toca volver a la presión de Argentina…
-Siempre estamos en riesgo los entrenadores y sé que vengo a una realidad distinta: me tocó ganar pero dirigía al mejor equipo del país, entonces es más factible que tengas más gloria que tristeza… Ahora me toca Instituto, que es un equipo que estuvo ahí, en mitad de tabla, y tengo que tratar de sumar, de meternos en alguna copa, clasificar entre los mejores ocho. No vamos a ganar todos los fines de semana y va haber que aguantar las puteadas en las perdidas y la exagerada emoción en las ganadas, je.
-¿Qué te gustó de Instituto en 2024 y que te gustaría aportarle?
-Mirá, cuando un equipo hace un buen torneo como lo hizo Instituto, salvo por las últimas diez o doce fechas, tampoco es que tenés que cambiar mucho. Podés agregar cosas que vos ves o que son tuyas, porque cada uno tiene sus ideas… Pero tampoco son ideas tan locas que los jugadores no vayan a captar. La verdad es que me encontré con un plantel laburador, predispuesto, con algunos muchachos de experiencia pero en lo general muy joven… Estamos con la idea de sumar muchos puntos y tratar de pegar un saltito para meternos en alguna copa, que al club le vendría bárbaro. Nos tocó un calendario duro porque tenemos nueve partidos de visitante y siete de local, pero trataremos de sumar lo máximo posible y ver hasta dónde podemos llegar.
-Uno de los que llegaron al plantel es Matías Gallardo, el hijo de Marcelo.
-Sí, vino como una apuesta del club, lógicamente que yo di el visto bueno, y realmente tiene una capacidad muy importante con la pelota. Tiene mucho despliegue y muy buen manejo de pelota, trataremos de ir formándolo para que tenga minutos…
-¿Le dijiste que le diga al padre que te mande algún jugador que no tenga lugar en River?
-(Risas). Naaa. Lo único que le dije es que no le cuente nada al papá porque en la segunda fecha jugamos contra River, je.
-En tu llegada a Instituto mucho tuvo que ver Claudio Caniggia, del que sos amigo desde chico, ¿no?
-Sí, él tenía 11 y yo 13 cuando nos conocimos en River. La verdad es que siempre le decía que se metiera en esto porque él estaba como que no encontraba su lugar dentro del fútbol, no quería ser técnico, no quería ser periodista y yo le decía que sea intermediario… Pasa que es un tipo con el que todo el mundo se quiere sentar porque, después de Maradona, viene Caniggia. Es Maradona, Messi, él y Batistuta. Ahora lo podemos poner al Fideo (Di María), pero de los más recientes, sin ir para atrás a buscar a los Kempes, esos son los que están arriba en el ranking. Y vine acá, estuvimos comiendo y me contó que se estaba por largar en esto. Yo me fui a Honduras y a la semana me llamó para ver si me volvería para dirigir Instituto… Le dije que sí, y acá estamos, je. Debo ser una de las primeras situaciones que logró ubicar y eso me pone muy feliz.
-Concentraban juntos con Cani en la Selección… Ahí se dio aquella anécdota de que la habitación era Londres. ¿Es así?
-¡Sí! Concentrábamos juntos en la Selección, en River y en el Verona… Aquello de Londrés fue más por mí, porque no sabía fumar. De tantos días encerrado ahí, agarré un pucho… El tema fue que, al no saber, largaba todo el humo y se armó una humareda terrible. Se nota que justo pasó el Narigón por la puerta, sintió el olor y lo llamó a Diego, je.
-¿Y Maradona qué les dijo?
-Diego vino, entró y nos dijo: “Dale boludo, fumen al lado de la ventana”. Pero la verdad es que la humareda la hice yo, pero no era el dueño de los cigarrillos, je.
-No se le escapaba una a Bilardo, ¿no?
-Nooo, qué se le iba a escapar… No dormía, se la pasaba caminando por todas las puertas, no paraba.
-Y hoy, que los planteles tienen más jóvenes y menos jugadores de experiencias, ¿de qué cosas tiene que estar atento el entrenador?
