Que se forjan personalidades, se expone el alma y se vive cada minuto con la intensidad que merece. Se pierden cosas, claro, pero lo que se obtiene en el camino dura para toda la vida. Los que saben también explican que el deporte es una herramienta para estar más sano, aprender valores, inspirarse y velar por un futuro mejor y más seguro. Y no se equivocan. Los ejemplos de deportistas argentinos que reflejan esta filosofía son varios, pero si hay que pensar en algún exponente con mayúsculas la lista se acorta. Y allí figura, sin dudas, Gabriela Sabatini, la joven que en 1985 con solo 15 años deslumbró al mundo del tenis en Roland Garros. Ese momento marcó un antes y un después en la vida de una adolescente argentina, que en un suspiro se convirtió en una fuente de inspiración. Días atrás, Sabatini dejó el casco, los guantes y la ropa abrigada que le permitieron conquistar el Gran Fondo 7 Lagos, un recorrido en bicicleta de más de 100 kilómetros en la provincia de Neuquén, para poner una vez más una raqueta de tenis en sus manos. La cita fue en el Lawn Tennis de Buenos Aires, “la catedral del tenis argentino”, que tantas veces fue su casa, durante una clínica que organizó Renault para sus principales clientes. Hoy, con 54 años, mantiene intacto su tono tranquilo, sonríe y se predispone para la charla con LA NACION. Se la ve radiante. El sol de la mañana empieza a hacerse sentir y, vaso de agua mediante, Sabatini se acomoda tras una mesa armada exclusivamente para la ocasión. ¿El objetivo? Desentrañar “la fórmula del bienestar”.
En un mano a mano, Sabatini hace un repaso por sus logros como tenista y como persona
–¿Qué aprendizaje te dejó el deporte que hoy aplicás a tu vida? –El deporte, y más el de alto nivel, te enseña a tener un método, a ordenarte, a ser muy prolija con todo lo que hacés. Uno empieza a conocer a su cuerpo y qué le hace bien. Siempre me gustó mucho la nutrición y pude maximizar mi rendimiento para sentirme bien. –Hoy conectás con el ciclismo… –Sí, estoy haciendo mucho ciclismo, que me apasiona. Me paso horas arriba de la bicicleta. Por eso es importante tener energía. Me ayudó mucho el deporte a conocer qué es lo que necesita mi cuerpo. Por ejemplo, entendí que elongar es fundamental para cualquier persona, porque cuando envejecemos nuestro cuerpo se va poniendo cada vez más duro. La flexibilidad es muy importante para llegar bien a ese momento. –El ciclismo es una práctica de mucha soledad como el tenis. ¿Cómo te llevás con esos momentos? –Muy bien. El tenis me enseñó a hacer muchas cosas sola porque, si bien está el entrenador, cuando uno viaja está siempre solo y en la cancha te las tenés que arreglar también en soledad. Y en el ciclismo, si bien lo disfruto con gente, cuando voy pedaleando siento que con la bicicleta somos una y es una sensación maravillosa. –¿Hay algún secreto para poder llevarse bien con uno mismo? –Lo siento como algo natural. Nunca competí con el otro, sino conmigo misma. La clave es superarme y eso lo hago en todo: me enfoco en lo que tengo que hacer, lo hago, me siento bien y ya está. Cada día disfruto de entrenar sola.
–Los resultados en tu carrera llegaron muy repentinamente, ¿cómo manejaste la presión de entrar casi de un día para el otro al top ten? –Sí, la exposición llegó de golpe y no fue fácil. Una de las tareas más difíciles fue poder trabajar en eso, en la expectativa que se genera cuando a una le empieza a ir bien y a tener popularidad. Tengo el recuerdo de una gira junior cuando tenía 13 años. Había ganado todos los torneos en esa categoría, quedé número uno del mundo y cuando volví al aeropuerto estaba lleno de gente. Estaba con mi padre y le dije: “¡Cuánta gente”! A los minutos me di cuenta de que me estaban esperando a mí. Me impactó. Fue un antes y un después. Siempre fui una persona muy introvertida y siento que el tenis me ayudó, porque me obligó a salir para afuera. La gente me empezaba a saludar, a reconocer y al principio yo no saludaba a nadie y después me fui soltando. El tenis me obligó a ser más extrovertida. En ese sentido, fue muy positivo. –Como a Franco Colapinto que, de repente, se vio en la Fórmula 1 con un país siguiéndolo… –Sí, creo que ahí lo importante es enfocarte en lo tuyo, ¿no? Otra de las cosas que me costaba era ver mis notas, las cosas que se decían cuando no eran ciertas. Al principio me lastimaba y me llevó mucho tiempo poder aislarme de todo eso. Fue difícil. Nunca fui de confrontar. Tampoco valía la pena derrochar esa energía. Si tenía un micrófono decía mi verdad, que en definitiva, era lo único que valía. Recuerdo que trataba de no leer y concentrarme en lo mío. Por suerte, no existían las redes sociales.
