Alejandro Finocchiaro presentó “Ideas, Poder y Contexto”, un libro oportuno sobre pensamiento político y libertad
Suelen ser muy pocos los políticos que combinan, en simultáneo, la teoría y la práctica. Ensimismados por el poder -el que se busca o el que está por llegar- en general prefieren hacer más que especular. Alejandro Finocchiaro es abogado, docente universitario y tiene una dilatada trayectoria en el ámbito público, más vinculado al Ejecutivo, pero también en el Legislativo. Es diputado nacional y se anotó en una carrera más que difícil: arrebatarle al peronismo su capital nacional, La Matanza, y ser intendente.
En una entrevista en los estudios de Infobae, el diputado nacional esta vez se puso en modo académico y habló sobre “Ideas, Poder y Contexto”, Historia del pensamiento político en Occidente hasta la modernidad, que editó Eudeba. “Es una obra que habla sobre todo de la libertad”, explicó.
En casi una hora, Finocchiaro explicó el contenido del libro, el objetivo, cómo lo imaginó y lo puso en marcha y el público al que va dirigido. Se trata de un libro original, entre otras cosas porque la mayoría de los textos que se estudian en las universidades argentinas son de autores extranjeros europeos y algunos estadounidenses.
En el reportaje hubo momentos emotivos -sobre todo cuando recordó a Giordano Bruno, que enfrentó con luminosa dignidad una muerte horrenda sólo por pensar- reflexivos y un final con la elección de un prócer argentino como aquel que representa “la síntesis más acabada de Maquiavelo”, el genial florentino, que pasan los siglos y sigue con una vigencia sin par.
La entrevista a Alejandro Finocchiaro
– “Ideas, Poder y Contexto”, Historia del pensamiento político en Occidente hasta la modernidad. ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Yo doy esta materia, Historia de las Ideas Políticas en Occidente -que es una asignatura que permite después comprender el mundo actual, nuestras instituciones y nuestras libertades- hace 27 años. Lo hago en tres universidades dos públicas, una privada.
– ¿En cuáles?
En la Universidad de Buenos Aires, que es donde me recibí de abogado, en la Universidad Nacional de La Matanza y en la Universidad del CEMA. Esta materia hoy se estudia básicamente por autores franceses, ingleses, norteamericanos, alemanes, algún español. La mayoría de esas obras llegaron hasta 1950 o 1970 y en Argentina no hay una obra donde alguien haya escrito sobre todos los pensadores. Hay compilaciones, que pueden ser mejores o peores, pero no tienen una ilación, no tienen un eje central.
Este libro está estructurado en base a tres ejes, siendo el primero de ellos el contexto, porque los pensadores son hijos de su tiempo y el contexto influye sobre lo que piensan. Marx no hubiese escrito “El Capital” si hubiese nacido cien años antes, porque no había revolución industrial, ni obreros o fábricas. Muchos chicos llegan a las universidades no tienen una visión histórica tan acendrada. Los pensadores -si hacen una revolución con su pensamiento- también en el mediano y largo plazo, te modifican el contexto.

– Van en dos direcciones: el pensador responde a su tiempo y, a la vez, puede generar un tiempo distinto.
Claro que puede generar un tiempo distinto. Otro eje fundamental son los discursos que legitiman el poder. En todo tiempo y lugar, para que alguien obedezca una lógica de poder, como frenar con la luz roja de un semáforo, tiene que haber un discurso que lo legitime a ese poder. Primero fue la fuerza, después fue la magia -en la mayor parte de la humanidad fue la lógica divina- y hace 200 o 300 años, se impuso la lógica de la razón.
– Una lógica que se le imponía desde afuera y luego una lógica que después cambia el sentido desde y para los hombres y las mujeres.
Exactamente. Lógicas de poder se dan en una familia, se dan en un grupo de amigos. Por ejemplo, en una escuela existe una lógica de poder que tiene más o menos 300 años, que se cumple desde la infancia, sin saber que se trata de la obediencia a lógicas de poder que tienen que ver con ideas, símbolos, costumbres. En el aula, los alumnos se sientan en hilera mirando al frente, mirando al pizarrón. Eso está estructurado hace 300 años, porque se mira al lugar del saber. ¿Quién ocupa el lugar de saber? El profesor, el maestro, que antes inclusive hasta tenían una tarima para estar más alto que los alumnos. Como alumno, los chicos ocupan el lugar de no saber. Que las sillas estén todas en hilera, implica el control del cuerpo por el docente.