-Hoy los jugadores están más profesionales, se cuidan más, tienen nutricionista, desayunan y almuerzan en el club entonces se van a la casa bien comidos… Se fortaleció mucho el cuidado. La condena de los jugadores hoy son las redes sociales, porque el futbolista puede tener una vida normal, puede ir a un boliche… ¿Cómo no va a poder ir con la novia, escuchar algunos temas y hasta tomarse una cerveza para irse a dormir a las dos o tres de la mañana? Jugó el sábado, ganó, por qué a la noche no puede ir a una disco o, acá en Córdoba, ir a ver un recital de la Mona… Ahora, si vos me decís que eso lo hace un jueves cuando juega el domingo y que se acuesta a las cuatro o cinco de la mañana, te digo que está mal. Pero puede tener vida social, más cuidada de la de cualquier persona normal, pero puede tenerla… Pasa que van, se sacan una foto y no sale publicada ese día que ganó, se la publican cuando el equipo perdió…
-Y ahí se arma el lío….
-Sí, porque si ganaste la gente dice: “hizo dos goles, está bien que se divierta”. Pero te la publican al domingo siguiente, cuando perdiste y te erraste un gol abajo del arco, y el comentario es: “Eso porque está de joda”… Ese es el problema, hay que tener mucho cuidado. Te soy sincero, yo hasta pondría a alguien en los clubes que le enseñe a los jugadores cómo manejar el tema de las redes.
-¿Cambió mucho el fútbol?
-Sí, cambió. En mi época decías los equipos de memoria y había muchos jugadores de experiencia; hoy en un equipo, de un año a otro, capaz que tenés diez jugadores distintos. Trato de aggionarme a la juventud, no soy un estúpido que me quedo con cómo me trataban a mi de jovencito. Me adapto a la realidad de la vida de hoy, que es distinta, en donde las cosas se hacen de otra manera y trato de acercarme a los jugadores más jóvenes: les hablo, trato de explicarles que si perdiste no tenés que publicar una foto con tu esposa y tu hijito riéndote… Reite con tu esposa y tu hijito, pero no lo ventiles porque hay hinchas de tu equipo que por ahí esa noche no comen por el dolor de haber perdido y no quiere verte riéndote. Nosotros también sentimos ese dolor, pero por ahí queremos llegar a casa y abrazarnos con nuestros seres queridos. Y el hincha también lo hace, pero a vos quiere verte mal como se sienten ellos. Es difícil porque nosotros tenemos en nuestra mano la pasión de la gente, para bien o para mal, y hay que tratar de manejarlo.
-La última: sos una referencia de Gimnasia, ¿qué opinás del vínculo de Estudiantes con Foster Gillett?
-Uff, qué se yo… Me tocó estar en el fútbol europeo y ahí los clubes sonsociedades anónimas. Desconozco si este caso lo sería o no, si es que se va a perder la parte social o no, esas son cosas que las sabrán los que están ahí. En Europa es muy normal, pero acá la gente tiene miedo de perder esa parte social de los clubes porque nosotros tenemos la idiosincracia de que sea un lugar de encuentro, comer en el buffet, jugar a las cartas… Capaz se puede incorporar una parte nueva sin perder todo eso, no creo que gente que quiere a su club vaya a generar un vínculo que sea dañino. Habrá que ver cómo sale y entonces ahí será un ejemplo a seguir o a no seguir.
Un hondureño más
El primer contacto de Pedro Troglio en su carrera con el fútbol hondureño fue en el 85, cuando fue siendo jugador de River a jugar dos amistosos. Sin embargo, pasó muchísimo tiempo hasta el 2019 cuando, ya como entrenador, llegó a Olimpia. “Fui con la idea de dirigir a un equipo grande que estuviera necesitado, en ese momento hacía tres años que Olimpia no salía campeón y nosotros tuvimos la suerte de ganar ocho años seguidos, más la Concacaf y llegar a semi de Concachampions”, repasa la historia junto a Olé.
La realidad es que Pedro se sintió enseguida como uno más y no le era fácil hacer las valijas para volverse. “El único momento en que tomé la decisión de irme fue cuando mi vieja estaba mal y justo se dio lo de San Lorenzo”, sigue el relato. En ese momento, sin Troglio, no hubo vuelta Olímpica para Olimpia y su teléfono volvió a sonar: “Fuimos otra vez y volvimos a salir campeones. Me quedé dos años y medio más…”.
El deté define a Honduras como un país “muy latino” y “parecido a nosotros” que tiene “gente muy amable y sevicial”. Destaca a cada rato que la pasó bárbaro y que lo trataron de diez. Tan cómodo se sintió que hasta adoptó una costumbre de aquellos lares que lo obliga a lucir sus dotes culinarios… “¡Los frijoles! Acá no existen y son una delicia… Ellos lo comen para todo. Me aprendí la receta: pido que me traigan bolsas de allá y yo acá los preparo”, cierra en modo cheff.
Fuente: Olé.com.ar
Share this content: