COLUMNA DE OPINION: RUMBO AL ABISMO, SE ACABARON LAS EXCUSAS
Por Cristian Umpierre
Atravesamos una nueva tormenta económica, una más en la tortuosa y amarga odisea que resultó ser la gestión, una travesía para la cual ni los kirchnerista más enfervorizados volverían a sacar pasajes.
El gobierno que asumió el diez de diciembre de 2019, es hoy un barco a la deriva, cuyo destino inexorable pareciera ser el fondo del mar.
La gestión F. naufraga en un océano de internas, decepciones y promesas incumplidas, al punto de no tener candidato que quiera poner la cara para lo que se cree será una paliza electoral histórica para el peronismo.

Con el dólar paralelo convergiendo ineludiblemente a la Fiorella suma de $500, el peronismo no busca un candidato sino un mártir.
Toda promesa de un futuro mejor es hoy un reproche, el gobierno hoy no es más que una triste caricatura de sí mismo y las promesas que no cumplieron son afrentas aun para los propios votantes del Frente de Todos.
No existe variable económica que no haya empeorado desde que comenzó este Frankenstein político, y en su cuarto año de gestión, el repertorio de excusas se les agotó.
El sector hoy gobernante es prisionero de su propia retórica, ya que todos los errores que le criticaba al gobierno de Mauricio Macri hoy no sólo están irresueltos, sino agravados.
Ya es casi un deporte nacional buscar las contradicciones e inconductas de Alberto Fernández, quien será recordado como uno de los peores presidentes, no sólo desde el retorno de la democracia sino ya de toda la historia argentina, desde Bernardino Rivadavia, primer presidente constitucional argentino en 1826.
Es en verdad sumamente difícil encontrar un aspecto positivo de esta gestión, ni aun tratando de ser lo más objetivo posible, no hay nada que hayan hecho bien.
Prueba de lo anterior es el pésimo manejo de la economía, llevaron la inflación del 54 al 100% interanual, no hay ´´ah pero´´ que aguante.
Ante lo que pareciera ser un punto sin retorno, los argentinos observamos un gobierno que por momentos pareciera estar alienado, viviendo en otra dimensión.
Este aspecto no es nuevo en el kirchnerismo, por alguna extraña razón este sector político se cree predestinado a conducir nuestro país (como vemos con una dudosa eficiencia), así como también a dictar reglas de conductas.
¿Quién dijo que el kirchnerismo era una vanguardia iluminada?, ¿cómo es posible que después de haber visto los bolsos de ´´Lopecito´´ sean gobierno?, es enfermizo.
Lo que atravesamos en este momento no es otra cosa que el precio de nuestra falta de criterio colectivo, ¿o alguien creía que el ´´roban pero hacen´´ era gratis?.
Argentina se hunde, y como decía una hermosa canción de los piojos, ´´ni dioses locos de furia, ni demonios vengativos, ni naves extraterrestres, ni algún cometa perdido´´.
La historia es mucho más clara y tiene también sentido, no se llegó a semejante catástrofe de casualidad, no es fácil para este aprendiz de columnista escribir esto pero debo ser sincero, así como el gobierno se quedó sin excusas, nosotros también.
Sería mucho más cómodo ponerse en rol de víctimas, ´´había una vez un país con gente buena y políticos malos y bla, bla, bla´´, pero no es así.
En Argentina hay democracia ininterrumpida desde 1983, nosotros votamos a los responsables de este desastre, y esto no es una crítica a la democracia, sino al criterio con que la utilizamos.
Hemos fagocitado cosas que en otros países serían inaceptables, desde cortar las calles, hasta impedir el dictado de clases cuando lo decide un sindicalista.
Lo mismo sucede en la política, vamos a citar dos ejemplos de ambos lado de la grieta para que nadie se ponga celoso y evitar cualquier sospecha de parcialidad.
En el año 2016, cuando estalló el escándalo de los ´´Panamá papers´´ apareció el nombre del expresidente Mauricio Macri y el primer ministro finlandés.

Aquí los cráneos del gobierno de ´´Cambiemos´´ lo minimizaron y como se dice vulgarmente ´´zafaron´´. En Finlandia los ciudadanos se levantaron y leyeron la noticia, miraron a su primer ministro, volvieron a leer el nombre, cuando levantaron la vista por segunda vez el político había renunciado, ¿por qué?, muy simple, en esos países la corrupción NO SE TOLERA.
Más cercano en el tiempo, durante la pandemia de COVID-19 en los diferentes países tomaban medidas de aislamiento, en Reino Unido el premier Boris Johnson hizo una reunión durante la vigencia del aislamiento y tuvo que dimitir, en Argentina donde hubo más de un año de cuarentena y decenas de miles de personas perseguidas penalmente, la ´´querida Fabiola´´ violó el DNU de su marido, con él, sus amigos y el perro Dylan incluidos, pagaron y quedaron exentos de penalidades, ¿la igualdad ante la ley?, bien, gracias.
Vivimos tiempos de una enorme incertidumbre, tenemos 40% de pobreza y nada indica que esto vaya a revertirse, el tiempo se agota.
La clase política parece estar mucho más preocupada por la aparición de Javier Milei que por dar solución a los problemas del país.
Esto equivale a que en un quirófano, en medio de una operación a corazón abierto, los médicos pongan más empeño en hacer bajar la fiebre, que en parar la hemorragia.

Milei no es el problema, es la consecuencia, que un personaje a otrora marginal, con un discurso temerario, incluso violento, haya calado tan hondo y tenga chance serias de ser presidente, prueba el grado de descomposición de la clase política argentina.
Más preocupante aún es la incapacidad para pararlo, todos lo acusan de ser un demagogo irracional, pues bien ese demagogo hoy representa el hartazgo de un sector social cada vez más grande.
La desinteligencia, el aislacionismo, la desconexión, la falta de empatía y ejemplaridad, formaron el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de Milei en la política.
Y mientras más lo atacan, más lo fortalecen, por ejemplo cuando lo acusan de nazi, sólo muestran que no tienen idea de cómo pararlo.
Dicho sea de paso, habría que ver con qué autoridad los peronistas acusan a los opositores de nazis, deberían leer uno que otro libro de historia antes de hablar de ese tema.
Cómo sea, Milei ya es parte del ecosistema político y lo comprenden las generales de la ley, el reloj de esta bomba de tiempo corre para todos por igual, en un país donde se acabaron las excusas.
Por Cristian Umpierre.