Y finalmente, el otro eje es el avance de las ideas de la libertad. El hombre siempre ha tendido hacia la libertad, con avances y con retrocesos. Pensar en la libertad implica siempre la idea de revolución. ¿Y que es una revolución? Una revolución es trascender la finitud de lo pensable. Cuando se puede ir más allá de lo que es pensable en tu tiempo. Y eso se puede dar en cualquier dimensión de la vida, no solo en las ideas políticas.
– Esas revoluciones también ocurren por una disconformidad con el status quo, que impulsa un cambio profundo.
Por supuesto y siempre es fundamental trascender lo que es permitido pensar, entre comillas. Pongo un ejemplo a los chicos que los desoriento -esto es parte de la primera clase, en general- cuando uno piensa en revolución, piensa en política, en gente armada, pero en la década del 60 del siglo pasado hubo una modista llamada Mary Quant que se le ocurrió cortar la falda de las mujeres 10 centímetros por encima de las rodillas. ¿Y eso fue una revolución? Cualquiera lo podía haber hecho pero lo hizo Mary Quant.
En ese tiempo, las reacciones de las iglesias, de los grupos conservadores y un montón de gente fueron tremendas. De hecho, había modistos que se negaban a exhibir los modelos de Mary Quant, pero en cinco o seis años, todas las chicas andaban con minifalda. Trascendió la finitud de lo pensable.

– ¿Es un libro que apunta a un ámbito universitario o tiene otra aspiración?
Fue diseñado este libro con un lenguaje más sencillo. El libro se puede ver de dos maneras: tiene una lógica para quien está estudiando en las universidades pero también para toda aquella persona que, ya estando inmersa en la política, o cualquier ciudadano que quiera aprender cómo modificó el mundo gente como Platón, Aristóteles, Maquiavelo, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, lo pueda leer y pueda entenderlo.
Este libro, básicamente, habla de cómo los seres humanos siempre tendimos hacia la libertad. Cuando usted no entiende por qué por ejemplo una persona en Cuba se agarra de una cubierta de camión y se tira un mal infectado de tiburones. ¿Para que lo hace? Lo hace para llegar a un lado donde pueda ser libre.
– Aún a costa de su vida.
Así es. Esta es la historia de todas las personas que durante los albores de la humanidad, hasta ahora se han tirado con cubiertas de camión a un mar infestado de tiburones para ser un poco más libre y ampliar sus derechos.
– En el inicio está una dedicatoria especial que me interesaba saber por qué, porque la puso. “A Giordano Bruno, por no haberse recractado”. Primero hablemos de Giordano Bruno y después porque le dedicó el libro a él.
Giordano Bruno no es un personaje muy conocido, pero a mí siempre me impactó y podría habérselo dedicado a muchos más que han hecho lo mismo.
Giordano Bruno en el siglo XVI era un monje dominico, era teólogo, filósofo, matemático, era poeta, astrónomo. Él elaboró una teoría que superó inclusive a la de Copérnico en el sentido de que el Sol es una estrella y de que a su alrededor orbitaban distintos mundos, inclusive podía haber también seres.
Y tenía otras teorías teológicas que si bien no se apartaban del camino de la Iglesia, te diría que sonaban como muy fuertes. ¿Y por qué se lo dedico? Porque la Inquisición que en ese momento estaba sumamente alarmada porque Lutero y Calvino, la reforma protestante, y la Iglesia se sentía muy atacada, lo condenó a muerte.
Inmediatamente -para ponerlo en términos actuales- el círculo rojo de la época le empezó a hacer notar a la Inquisición que era una barbaridad, que no era tan grave lo que había dicho Bruno y que era una barbaridad haberlo condenado a muerte. Entonces, a Bruno encarcelado, le empezaron a mandar emisarios, incluso el papa Clemente VIII, que entendía que era una barbaridad.
