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Benjamín Vicuña: su nueva película, su rol como padre y el sorprendente parecido de su novia con su madre

El actor Benjamín Vicuña habla de su nueva película y de los planes que le aguardan en 2025

“Tengo muchas ganas de que el destino me siga ofreciendo oportunidades para seguir explorando”, confiesa Benjamín Vicuña mientras hace un balance de lo que fue su 2024 y habla de sus objetivos para este nuevo año; entre los que se encuentran El silencio de Marcos Tremmer; un film que acaba de estrenarse y que invita al público a reflexionar sobre algunas decisiones difíciles que la vida pone por delante. “Es una película necesaria que ilumina zonas que por momentos incomodan. Una película que emociona muchísimo, que nos va a hacer llorar, y con la que van a poder viajar también porque se filmó en lugares maravillosos”, cuenta el actor, que pasó casi un año rodando en escenarios de España, Uruguay, Santo Domingo y República Dominicana.

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EXPORT VICUÑA

Este film -que es muy parecido a lo que fue El primero de nosotros en TV- también es una buena oportunidad para volver al cine, un formato que se ha visto muy afectado desde la aparición de las plataformas. “Hay que volver a las salas, dejar el teléfono en modo avión durante dos horitas y dejar que la cabeza se amplíe”, dice el chileno orgulloso de poder regresar a la pantalla grande con este proyecto.

En el plano personal, Vicuña también tiene motivos para agradecer. De novio con Anita Espasadín, el actor habla del gran parecido que esta mujer tiene con su madre. “Las dos son muy buenas madres, son mujeres íntegras, hermosas, increíbles y generosas”, asegura. A su vez, revela cómo es como padre, qué temas lo preocupan y cómo, después de mucho tiempo, logró la armonía familiar con las madres de sus hijos, Carolina “Pampita” Ardohain y la China Suárez.

-Un 2024 en el que, en una plataforma, uno encuentra proyectos tuyos, y un 2025 por delante con el cine. ¿Qué más se puede pedir?

-Bueno, se puede pedir más (risas). Hay que pedir, hay que desear. Pero sí, 2024 fue un súper año. También en el teatro con Felicidades, que fue lindísimo. Y ya este año arrancamos con un estreno increíble que es El secreto de Marcos Tremmer; estoy contento. La estamos estrenando en Chile, en Argentina, en Paraguay, en Uruguay y en España. Es una película que realmente me compromete, una película que estuve prácticamente un año filmando entre España, Uruguay, Santo Domingo, República Dominicana. Es algo que me tiene muy feliz, muy orgulloso.

-Una película que para el propio director le llevó casi cinco años, que pasó por festivales, que llenó las salas de Mar del Plata. Una película con la que pasás por todos los estados: te emocionás, te enojás…

-Es una elección valiente de parte de los realizadores y del director elegir un tema así. Para ubicar a la gente, es lo más parecido como género a El primero de nosotros, que fue una tira que funcionó muy bien acá en la Argentina. Y esto es un primo hermano de esa serie, en términos de género. Es una historia de amor que habla de la vida y, como parte de la vida, de la enfermedad y de decisiones que se tienen que tomar frente a escenarios muy difíciles. En el caso de este protagonista, él decide transitar su enfermedad en soledad, lejos de sus seres queridos, y para eso tiene que mentir. Y eso es un gran dilema, un gran debate que da para hablar. Es una película que da para pensar, da para reflexionar sobre las decisiones.

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Benjamín Vicuña en el estreno para invitados de El silencio de Marcos Tremmer, en el cine GaumontGerardo Viercovich – LA NACION

Un personaje complejo… ¿Cómo fue esa elección?

-En lo personal, tomo decisiones variadas. Tengo como una libertad editorial y mucha intuición; es estar atento a ciertas señales. Por momentos vienen rachas, como el año pasado, de mucha comedia: estaba en el teatro haciendo comedia, hice dos películas… A veces también hay una cosa más de introspección, de animarme a contar historias que son más difíciles de contar, que requieren también otra exigencia. Es un compromiso también con tus propios dolores, con tu vida, con tu experiencia con la muerte. En ese sentido, sí me demandó muchísimo pero no sé si tengo muy claro cuándo y cómo tomo estas decisiones, sino que es algo más intuitivo.

-¿Y lo haces solo, elegís solo?