Nuevas pasiones Sabatini dejó el tenis profesional en 1996, cuando tenía apenas 26 años. Su carrera, que había estado marcada por un rápido y temprano ascenso, terminó luego de darse cuenta de que no tenía la misma motivación que al inicio y que era el momento de dar un paso al costado. Entendió que había que correrse del eje para volver a encontrarse y así, tras dejar el profesionalismo, empezó a trabajar junto a tenistas jóvenes en sus equipos de entrenamiento y a renovar su amor por el deporte. Descubrió nuevas disciplinas y se apasionó por el ciclismo, una actividad que atrae a muchos exprofesionales de otras áreas. De hecho, estuvo compitiendo en Villa La Angostura en noviembre junto a Lionel Scaloni, Pablo Aimar y Santiago Lange. Hoy el deporte sigue siendo parte de su ADN. Conoce las rutinas, los trucos para maximizar los resultados y la importancia de organizarse al momento de entrenar. Pero, como todo, eso se aprende con la práctica y constancia de cada día.
Entusiasta de la nutrición, sabe combinar una buena rutina de ejercicio con la comida necesaria para tener energía y salud. –¿Cuál es tu fórmula del bienestar? –Como bien y tomo mucha agua. Tengo una vida sana. Después hago lo que me gusta que, en definitiva, es el secreto también de la felicidad y de poder disfrutar de los momentos. –¿Cuál es tu cable a tierra? –El deporte lo sigue siendo: el ciclismo, el entrenamiento y también disfruto mucho de conocer cafés y estar con amigos. –¿Cómo hiciste para que no te mareara el éxito? –Uno nunca tiene que olvidarse de quién es, de dónde sale, y esos pies tienen que estar ahí. Ese fue mi enfoque y siempre valoré lo que tenía. Encontrarse en soledad con uno mismo La charla podría haber durado horas. En ningún momento, pese al ajustado cronograma, Sabatini perdió la frescura al hablar de su pasado, su presente y de sus hábitos. Ella divide su vida en tres ciudades: Zurich, en Suiza; Miami, en Estados Unidos, y Buenos Aires, en su Argentina natal. Además, viaja con frecuencia. Se siente cómoda con los vuelos largos y no se angustia cuando tiene por delante varias horas de soledad. De hecho, ya sea por los años vividos entre torneos o por una consecuencia de las jornadas de entrenamiento, se acostumbró a estar consigo misma y encuentra ahí la verdadera competencia. Deja ver, entre líneas, que encontrarse con uno mismo en la soledad es parte fundamental para sentirse bien. Ya sea en lo que dure un partido de tenis, en lo que demande una jornada de entrenamiento, en las horas sobre la bicicleta o incluso en los momentos previos a dormir, sentirse bien con uno mismo resulta fundamental. Parte de ese aprendizaje, lo logró gracias a la terapia. El tiempo la llevó por otro camino y hoy, cuenta, disfruta de tomar café y recorrer las distintas cafeterías de los lugares que visita. En esa línea, hizo talleres en Zurich para aprender más sobre su origen y preparación. Pero hay más y, quizás, sea una de las partes más desconocidas de sus ratos de ocio: su conexión con los fierros. La descubrió luego de comprarse su primer auto, un Renault Fuego. “Siempre me encantaron los autos y me gusta un poco la velocidad”, reconoce entre risas. “Me acuerdo que, cada vez que me iba a jugar a una gira, me encantaba agarrar el auto y salir a pasear. Disfruto ese momento, esa conexión con los autos”, rememora.
La vida de Sabatini enseña que no hay recetas mágicas, sino que alcanza con encontrar lo que apasiona y se disfruta. Que el camino puede ser complicado y poco claro por momentos, pero que hay que saber descubrir los lugares donde se es feliz y el apoyo necesario para sortear los obstáculos. “Yo seguí lo que mi instinto me decía y lo que tenía ganas. Lo sigo haciendo y así tiene que ser. Soy una persona sencilla que disfruta de los amigos, del deporte y de las cosas simples”, se sincera. Y se abre aún más: “Lo importante es sentirse bien. Obviamente que una dice: ‘Uy, bueno, ciertas cosas podrían haber sido un poco diferentes’, pero estoy feliz, me siento bien por estar en el lugar en el que estoy y por lo que tengo; me siento agradecida”. No hay más tiempo. “¿Ya está? Ayy, estaba buena la charla…”, finaliza con la sonrisa que la acompañó durante todo el encuentro.
Fuente: La Nacion
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