– ¿El Papa estaba en contra de la Inquisición?
No. Se dieron cuenta que la Inquisición se sobregiró. Había exagerado con esto y que la muerte de este tipo era muy fuerte. Le decían “mirá decí que estás equivocado y te perdonamos, aunque sea decí que puede haber dudas sobre esto”. Si bien yo soy una persona que continuamente admite que la duda y el error nos ayuda a mejorar, porque aprendemos y porque no creo en dogmatismos, también admiro a las personas que cuando tienen una convicción la defienden.
A cada visita que le hacían, con cada vez menores requisitos, Giordano Bruno les contestaba que no, que no se iba a retractar.
“Aunque más no sea decí que hay alguna posibilidad”… Él respondía “No”. Hoy, en Roma, en Campo dei Fiori, hay una placa en el suelo que recuerda el lugar donde Bruno fue quemado. Este hombre no se retractó. Frente a la Inquisición, frente a pensar que le iban a coartar su libertad de pensar y de expresarse, él dijo “no, voy a dar un ejemplo y voy a morir por aquellas cosas en las que creo”. Y murió.
– Conmovedor. Por qué te conmueve tanto?
Me conmueve Giordano Bruno, Sócrates, me conmueven todas esas personas que han decidido dar lo más preciado que han tenido para que gente como nosotros hoy pueda disfrutar de la libertad de expresión que estamos teniendo ahora, acá en Infobae, para que un chico o una chica hoy puedan elegir la sexualidad que quieren y el modo de amar que quieren. Para que hoy cualquiera pueda expresar y vivir sus convicciones políticas, sus convicciones religiosas o de cualquier otro tipo.
Este libro trata sobre eso, porque no es que llegamos de un día para el otro a esto. Hubo gente que dio su vida.
– El tema de la libertad aparece mucho en el libro. Es un tema de mucha actualidad.
Este es mi tercer libro, pero la verdad que esto se da medio de casualidad. El libro resume 25 años de estudios y investigaciones. Es el primer tomo, que llega hasta Maquiavelo y el segundo llegará hasta nuestros días. Este libro lo escribí en la pandemia. Para escribirlo necesitaba mucha tranquilidad y mucha concentración para escribir este libro y necesitaba entre 8 y 10 horas diarias. Trabajé con mucha fuente primaria: cuando hablamos de Aristóteles, trabajé con la obra de Aristóteles; cuando hablamos de Maquiavelo, trabajé con su obra, con Agustín trabajé con la Suma Teológica. Y es importante decir que en internet hay muchos errores.

Hay sitios, como la que tiene la Universidad de Oxford, donde seguramente los márgenes de errores se reducen a cero, pero podría escribir un tratado de física y publicarlo en internet, cuando en realidad que sumo 2 + 2 y me da con coma. Descubrí muchísimos errores. Wikipedia está plagado de errores, por ejemplo.
Internet es una herramienta -siempre se lo digo a mis alumnos- para el que sabe. Puede agilizar para acceder a un conocimiento. Tengo en mi casa los 25 tomos del Diccionario de la Real Academia Española, pero me es mucho más fácil ir a www.rae.es, ingreso y es lo mismo, no hay error, pero hay que ir a las fuentes. Todo lo que está acá está chequeado de las fuentes originales.
– Me interesa que me cuente la trastienda de escribir este libro.
Los textos ya estaban leídos, pero lo que había que hacer era organizar. Lo primero es organizar el formato, que dio lugar al índice. Tardé 75 días en tener el índice, porque hay un montón de pensadores, que son aquellos que estimé que produjeron las revoluciones más grandes y profundas, como la de Maquiavelo, o menos profundas. Pero además, hay publicistas de revoluciones, como Polibio, que le puso especial atención a la República romana y resaltó que contenía muchas de las libertades por las que los griegos lucharon, donde hay un equilibrio. Pero también fue muy difícil dejar afuera los que dejé afuera.
– ¿Cuál fue el autor que más le costó dejar afuera?