-Sí. Cuando me llega el guion, lo siento. A veces también hay una acción-reacción, porque por ahí vengo como agotado de un proyecto que tiene que ver con otro género y entonces decido esto. Es como la clásica pregunta de preferís el cine, el teatro o la televisión. Creo que todos sabemos que se van complementando y muchas veces pasa que vengo de un año de hacer mucho teatro (que es hermoso el encuentro con el público), pero después tengo ganas de volver a hacer una película. O si venís de hacer mucha comedia también es lindo volver a un género como este, que es un drama romántico y que sacude al público.

En calle Corrientes

-Fue un año de mucho teatro para vos. Para un actor como vos tampoco es fácil tomar el compromiso de estar en función todas las noches; también en que encuadrar esa parte del trabajo

Me pasó que con Felicidades fue increíble. Lo que pasó con el público, con mis compañeros y con el público (con las 140.000 personas que nos vieron y nos eligieron). Fue la obra más vista de Buenos Aires el año pasado. Pero claro, te limita a hacer otros proyectos, a viajar, a poder acompañar también películas como El secreto de Marcos Tremmer a festivales internacionales, hacer proyectos afuera también. Todos sabemos que el teatro tiene esa cosa que te esclaviza con los tiempos, con los viajes y con los compromisos laborales fuera de Argentina, pero así todo en lo personal me sirvió mucho para instalarme, echar raíces, estar presente con mis hijos, con mi vida. Yo siempre he sido bastante nómade pero hoy por la dinámica familiar empieza a ser más difícil. Mis hijos están cada vez más grandes, requieren su escolarización y sus obligaciones. Así que estoy tratando de buscar un equilibrio.

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Benjamín Vicuña, con el elenco y el director de Felicidades, la obra que lo tuvo durante buena parte de 2024 como una de las figuras de la calle Corrientesinstagram.com/marianopensotti

-¿Te gusta eso de quedarte más instalado en Argentina?

-Sí, es que yo amo Argentina. A mí me fascina Argentina, tengo mi familia, tengo mis amigos, tengo muchos amigos y familia que vienen de Chile. La verdad que fue un año de paz y eso se valora muchísimo.

-Sos un hombre que busca mucho la paz, entre sus afectos, entre su gente, en su trabajo…

-Bueno, yo creo que buscamos todos eso y esa armonía es súper difícil porque hay que buscarla en el trabajo, las expectativas, las frustraciones, la familia, el amor de pareja; o sea son muchas cosas que hay que ir ecualizando. A veces se habla de la felicidad, a mí me parece que con encontrar la paz es suficiente; ya eso es un montonazo.

-¿Te imaginas envejeciendo en la Argentina o te gustaría volver a Chile?

-Ya estoy envejeciendo (risas).

-Nooo, vos sos nuestro galán…

-Soy un actor que ama lo que hace y decidí estar en este país pero ha sido como un amor correspondido. Yo amo a la Argentina y siento que Argentina también ha tenido demostraciones de cariño, de afecto y de hospitalidad conmigo, con mis hijos. La primera vez que vine fue con Sebastián Ortega a hacer el piloto de La Lola y después yo me fui a España y no pude hacer ese proyecto que fue hermoso, que se hizo en América con Luciano (Castro), con Carla (Peterson), con Mike (Amigorena). Pero en Chile tengo mi sala de teatro, tengo mis afectos, hice series, películas. Incluso este año filmé una película acá con Celeste Cid que es una película pensada para los dos territorios. O sea, de a poquito estoy haciendo contenidos globales que viajen.

-¿Qué proyecto sentís que te posicionó como actor acá en Argentina?

-Para mí fue muy lindo lo que pasó con El primero de nosotros. Siento que ahí pasó algo trascendental con el público, con el cariño, con exponer mi corazón desnudo. También Entre caníbales, Farsantes, ATAV, que todavía hay muchos fanáticos de ese villano hermoso con un poquito de sentido del humor. Y bueno, en el caso del teatro, para mí fue un antes y un después de Felicidades; eso también me abrió las puertas a la comedia. La gente no sabe pero eso yo en Chile ya lo había hecho y mucho. Hice versiones como Mosca y Smith, Los simuladores; la comedia me gusta y la disfruto mucho. Acá no me tocó tanto, así que de a poquito poder mostrar eso me gusta, me divierte.

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Benjamín Vicuña junto con Julio Chávez en Farsantes, una ficción que cautivó a la audiencia en 2013, el año de su emisión Archivo

-Y en Chile, ¿cuál fue el trabajo que te marcó?

-Mi primera película se llamó Fuga y la dirigió Pablo Larraín; un director que hoy trabaja con Angelina Jolie, Natalie Portman. Yo filmé mi primera película con él y fue un súper despegue. Luego también hice una serie de detectives que fue muy bonita y Prófugos para HBO. Estoy súper orgulloso con las cosas que he hecho y también con muchas ganas de que el destino me siga ofreciendo oportunidades para seguir explorando.

