Isabella Rossellini vuelve a la pantalla grande con el film Cónclave del alemán Edward Berger, que viene pisando fuerte en la temporada de premios, y también se la puede ver esta semana en La quimera de Alice Rohrwacher, donde compone a la matriarca de una banda que roba tumbas para sobrevivir.
Dueña de una carrera meteórica, que se inició con el film Nina de Vincente Minnelli (1976) junto a su madre, Ingrid Bergman, en donde encarnaba a una monja, ahora curiosamente regresa al cine para interpretar a una madre superiora, rol que le valió su segunda nominación al Globo de Oro.
En la película, un thriller intenso basado en el best seller de Robert Harris, Berger -que le arrebató a Santiago Mitre su Oscar para Argentina 1985 con Sin novedad en el frente- desnuda el detrás de escena de un cónclave papal tras la muerte del sumo pontífice y en donde se elige a su sucesor en el cargo como jefe máximo de la Iglesia Católica. El director logra una atrapante versión en donde las conspiraciones, intrigas y secretos están a la orden del día en la previa a la culminación del proceso con la emblemática “fumata blanca”.
Rossellini en Cónclave es Agnes, una monja que tendrá una intervención clave durante la elección, convirtiéndose en la única figura femenina dentro de la reunión, revelando así desde la ficción algo que sucede en la vida real: pocas mujeres tienen derecho a tomar posición y decidir en la Iglesia. A los 72 años, Rossellini, en diálogo con LA NACIÓN, recordó sus inicios en el mundo de la moda (llegó a ser la modelo mejor pagada del mundo), el legado de sus padres y a Norma Aleandro, con quien compartió set en los años ochenta.
Una diva talentosa y misteriosa
Nació el 18 de junio de 1952 en Roma, Italia. Isabella Fiorella Elettra Giovanna Rossellini, tal es su nombre completo, es hija de Bergman y Roberto Rossellini. Si bien dio sus primeros pasos como modelo (fue el rostro de Lancome durante años y a sus 65 años la volvieron a contratar para una campaña), una vez que puso su talento al servicio del cine, su nombre quedó asociado directamente al séptimo arte. Su carrera cinematográfica está llena de roles icónicos, tanto en producciones comerciales como realizaciones más independientes y de autor, basta recordar sus memorables actuaciones en Terciopelo Azul (1986) de David Lynch; Corazón Salvaje (1990), también de Lynch; La muerte le sienta bien (1992) de Robert Zemeckis; o Amada Inmortal (1994) de Bernard Rose, entre otras. De su vida privada se supo poco o no mucho más que fue pareja de Martin Scorsese, David Lynch y Gary Oldman. Y además que ya es abuela y madre de dos hijos.
Cónclave, con seis nominaciones a los premios Globo de Oro, que se entregan el próximo domingo 5 de enero, es una de las grandes candidatas desde que se presentó en diferentes festivales y es una de las razones por las cuales la actriz están hablando con periodistas de todo el mundo, ya que ella compite por una estatuilla por su trabajo como actriz de reparto en esta aclamada producción.
-Estabas destinada por legado a estar en el mundo del cine, pero ¿cuándo supiste que querías ser actriz?
-Me llevó mucho tiempo porque, si bien me encantaba el cine, cuando terminé el instituto fui a una escuela para ser diseñadora de vestuario en Roma, la Accademia di Costume e Moda. Y empecé a ser diseñadora de vestuario. Pero, de hecho, luego la vida me llevó a la moda y me convertí en un modelo, pero era un poco, quiero decir, el vestuario, si se piensa es la moda del pasado. Así que no fue un salto tan grande. Y así trabajé al principio como diseñadora de vestuario y todavía me encanta el vestuario de las películas. Pienso en el vestuario porque en Italia, no sé si en Argentina también, tenemos un dicho que es “il vestito non fa il monaco”, “el vestido no hace al monje”, pero Vittorio De Sica, que era un buen amigo de mi padre, decía: ‘no, el vestido hace al monje, porque el vestido puede ser un reflejo de tu psicología’. Así que, incluso para mí, es muy importante cuando actúo, el traje que llevo, porque es una pista de quién soy, de a quién estoy representando. Me convertí en actriz después de haber sido modelo durante muchos años y de haber tenido éxito. En parte porque Richard Avedon, con quien trabajé mucho, me decía que ser modelo era un poco como ser una estrella del cine mudo, porque fotografiaba en movimiento, y eso me animó a convertirme en actriz. Me convertí en actriz a los 30 años. Había hecho algunas películas antes, pero siempre experimentando, probando, puede que me guste, puede que no… Pero creo que el éxito de mis padres me intimidó para convertirme en actriz.
-Pero seguiste y aquí estamos. Tenés una gran carrera y ahora con este personaje en Cónclave, la hermana Agnes. ¿Cuál fue el mayor reto de interpretarla? Es la primera mujer de la Iglesia en la película…
Creo que el mayor reto era tener que retratar a alguien con una gran autoridad, pero sin mucho diálogo. Así que es un poco como hablamos de las estrellas del cine mudo o de una modelo. Bueno, es un poco así. Tenía que expresar muchas emociones, pero sin muchas palabras. Y ese era el reto. Y eso me hizo amar el personaje porque es inusual. Y así lo hice con gran alegría.
-¿Por qué creés que nos siguen atrayendo las intrigas de la Iglesia?
-Creo que la Iglesia refleja la sociedad y el debate entre cardenales refleja los debates que hay en nuestra sociedad. Hay cardenales que son liberales, hay cardenales que son más conservadores. Así que hay algunos que caen por la ambición personal y la lucha por el poder, y hay algunos que son más espirituales. Así que creo que es hermoso que se hiciera en Roma, que es tan grandiosa, y de alguna manera se convierte en este hermoso teatro junto con el Vaticano. Pero creo que reconocemos los debates porque son los que tenemos en nuestra sociedad todos los días. Y la forma en que Edward Berger la rodó es un thriller que se siente como Hitchcock, estás al borde de tu asiento cuando ves la película.
-¿Qué recuerdos tenés de Norma Aleandro, ya que con ella filmaste Un toque de infidelidad (1989)?
-Amo a Norma Aleandro, la pasamos muy bien juntas. Nos hicimos muy buenas amigas. Recuerdo que Ted Danson, que era el protagonista de la película, un día vino a verme y me dijo: ¿estás discutiendo con Norma Aleandro? Le dije no, no estoy discutiendo. Es mi mejor amiga. Me dijo: “Porque las veo hablando muy alto la una con la otra”. Le dije, no, eso es porque yo soy italiana y ella es argentina. No nos estamos peleando, nos queremos. Nos hablamos con mucho entusiasmo. Así es como lo hacemos. Me pareció muy divertido. Nos reímos mucho con Norma por eso.
Fuente: Rolando Gallego, La Nación
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