El que más me dolió dejar afuera va a estar en el segundo tomo que es Michel Foucault. Es un pensador con el que fundamentalmente no estoy de acuerdo en casi nada, pero que me rompe la cabeza leerlo. Es muy disruptivo y habla mucho sobre los discursos de poder. Tiene una obra magnífica que es “Historia de la Sexualidad”, tres tomos, donde dice que nunca se produjeron tantos discursos sobre la sexualidad -discursos subterráneos, sutiles, maravillosos- que durante la Inglaterra Victoriana, cuando estaba prohibido hablar de sexo.
Qué notable es que el mundo de hoy se esté volviendo cada vez más asexuado, porque hoy está cualquier cosa al alcance de la mano. Páginas y páginas, internet, lo que se quiera conseguir, ya no se incentiva la imaginación. Los medios difunden que la gente cada vez tiene menos relaciones sexuales.
– Parece una respuesta a ese sobreestímulo.
En la Inglaterra Victoriana, que todo estaba prohibido, había miradas, roces, había insinuaciones que provocaban dosis de imaginación erótica inimaginables. Eso lo escribió Foucault.
– ¿También se destaca “Vigilar y Castigar”, no?
Claro, que es fantástico. O “Historia de la locura en la época clásica”, que aborda cómo se trataba al loco, es fantástico, pero no encaja totalmente en el molde de lo que yo quería hacer. El gran escritor Harold Bloom, el crítico literario que escribió una obra fantástica, “El cánon occidental”, que habla sobre las más grandes obras de Occidente y al final él dice lo mismo, que hubo autores y obras que no están y que me costó dejar pero, finalmente, si bien uno tiene un criterio, también construir un cánon es más o menos arbitrario.

– Una página es arbitraria y cuando uno está ante la página en blanco también tiene ese don, ese poder y esa capacidad, de incluir y excluir.
Escribir un libro también es obra de la voluntad. Le contaba que trabajaba entre 8 y 10 horas diarias, pero a lo mejor había días que no escribía nada. El tema es no frustrarse. O escribir 15 renglones que al otro día uno dice “qué porquería que escribí, qué desastre”. Y borrarlo todo y empezar de nuevo.
– ¿Por qué le resultó tan atractivo los primeros años del cristianismo?
Porque no sabemos prácticamente nada. Jesucristo como figura histórica -el Cristo histórico- no escribió nada. Igual que Sócrates, pero Sócrates vivía en la centralidad de su tiempo, vivía en Atenas. Es como hoy vivir en Nueva York: cualquier manifestación literaria, política, artística llega al mundo. Jesucristo vivía en los márgenes, en los confines del Imperio Romano. ¿Cómo conocemos a Sócrates? Por dos discípulos suyos, Platón y Jenofonte, que lo conocieron y escribieron sobre lo que él decía. ¿Cuánta pimienta le pusieron, cuánto exageraron o cuánto de Platón hay en algunas cosas que dice Sócrates? Nunca lo vamos a saber, pero sobre Jesús, prácticamente no tenemos nadie que lo conociera y que haya escrito.
De los cuatro evangelios que la Iglesia considera verdaderos, Mateos, Marcos, Lucas y Juan sabemos perfectamente que Lucas y Marcos no lo conocieron. Marcos era un intérprete de Pedro en Roma y Lucas era discípulo de Pablo, que tampoco conoció a Jesús. Juan, su Evangelio es posiblemente el más tardío. Si era el discípulo tan amado de Jesús y pensando que Jesús nació en el año 5 Antes de Cristo y murió en el 27 o 28, Juan debió haber sido un hombre de 110 años. Muy difícil.
Mateo, que fue recaudador de impuestos, escribe después de Marcos y después de Lucas y con una fuente oral que no conocemos. Si él realmente lo conoció a Jesús, no necesitaba una fuente oral desconocida para escribir. Prácticamente, entonces, no tenemos fuentes que nos hablen. Los historiadores romanos que nos hablan de Jesús, recién lo hacen casi 100 años después de su muerte. El único historiador judío que había escrito sobre Jesús era Flavio Josefo, pero hoy sabemos que es falso, que es una interpolación.