-¿Ya armaste tu agenda 2025?

-La estoy armando en base a decir que no a muchas cosas porque de eso se trata también la carrera del actor. Si bien uno va tratando de ir direccionando su carrera y tratar de armar algo que tenga sentido, hoy hay proyectos que me encantan como algunos proyectos teatrales que me ofrecieron el año pasado y que no pude ser parte porque también significaba nuevamente amarrarme todo el año. Tengo dos proyectos que no puedo decir de qué se tratan, pero que me hacen viajar; son películas.

Expresar con la escritura

-¿Y la faceta de conductor?

-Fue bonito, me sentí cómodo. Aparte como experiencia estar en México un mes filmando, grabando, está súper. No estoy tan cómodo como en la actuación pero cuando de repente desarrollás algo y te dicen que lo hacés bien, es lindo. Yo soy consciente de que comunicar los proyectos, como lo estoy haciendo ahora en una entrevista, es algo que me resulta fácil. Siento que comunico bien, que llego a mucha gente. También, me pasa lo mismo con la escritura. Genero empatía, emociono y de eso me fui dando cuenta con el tiempo.

-¿Escribís hace mucho tiempo?

-Sí, sí, desde chico. Siempre fue un lugar para encontrar un escape. Pasé por la poesía, después por la novela y encontré la forma de expresar lo más fácil posible, lo más didáctico posible. Cuando quiero escribir sobre un sentimiento, sobre un aniversario, sobre una Navidad he ido abandonando las metáforas y la cosa más sofisticada para ir a lo más claro y didáctico posible.

-En el libro que vos le dedicaste a Blanquita, hay una frase que vos me enseñaste y es que uno va a convivir toda la vida con el dolor, el que sea, pero se va transformando de alguna manera…

-El dolor se va transformando en cosas hermosas. También, es lindo como el libro (que fue una necesidad) se transformó en una ayuda para muchas personas. El saber acompañar (nadie nos enseña acompañar a un enfermo terminal como es el caso de El secreto de Marcos Tremmer) también es un arte y es muy difícil. Nadie nos enseña a dar un consejo o a pedir un consejo en un momento difícil. Entonces, creo que ahí hay mucho por hacer. De hecho, en esta última Navidad estuve realizando algunas visitas a personas y a niños que están en una situación difícil y estuve hablando con una persona de una fundación muy bonita (La Casa de Ronald McDonald) que justamente se dedican a eso, a acompañar, a dar contención psicológica. Y pensar que mi libro -que escribí para mi hija- le puede servir a muchas personas es algo increíble.

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Benjamín Vicuña en una visita a la Casa de Ronald McDonald, en Buenos Aires Gentileza: Prensa

-En el libro todo el tiempo marcas que es tu historia…

-Sí, de hecho cuando lancé el libro dije que estaba dedicado a las personas que miran el cielo con más preguntas que respuestas. En el libro no van a encontrar ninguna respuesta pero, por lo menos, van a encontrar contención, van a encontrar empatía. Esa es la particularidad no solo del libro sino también de la ficción. Por momentos siento que lo que hago tiene una misión grande. O sea, cuando yo hago una película como El secreto de Marcos Tremmer no solo entretiene o divierte, sino que también entrega a una persona que puede estar en una situación así, un nivel de empatía, un match, el sentir que esa persona no está sola. Lo que genera la literatura o, en este caso, la ficción es identificación y contención, y eso me parece increíble. Le da sentido a todo.

-Con el libro de Blanca, ¿cuándo sentiste que era el momento de compartirlo y qué te pasó cuando lo hiciste?

-Me demoré 10 años, no en escribirlo sino en poder compartirlo. Y después sentí liberación. Se siente también cerrar un capítulo. En una primera instancia, hay una negación absoluta. Luego viene la aceptación y después, se va transformando ese dolor en acción amorosa, en honrar a tus seres queridos. Navidad o Año Nuevo son fechas donde las ausencias se hacen muy presentes y a mí me gusta rescatar lo que sucede en otras culturas, saber que estamos acompañados de nuestros seres queridos. Eso solo nos puede dar fuerza. Creo que realmente estamos acompañados, sentir que estás con ese viento a favor o con tus ángeles es lindo.

La presencia materna

-Contame de tu mamá… ¿Qué rol ocupa en tu vida?

