“El santo del monte Koya”, de Izumi Kyoka, el llamado ‘Edgar Allan Poe de Japón’

Considerado por algunos críticos como el Édgar Allan Poe de Japón, Izumi Kyōka es uno de los escritores más relevantes de la literatura oriental durante el siglo XX.
Nacido en Kanazawa, en 1873, al interior de una familia de artistas y artesanos, pronto se vio atraído por el arte de la palabra. Debido a la precariedad económica en la que vivía, debió cursar estudios en una escuela gratuita dirigida por un grupo de misioneros presbiterianos.
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Intentó ingresar a la universidad, de manera fallida, y en 1890 se mudó a Tokio, donde dio rienda suelta al mayor deseo de su vida: convertirse en escritor.
Por aquella época, es aceptado, con 17 años, como pupilo en la casa de Ozaki Koyo, uno de los escritores más importantes de la era Meiji. Con él, perfecciona la técnica y entiende los desafíos del oficio.
Koyo quedó tan impresionado con Kyōka que no tardó en dejarle al cuidado de sus manuscritos, los cuales eran corregidos con devoción por el joven aprendiz que, en 1985, despierta el interés del público con la salida de “La patrulla nocturna” y la aclamada “El quirófano”.
La acogida de los lectores fue aceptable, pero el éxito real llegó con “El santo del monte Koya”, la obra más emblemática de Kyōka.
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En español, la obra del autor ha sido publicada por Satori Ediciones. En un mismo ejemplar, titulado así, “El santo del monte Koya”, se reúnen cuatro de los relatos más trascendentales del escritor, incluyendo el que titula el volumen. Están, el ya mencionado “El quirófano”, que es la historia de un amor imposible; “Un día de primavera”, que narra el viaje de dos hombres separados por el tiempo, pero unidos por una fuerza mayor, y “La mujer carmesí”, que, por no decir mucho, es una de las mejores entregas del autor, con uno de los finales inesperados más inestables.

“El santo del monte Koya” se divide en cuatro partes: en la primera, los lectores se encontrarán con una mujer a punto de realizarse una cirugía de vida o muerte. Ella no quiere hacérsela si no le permiten estar despierta; se niega rotundamente a la anestesia, pues teme que entre sueños revele su más profundo secreto. En la segunda, que corresponde al relato que titula el libro, un viajero conoce a un monje que le cuenta la aventura que vivió en un viaje muy particular en el que conoció a una misteriosa mujer.
La tercera, una mezcla de fantasía y realidad, cuenta la historia de un amor imposible como ningún otro. La cuarta, por su parte, es la narración de un hombre con su amor de juventud.
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Los relatos de Izumi Kyōka son como susurros que se escuchan mientras andamos de puntitas. “Por sus textos pasan a menudo estrellitas de polen, banderines, la filigrana de las hojas volanderas”, ha escrito Lorenzo Luengo para el portal Zenda, y apunta: “Quienes reserven al menos una parte de sus predilecciones a la literatura japonesa, o disfruten de las llamadas literaturas de género, no pueden seguir sin conocer a Izumi Kyōka”.
Autor de culto, Kyōka es el creador de la “novela gótica” japonesa y uno de los grandes maestros del relato breve. Su nombre se sitúa junto al de otros escritores de relevancia como Yasunari Kabawata o Yukio Mishima.
Nadie como él consigue encarar mejor el romanticismo japonés, guiado por la ambientación sobrenatural y terrorífica de sus obras, por el idealismo y la exaltación de la belleza femenina que impregnan sus páginas y por la musicalidad de su estilo literario.
Sus historias han sido llevadas al cine en numerosas ocasiones por directores como Kenji Mizoguchi o Kon Ichikawa. En 1973, para conmemorar el centenario de su nacimiento, se instauró el prestigioso premio literario que lleva su nombre.
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Fuente: InfoBae