Los primeros tiempos del cristianismo, digamos el año 30, cuando se supone que muere Jesús, hasta el 120 o 150, donde el cristianismo se empieza a separar del judaísmo hay re poco escrito. De hecho, algo fascinante es que Jesús nació, vivió, murió como judío. Él dijo “he venido a que se cumpla la ley de Moisés, no he venido a abolirla”. Pablo, que es el gran político, el gran creador del cristianismo en términos políticos -porque acá el cristianismo no está tratado desde la fe, sino desde el punto de vista político- es el que construye el cristianismo en todo el mundo conocido, que era el Mediterráneo.
Pablo nació vivió y murió como judío. Posiblemente Pablo quería construir un judaísmo mesiánico, no se le ocurrió fundar el cristianismo como una religión separada del judaísmo. Eso tiene que ver con aceleradores y con el devenir histórico. Cuando Pablo muere y ya no puede seguir a doctrinando a las comunidades que él había fundado.
– Hay varios cristianismos en el inicio.
Claro. Estamos criados en una lógica que es esta es la Iglesia Católica: católica significa universal, apostólica porque deviene de los apóstoles, y romana. Todo lo demás que conocemos fueron herejías y no era así. Cuando Pablo murió él había fundado comunidades en Alejandría, Atenas, Roma, Corinto, Chipre, Antioquia, Tarso, un montón. A su muerte, cuando ya no pudo continuar con las cartas, para responder las dudas que estas comunidades tenían siguió su propio devenir, con Jesús como figura central.
Cada vez los no judíos eran más que los judíos en esa comunidades. El Yahvé del Antiguo Testamento de la Torá empieza a quedar relegado por la figura de Jesús. En 200 o 300 años, hay un emperador llamado Constantino que, viendo el declive romano, dice “esta gente no sé porque la perseguimos, porque es ordenada, respeta los poderes temporales, paga impuestos y lo único que quiere es adorar a su Dios. Y son muy obedientes y están en todo el imperio, puedo asociarme con ellos porque tienen la fuerza moral para ayudarme a recuperar el imperio”.

El cristianismo de Roma asociado al poder hace lo mismo que criticaba: empieza a perseguir a los otros y persigue con tanta hazaña a todas estas comunidades que quema todo. Sabemos que había documentos, evangelios que habían escrito estas comunidades por las refutaciones que hacían los eruditos que respondía a la Iglesia de Roma. Recién en 1945, en Egipto, en una cueva un campesino descubre lo que llamamos “Los Evangelios Gnósticos”, que la Iglesia dice apócrifos. El Evangelio de Magdalena, el de Tomás, el de Felipe, el de Pedro que no están enteros pero tienen un gran valor.
Pedro dice que le molestaba Magdalena porque Jesús vivía como hombre y mujer con Magdalena y que él le contaba a ella cosas que a los demás no le contaba. El Evangelio de Magdalena, donde ella habla de su amor por Jesús y de las cosas que Jesús le transmitía en secreto, que no las sabemos porque del Evangelio de Magdalena tenemos apenas este media carilla. El que quedó más a salvo fue el de Judas.
– Me interesa el planteo de que el cristianismo creó el concepto de Europa.
Cuando cae el Imperio Romano, Agustín elabora el discurso de poder para que la Iglesia domine durante mil años al mundo. En la Edad Media, cada aspecto de la vida pública y privada de las personas estuvo dominada por los cánones de la Iglesia. Ahora, la institucionalidad del Imperio Romano del Oriente, que ya se había dividido, no existió más. El Papa por ejemplo en Roma hacía de gobernante temporal, arreglaba la alcantarillas, pero eso molestaba al emperador romano de Oriente. El papa Gregorio reconoció que no tenía la fuerza para enfrentar al papa de Oriente. Entonces empezó a mirar hacia el oeste, a España y hacia los Alpes. Fundó monasterios…
– Empezó a predicar hacia el otro lado.
Exacto. Y así se creó el concepto de Europa, que después se va a acentuar con Carlomagno y la fundación del Sacro Imperio Romano Germánico, pero el concepto de Europa es una es un concepto elaborado por la Iglesia para oponerse a Oriente, tanto que después se siguen separando el Imperio de Oriente, donde se habla en griego, y en Europa se habla en latín.