-Es un gran amor mi madre; la respeto y la quiero muchísimo. Mis hijos también. Es una abuela que hace lo que puede porque vive en otros países. Pero es una mujer fundamental en mi vida, sin duda. Amarla y respetarla me genera también un tipo de vínculo con las mujeres como mi hija, mi pareja, la gente que me rodea.

-¿Cómo ve a su hijo con todo lo que tiene que ver con la fama?

-Ya traspasamos todo eso. El otro día me mandó un mensaje muy lindo. Ya con un mensaje nos decimos cosas y rescatamos una complicidad, un amor y un cariño tan potente; algo que es súper difícil de encontrar, ¡pero da un orgullo! Yo siento mucho orgullo de que ella sea mi mamá por como es, por su visión de la vida, por su costado humanitario, por su sensibilidad. Y aparentemente ella, no por mi profesión ni por mis logros, sino que por el ser humano que soy también. El otro día me dijo una cosa muy linda que no la voy a decir acá pero que tiene que ver con el hombre y el papá que soy y eso me emociona.

-¿Y sufre con todo lo mediático, con las historias de amor?

-Sí, sufre, pero es bastante piola en entender y ubicar los contextos. Hay cosas que por supuesto le sorprenden y cuando me escribe exclusivamente para preguntarme alguna de esas pavadas es cuando mi paciencia se acaba (risas). Cosas que ni siquiera tienen que ver conmigo, cosas colaterales.

-¿A Anita ya la conoció?

-Sí, buena onda. Se parecen un poquito, así que estoy en el horno (risas).

-¿De primer momento dijiste “Anita tiene algo de mamá”?

-No, pero bueno… Dejame romantizar un poco (risas). Las dos son muy buenas madres, son mujeres íntegras, hermosas, increíbles y generosas.

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Benjamín Vicuña y su novia, Anita Espasadín, se conocieron en el gimnasio GERARDO VIERCOVICH

-Recién te habían separado…

-¿A quién? ¿A mí? ¿De quién?

– Sí, a vos de Anita porque había lío de cómo pasaban las fiestas…

-Ah, no llegué a leer eso (risas).

-¿Estás contento? ¿Te gusta la vida en pareja?

-Sí, no voy a decir ninguna novedad pero para mí el amor es lo más importante de la vida. Es el motor de la vida, es lo que nos hace levantarnos en la mañana. El amor a nuestros hijos, a nuestra profesión, a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros amigos, a nuestra pareja. Y yo soy un afortunado de encontrar el amor. No considero un fracaso mis capítulos anteriores sino todo lo contrario. Siento que me van formando, me van construyendo como ser humano, como persona que transita esta vida con errores, con aciertos.

-Lograste un gran equilibrio con Caro y la China…

-A ver… La vida es dificilísima. Cada uno con su karma, cada uno con su cruz, cada uno con sus dolores. Hay personas que están llevando un duelo, hay personas que están llevando una situación difícil con sus hijos; para nadie es fácil. Entonces idealizar estos vínculos, sobre todo, cuando son por separación y familia ensamblada no es que estamos todos muertos de la risa. O sea, hay que ponerle mucho trabajo, mucha voluntad y, sobre todo, mucho amor. Un amor que se construye, un amor que se transforma, un amor que se redefine para que las cosas salgan bien.

-¿En qué momento dejaste de sufrir a la prensa para aceptarla y disfrutarla?

-Por supuesto que hay momentos en que estoy estresado, sobre todo, con la mentira pero trato de ponerme en el lugar de ustedes. El otro día me pasó de encontrarme con un notero cuando salía del supermercado con mis hijos. Respiro mucho, trato de entender el trabajo del pibe, los 40 grados que hacen y de no descarrilar pero tampoco me siento feliz y contento salir con la bolsita y que me metan un micrófono para preguntarme cosas que no tienen que ver con mi vida.

-Pero hiciste un gran trabajo…

-Sí, estoy más tranquilo también porque mi vida está más tranquila. Los años no pasan en vano. Estoy más grande, me sé ubicar en otro lugar y siempre me pongo en el lugar del otro; eso es fundamental.

La prensa

-Salió una chica de la prensa chilena diciendo que tratas mucho mejor a los periodistas argentinos que a los chilenos…

-No, mentira. Tengo la mejor. De hecho, gané muchos premios como Mejor Actor por parte de la Asociación de Periodistas de Espectáculos (APES). Pasa que en Chile no existía o no estaba desarrollada la industria del chimento, del espectáculo, entonces venían con la pregunta medio tímida y yo les decía: “No chicos, de eso no hablo”. Pero tampoco es que allá no hablo. Yo soy así en todas partes.

-Se viene un 2025 con mucho trabajo y seguramente un montón de sueños por cumplir. Así como pasó con el libro de Blanca, ¿hay algo que quieras lograr este año?

-Hay desafíos personales y objetivos o cosas que se van dando de forma orgánica o natural. A mí me parece que lograr una estabilidad de goce y de disfrute en mi trabajo y en la vida; poder estar (que es algo que me costó muchísimo y trabajé en terapia) ya es un montón. Hasta hace 10, 15 años atrás, yo estaba pensando en el futuro, en el pasado, en otro proyecto… En cambio hoy estoy tratando de estar donde debo estar. Aquí con vos, mirándote a los ojos, contestando, disfrutando de esta entrevista. Parece una obviedad pero es difícil ser consciente del presente.

-¿La terapia ocupa un lugar importante en tu vida?

-Mucho. No aflojo. Son muchos años, pero me da muchas respuestas, mucha contención y ya lo hago porque es un lindo placer; es una rutina placentera más que para sanar algo.

-¿Te llevas bien con las redes sociales?

-Sí, me llevo bien. Es raro porque yo como embajador de UNICEF he trabajado contra los haters pero soy responsable. Por ejemplo, de X (exTwitter) me di de baja. Tenía un millón y medio de seguidores pero sentí que había mucho comentario, mucha exposición y chau. En cambio, con Instagram es amor hacia mis proyectos, hacia mis hijos. El día que sienta que hay una cosa rara, tóxica, cierro el telón.

-¿Y con los chicos cómo hacés?

-Como que le dan y no le dan mucha bola. Bauti, que ya es un adolescente, tiene un montón de seguidores pero no le da bola. Y me gusta.

-Se cambió el look…

-Es canchero mi niño. Mi niño… Es un hombre ya (risas).

-¿Le gusta ser actor?

-No sé. Por ahora, que zafe con el colegio, que es un tema (risas). Y que encuentre su vocación solo; le gustan muchas cosas. No es de ir al teatro o ver películas, yo lo veo más por el lado del emprendimiento; le gustan los negocios pero tiene un comunicador adentro también. Quizás como buen adolescente tiene como un amor-odio o un poquito de rechazo a lo que hacen sus papás. Quizás él lo tiene que ir asimilando y en algún momento encontrar qué es lo que quiere hacer. No hay apuro.

-¿Y los más chiquitos, cómo manejas el tema redes con ellos?

-Son chiquitos. Es tremendo lo que está pasando en las redes. Vamos a tener que ver cómo controlarlo, cómo manejarlo. Hay algunos países que ya directamente lo han prohibido a chicos menores de 14, 16 años. Claramente tenemos una adicción a estar con los teléfonos, a estar presentes, a ser parte de una comunidad. Yo no le encontraba mucho la vuelta, me sorprendía cuando veía personas que estaban mucho tiempo con el teléfono y decía: “¿pero qué ven?” Hasta que encontré los reels y ahí empieza este peligro porque podes estar dos horas hasta que se te acalambra la mano y ahí me juzgo. Trato de no hacerlo porque sino con qué cara después le pido a mis hijos que no lo hagan. Pero está todo diseñado de forma muy perversa para captar tu atención e ir tragándote.

-¿Sos un viejo canchero?

-Más o menos. El otro día uno me dijo: “Sos Homero Simpson” (risas). Le digo: “Más respeto”. Los niños también son crueles, pero nos reímos. Me dicen de todas las formas posibles.

-¿Y con el colegio, sos de sentarte a estudiar?

-Sí, me cuesta poner límites. Es una tarea que está compartida con las madres, pero me cuesta. Yo sé que es un ejercicio de amor poner límites y exigir pero…

-¿Te vas de vacaciones?

-Ahora tengo el estreno de la película. Luego, viajo a Chile, que también la estreno en un festival, y después, tengo un viaje muy bonito que he preparado hace mucho, que es a Japón y a Turquía con mi novia. Conozco Estambul pero quiero profundizar un poco. Y Japón lo quiero conocer hace mucho. Antes de ser papá, me rompía el lomo trabajando para poder viajar. Juntaba y viajaba lo más lejos posible. Conocí lugares insólitos en América Latina, Asia, Medio Oriente, Marruecos. Después fui papá y empieza a costar muchísimo más viajar y las veces que viajas pasan a ser lugares seguros. Ahora estoy retomando ese espíritu viajero de tratar de conocer el mundo porque te das cuenta que va pasando rápido el tiempo y hay ciertos destinos que por ahí no vas a llegar.

Fuente: Pía Shaw, La Nacion

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