– Este concepto de feudalismo. Un piensa en ese concepto y…
Piensa en Gildo Insfrán.
– Claro. Piensa en prácticas autoritarias y abusos de poder. Ahora usted valoriza la idea del feudalismo. ¿Por qué?
Es que hay muchos conceptos que se van deformando. Por ejemplo, el concepto de democracia comienza a ser “bueno”, entre comillas, en el Siglo XVIII, con la Revolución Francesa. La democracia hasta ese momento era el gobierno del vulgo, del populacho, lo que llamaríamos populista.
– El populismo de ahora.
En la Edad Media, sólo los hombres de la Iglesia sabían leer y escribir. Ni los reyes sabían leer y escribir. La cultura estaba encerrada en los monasteriosy no había intelectuales en el mundo civil. La Iglesia, con su discurso de poder también estructurado, elaborado de la comunidad cristiana total, de la sociedad total del cristianismo, avasallaba a los príncipes, los duques, los condes.
– Al poder político no religioso.
Limitaba al poder civil. Tenía que ver con quién nombraba un obispo, quién se quedaba con las rentas. El feudalismo fue una construcción política donde un señor protegía a otro que, a su vez era protegido por otro y entre todos protegían al rey. Esa fue una respuesta no intelectual frente al poder de la Iglesia. El feudalismo surge como un grito de libertad del poder civil, no intelectual, hacia el discurso, puramente intelectual de la Iglesia que se reflejaba en la vida cotidiana.
– Es una rebelión al poder instituido eclesiástico.
Seguro, y con la fortaleza que le daba a estos señores saberse protegidos podían enfrentar al Papa y al obispo. La historia de la Edad Media está marcada en su eje por la lucha por saber quién tenía jurisdicción sobre cada cosa entre el poder papal y el poder civil.
– Le propongo que hablemos ahora de Maquiavelo. Hay como una fascinación con este personaje tan decisivo para el pensamiento político. Como pasó con el feudalismo usted también reivindica esa figura que, para algunos, es cuestionable.
Maquiavelo está mal leído. Cuando alguien habla de Maquiavelo empieza por los consejos. “Es mejor ser temido que amado”, y otros. Los consejos en su obra son un apéndice. Maquiavelo es a la política lo que Shakespeare a la literatura. Es la ruptura más tajante, divide la historia de la política en un antes y un después de Maquiavelo, como pasa con Shakespeare en la literatura.
¿Qué es lo importante de Maquiavelo? Toma científicamente el acto político, lo aísla de toda imprecisión interdisciplinaria, lo aísla de la moral, de la religión, lo aísla del derecho. Hasta ahora, la política debía ser moral, debía ser religiosa, y el Estado justo era el Estado cristiano. Maquiavelo mira la esencia del acto político puro y simple y las leyes de su dinámica. Es el primer realista, plantea que no va a decir lo que la política debe ser, sino que explicará aquello que es la política ahora.
Maquiavelo demuestra cómo de verdad se construye el poder en la sociedad, cómo se conquista el poder, cómo se sostiene el poder, y cómo se pierde el poder.
Maquiavelo tiene una actualidad enorme y la gran paradoja. Es que quizás el hombre que más entendió la política en toda la historia de la humanidad en su vida política le fue bastante mal.
– Qué extraño eso.
Era un teórico. Todos estos pensadores han escrito en moldes teóricos, muy pocos se han dedicado a la política también. Cuando los demás, los discípulos, los que lo leen y creen en eso quieren llevarlo a la realidad se dan cuenta de que a veces, como en los juegos de los chicos, están tratando de embocar un cuadrado en el círculo. ¿Qué pensaría Marx, que escribió una teoría económica de cómo lo interpretó Lenin o cómo lo interpretó Trotsky? A lo mejor Marx estaría profundamente disgustado “yo no escribí eso”. Tomás de Aquino, pretendiendo revitalizar a la Iglesia y el discurso de Agustín, termina siendo interpretado de tal manera, que hasta le da argumentos intelectuales a John Locke para crear el liberalismo político, algo muy alejado de lo que Tomás de Aquino hubiese pretendido.
– Recién afirmó que el pensamiento de Maquiavelo tiene enorme actualidad. ¿Por qué?
Porque en el fondo todos nos seguimos moviendo con las mismas categorías que escribió Maquiavelo hace más 500 años.

– Ahora los planteos que hace Maquiavelo, sacando del medio la cuestión ética, pueden llevar a lugares peligrosos. Sobre todo cuando hay en el medio fanatismos.
Toda fanatización nos lleva a decisiones peligrosas, sobre Maquiavelo sobre Marx. El capítulo final de El Príncipe habla de cómo constituir Italia, que va a tardar 300 años en ser un Estado. Maquiavelo era un patriota italiano, quería ver a su Italia unida. El objetivo final era crear el Estado italiano. Maquiavelo, al final, no era tan maquiavélico, porque tenía un objetivo de índole moral, que era ver a su patria unida.
Entonces cualquier fanatización, cualquier extremismo, sobre estos pensadores que están aquí en este libro, lleva a desastres. Además los pensadores deben ser leídos en su contexto. Hoy hay muchos autores que falsean el método histórico, historiadores que venden mucho. ¿Qué es el anacronismo? Es juzgar con los valores del Siglo XXI, lo que pasó en tiempos pretéritos.
Por ejemplo, Gengis Kan no fue un genocida, aunque él tomaba una ciudad, ajusticiaba a los hombres, vendía a las mujeres como esclavas y quemaba todo, porque en su época, esos actos eran políticamente aceptables. Nadie pensaba que un conquistador hiciese otra cosa. Hoy eso es un genocidio. Hay que mirar todo en su contexto.
– Sobre el final le propongo un juego de que elija una personalidad política argentina -viva o no- y la compare con alguno de estos pensadores. ¿Qué me dice?
Si me preguntás por un político argentino que para mí sea la síntesis más acabada de Maquiavelo voy a rehuir a hablar de alguien de la actualidad. Creo que en estos 200 años, si tengo que elegir a uno, sería Julio Argentino Roca. Era un hombre que tenía una intuición lúcida, vivía pensando en el poder y que tuvo la fortuna necesaria.
Traigo un solo ejemplo. Cuando Roca deja el poder lo sucede su concuñado, Miguel Juárez Celman, que lo traiciona. Viene la “Revolución del Parque”, el antecedente de la Unión Cívica Radical, Socialistas, y demás. Juárez Celman está arrinconado y lo llaman a Roca para mediar, que era un dirigente que tenía hoy diríamos mucha imagen negativa en la opinión pública, pero era un hombre que todo el mundo sabía de sus dotes.
Roca va a ver a los revolucionarios del Parque y les dice “Muchachos, la causa de ustedes está perdida, vienen las tropas federales, esto va a terminar en una masacre”. Le respondían de manera airada y él planteó: “¿Qué pasa si yo consigo que renuncie Juárez Celman y el indulto de los conjurados?”. Le contestan que sería una salida aceptable, y lo va a ver a Juárez Celman y le dice: “Miguel, tu causa está perdida, las tropas están avanzando hacia aquí, no te queda mucho”. “Qué hago Julio”. “Renunciá y yo te consigo la amnistía para poder vivir en paz”.
Resumo. ¿Quién asume? Carlos Pellegrini, íntimo amigo de Julio Argentino Roca. Cuando termina Pellegrini no había reelección y había un joven, que era antirroquista y que se estaba por hacer con el poder, que era Roque Sáenz Peña, que después terminó siendo presidente argentino. Se puede tener poder y todo, pero si no tiene un candidato. Roca no tenía candidato en contra de Sáenz Peña. Debatían sobre todo y un día aparece Roca en la recién inaugurada Mar del Plata, y Pellegrini le dice: “General, estuve pensando, pero no llegué a conseguir un buen candidato”. Pero ahí Roca le comenta: “Ya conseguí el candidato. El padre de Roque. Me ha dicho que sí”.
¿Cómo termina esta historia? Con Sáenz Peña hijo mandándole una carta llena de amor filial a su padre, diciéndole que él no va a competir contra su padre y declina su aspiraciones.
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Fuente: InfoBae